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Pablo Iglesias gana el debate electoral y Mariano Rajoy sale ileso

Los líderes Mariano Rajoy (PP),  Pedro Sánchez (PSOE), Albert Rivera (Ciudadanos) y Pablo Iglesias (Podemos).
Los líderes Mariano Rajoy (PP), Pedro Sánchez (PSOE), Albert Rivera (Ciudadanos) y Pablo Iglesias (Podemos).
Foto: AFP
15 de junio de 2016 - 00:00 - Gorka Castillo, corresponsal en España

El líder de la coalición izquierdista Unidos Podemos, Pablo Iglesias, salió vencedor sin paliativos en el único debate programado entre los cuatro aspirantes a ganar las elecciones generales del próximo 26 de junio en España y convertirse en presidente de gobierno. Sin embargo, los temores de los estrategas de Iglesias a una campaña hostil y dañina para sus aspiraciones de desbancar al statu quo imperante durante los últimos 40 años se vieron confirmados. Los 3 partidos restantes -Partido Popular (PP), PSOE y Ciudadanos (C’s)- volvieron a unir sus fuerzas en los asuntos claves de la discusión para convertir las propuestas de Unidos Podemos en el elemento más aterrador de la pugna política en España.

Tras los resultados de los últimos sondeos en los que aparece como la única opción al alza, Iglesias no solo se ha constituido en el enemigo a batir de estas elecciones, sino que ni abandonando el discurso moderadamente antisistema que tanta simpatía ha desatado entre los desencantados del régimen ni trasladando a los socialistas su disposición a abrirles las puertas del poder “obtengan el resultado que obtengan” logró evitar que sus tres rivales intentaran ayer disfrazarlo como el rival más peligroso del mundo.

Puede que las aspiraciones reales de Unidos Podemos no sean aplicar íntegramente su programa político y, sobre todo económico, pero como destacaba poco después del debate Lucía Méndez, una de las más reputadas analistas independientes del país, lo que sí ha logrado es que los otros partidos se planteen que para movilizar a su electorado en estas nuevas elecciones habrán de tener en cuenta, además del realismo político de ganar, la ruta que el partido ha de emprender. La vitalidad que Iglesias imprimió a sus intervenciones, su denuncia de la corrupción que persigue al candidato derechista Mariano Rajoy, su desconfianza hacia un sector neoliberal del PSOE y su reclamación de una nueva política social acabaron por impregnar el discurso de los otros aspirantes.

Un nuevo elemento entró el lunes en danza: la salida del euro, a la que hasta el momento Iglesias solo había tenido que hacer frente merced a las andanadas del envalentonado líder de Ciudadanos, Albert Rivera, pero que contó con el inestimable apoyo del socialista Pedro Sánchez. Ambos políticos mostraron una extraña sintonía que, incluso, sirvió para suavizar la ración de munición que reservaron para el todavía presidente de gobierno español, Mariano Rajoy, que tras su pobre desempeño en las elecciones de diciembre necesita ahora desesperadamente destacar su voz. Tras censurar a Iglesias “aceptar financiación de un régimen dictatorial como el de Venezuela”, Rivera intentó sacarle los colores a Rajoy por su deliberada permisividad con una corrupción “que solo favorece el crecimiento de populismos como el que defiende Unidos Podemos”, dijo el aspirante neoliberal de Ciudadanos.

El líder del PP se defendió asegurando que “gobernar no es fácil” y que solo con la experiencia mostrada por su equipo de colaboradores “se ha podido evitar el rescate europeo y recuperar miles de millones de euros que habían sido defraudados bajo la presidencia del PSOE”. Pudo parecer un gesto arrogante, pero es que Rajoy era el aspirante que más se estaba jugando en este debate televisado en cadena nacional. El candidato del PSOE, Pedro Sánchez, volvió a insistir en que existe una “gran posibilidad” de que el próximo 26 de junio se acaba de una vez para siempre con un gobierno que ha reducido la riqueza de un país como España “al privilegio de unos pocos”. Sánchez, indeciso por momentos, asaltó con toda su artillería pesada cualquier gesto conciliador de Iglesias, criticando su arrogancia política y su negativa a apoyar su pacto con Ciudadanos. “Usted propició que Rajoy se encuentre hoy aquí y que estemos en campaña electoral”, sentenció el candidato socialista sin mirar ni una sola vez al líder de Unidos Podemos.

Y en medio de una delirante organización basada en agrupamientos temáticos escrupulosamente minutados por los conductores del debate que, si bien sirvieron para evitar monólogos interminables repletos de cifras y letras lograron en varias ocasiones dejar a los aspirantes con la palabra en la boca, un Rajoy que salió ileso del envite dedicó el cierre de su intervención a recalcar los mismos argumentos que viene esgrimiendo desde el pasado año, es decir, acusar a Pedro Sánchez y a Albert Rivera de estar “faltos de ideas, fuera de juego e incapaces de cambiar la obsesión que tienen conmigo”, además de hacer embarrancar la economía “que ya empieza a crear empleo”. El líder popular volvió a calificar a Pablo Iglesias de “extremista” empeñado en hurtar a los votantes sus derechos democráticos.

Sin embargo, el candidato de Unidos Podemos, más tranquilo que nunca y gran dominador de un escenario donde se mueve como pez en el agua, sugirió que “traficar con el miedo y manipular la verdad como es decir que hemos sido financiados por Venezuela u otro país y que queremos salir del euro” solo contribuye a empobrecer la calidad de la democracia y a la clase política española en general. Iglesias fue aún más lejos al aconsejar a Pedro Sánchez que corrija la mira telescópica de sus ataques “porque nosotros no somos el enemigo del PSOE. El rival al que juntos podemos vencer es la derecha, el PP de Mariano Rajoy”. En total, 2 horas y media para consolidar votos y para intentar captar a ese 32% del electorado que, según las encuestas, aún no sabe qué papeleta introducirá en la urna. (I)

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