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Papa Francisco guardó silencio
El papa Francisco presidió ayer en la Basílica de San Pedro la ceremonia de la Pasión de Cristo del Viernes Santo sin pronunciar catequesis alguna y atendiendo a la incisiva homilía del predicador de la Casa Pontificia.
Bergoglio, como ya hiciera el pasado año en su primer Viernes Santo como pontífice, volvió a postrarse en el suelo vestido con los paramentos rojos para orar con el rostro sobre un cojín de terciopelo ante el Altar de la Confesión.
El color rojo de la vestimenta del papa, símbolo de la caridad, se emplea, además del Viernes Santo, en otras celebraciones, como el domingo de Pentecostés.
Para levantarse se sirvió de la ayuda de 2 ceremonieros, al igual que ayer durante el rito del lavatorio de pies del Jueves Santo que tuvo lugar en un centro para discapacitados de la capital italiana.
Tras la lectura, el predicador de la Casa Pontificia, el franciscano capuchino Raniero Cantalamessa, pronunció una incisiva homilía en la que aseguró que “el ‘dios dinero’ se encarga de castigarse a sí mismo y a sus propios adoradores”.
En este sentido, criticó a aquellas personas que se han aprovechado de ocupar cargos de responsabilidad para amasar sus propias fortunas.
“Hombres colocados en puestos de responsabilidad que no sabían en qué banco amasar los beneficios de su corrupción se han visto de pronto sentados en el banquillo de los acusados o en prisión. ¿Por qué lo han hecho? ¿Valía la pena?”, cuestionó.