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Obama y la derechización de América Latina

Obama y la derechización de América Latina
03 de marzo de 2016 - 00:00 - Maximiliano Pedranzini. Ensayista argentino

En la edición de enero para el Cono sur, Le Monde diplomatique lanzó una tapa con un título bastante preciso y contundente: “América Latina gira a la derecha”. Señala en pocas palabras el momento histórico que atraviesa nuestra región después de las recientes derrotas electorales en Argentina y Venezuela. Pero el título muestra algo más que el triunfo de la derecha. Es el preludio de la llegada del presidente de EE.UU. Barack Obama a la Argentina.

Este evento constituye un hecho histórico después de la presencia de George W. Bush en la IV Cumbre de las Américas de Mar del Plata en 2005 en el histórico “No al ALCA”. Esa fue la última vez que un mandatario estadounidense piso suelo argentino.

Sin embargo, tuvieron que pasar más de 10 años para que esto ocurriera, lo que representa un cambio de época, pero diametralmente opuesto al que signó la última década de gobiernos progresistas y críticos de la injerencia norteamericana en los asuntos nacionales. Ahora, la derechización comienza por la parte más austral del continente, y esto es tan solo el principio. Pero Obama llega en un momento muy particular para la Argentina y para las organizaciones de derechos humanos. Llega en las vísperas del 40 aniversario del golpe de Estado más sangriento que acaeció en el país.

El 24 de marzo no es una fecha más para los argentinos. Es el lapso donde nuestro pueblo reflexiona desde la memoria, por la verdad y la justicia. Es el momento donde la historia se transforma en la maestra aleccionadora de nuestras conciencias, como nación, como patria, y desde el respeto a la vida, como seres humanos. Y la ironía, la maldita ironía de esta visita protocolar es el reconocimiento que le dará el titular de la Casa Blanca al presidente Mauricio Macri por “sus contribuciones a la defensa de los derechos humanos en la región”. Esto es una burla por donde se lo mire.

Desde que asumió Obama en 2009, la política exterior ha sido tan belicosa como la de su predecesor -y con un premio Nobel de la Paz como el colmo de esta ironía a escala planetaria-; mientras que Macri ha estado en contra de los juicios por crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura. Macri ve esto como una victoria simbólica, de clase, de poder y el reposicionamiento ideológico a Occidente.

Pero el líder del “Mundo libre” viene con el caballo cansado, arrastrándose. Ergo, Obama llega en el ocaso de su carrera presidencial, con un deterioro exacerbado de su figura y con varios temas importantes sin resolver. ¡Volvemos al mundo!, me decía un amigo en tono de broma. Ese mundo tiene el trágico rostro de las relaciones carnales, remozadas en este siglo XXI. El pacto neocolonial empieza a tomar forma y sentido con la llegada de Obama. El fin de una época parece arrimarse en el horizonte, y desde ese horizonte suele aparecer el mismísimo diablo. (O)

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