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Punto de vista
Más allá de la CIA, más allá de la plata
En los últimos tiempos hay una comprensible preocupación por el creciente accionar de las fuerzas desestabilizadoras y retrógradas contra Ecuador y otros pueblos que han emprendido decididamente el camino de la soberanía, la equidad y la justicia social y ambiental.
Comparto, en su mayor parte, los análisis vertidos por María Augusta Calle, presidenta de la Comisión de Relaciones Internacionales de la Asamblea de Ecuador, y también por Orlando Pérez, director de EL TELÉGRAFO; por Galo Mora, embajador ante la ONU, e incluso, el fondo de lo distribuido por la cadena Telesur. Solo que veo el problema desde otra óptica complementaria, desde la que me permito dar una respuesta amable a la interrogación planteada.
Uno de los problemas a la hora de abordar el análisis es la dificultad de poner en cuarentena algunos pre-conceptos grabados a fuego en los corazones y las mentes de generaciones veteranas (entre las que me cuento), y refrescar los enfoques.
Nos enseñó Mario Benedetti aquello de “Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas”. O incluso aquello de “Alicia en el País de las Maravillas” (Lewis Carroll): “Si quieres quedarte donde estás, corre deprisa. Si quieres avanzar, corre más deprisa todavía”.
Pues bien, entiendo que puede resultar de cierta operatividad la simplificación de ciertos mensajes para la eficiencia comunicacional. Pero las simplificaciones tienen sus límites. La realidad es mucho más compleja, y como tal debemos tratar de desentrañarla, para poder transformarla de forma eficiente, en pro de mejores días para los pueblos del Ecuador, de la Patria Grande y del Mundo.
A estas alturas, después de Julián Assange y su Wikileaks, de Edward Snowden y “su” NSA, de los Panamá Papers, y de muchos otros secretos revelados, ya deberíamos trabajar otras “canteras informativas”. Tanto desde el punto de vista del periodismo de investigación, como desde el de la contrainteligencia. Supongo que así se hará. Pero me permitirán que les comparta algunos datos de interés para mejor comprender a qué nos enfrentamos. Disculpen mi osadía.
La denominada Comunidad de Inteligencia de Estados Unidos es una federación que engloba a 16 agencias de inteligencia conocidas y se presume que hay una más de la que no se sabe ni el nombre. Trabajan por separado y conjuntamente para llevar a cabo labores de inteligencia que se consideran necesarias para “la realización y regulación de las relaciones exteriores y la Seguridad Nacional de los Estados Unidos”. Las organizaciones miembro que forman parte de la Comunidad de Inteligencia incluyen a la inteligencia militar, agencias de inteligencia y a oficinas civiles de análisis-estadística e inteligencia estructuradas orgánicamente dentro de los departamentos ejecutivos federales. La Comunidad de Inteligencia está dirigido por el Director de la Inteligencia Nacional que responde y depende directamente ante el Presidente de los Estados Unidos.
Entre sus variadas responsabilidades, los miembros de la Comunidad de Inteligencia recopilan y realizan actividades de inteligencia nacional y de exterior, contribuyen a la planificación de misiones militares y actividades de espionaje. La Comunidad de Inteligencia fue establecida mediante la Orden Ejecutiva 12333, firmada el 4 de diciembre de 1981, por el presidente Ronald Reagan.
El Washington Post informó en 2010 que había 1.271 organizaciones gubernamentales y 1.931 compañías privadas en 10.000 localidades de los Estados Unidos que están trabajando en contraterrorismo, seguridad nacional e inteligencia, y que la Comunidad de Inteligencia en su conjunto está integrada por 854.000 personas con acreditaciones de seguridad de alto secreto. De acuerdo con un estudio realizado en 2008 por la Oficina del Director de la Inteligencia Nacional, los contratistas privados (como Edward Snowden) constituyen el 29% del mercado laboral en la Comunidad de Inteligencia de Estados Unidos y producen un costo económico el equivalente al 49% de sus presupuestos de gastos vigentes de personal.
Podríamos seguir estudiando las intervenciones más allá de las fronteras colombianas, del expresidente Uribe; más allá de las fronteras españolas, de la FAES del expresidente Aznar; más allá de Miami, de importantes “lobbies” latinos, y, por supuesto, más allá de Oriente Medio, del Mossad.
Como vemos, solo tirando de esta veta, tenemos un amplio abanico de posibilidades. Y es que la realidad no es unilineal vista en un eje bipolar, sino más bien un poliedro de infinitas caras (apeiroedro) donde infinitos ejes se cruzan de forma transversal.
Si abordamos esto desde el punto de vista de la “policía científica” deberíamos preguntarnos por “el móvil, el arma y la oportunidad”.
Dicho de otra forma: ¿Quiénes tienen motivos, intereses o razones para desestabilizar al gobierno de Ecuador y otros análogos? ¿Qué recursos humanos, financieros y tecnológicos pueden movilizarse para conseguir ese objetivo? ¿Cuál o cuáles son la/s oportunidad/es adecuada/s para alcanzar tal “momento crítico” de quiebre de la institucionalidad mediante “golpes blandos” o “victorias electorales”, o incluso “intervención militar” directa o indirecta?
Las respuestas complejas, basadas en multitud de datos, en evidencias, antes que en creencias, nos darán los cuadros hiperrealistas capaces de conocer la realidad con bastante aproximación. Una vez acertemos en el diagnóstico, estaremos en mejores condiciones para armar la terapia adecuada.
La historia de los Servicios de Inteligencia es la historia del “manejo de activos humanos”, es decir, cómo intervenir ante personas o grupos para lograr su captación, o al menos su neutralidad. La extinta KGB disponía de 14 categorías para catalogar a una persona, según fuera la más extrema amiga o enemiga. A partir de esa realidad se trataba de influir en escenarios concretos.
Y por otro lado, ya aprendimos en películas entrañables, como quien resulta ser el “agente de la CIA”, no era un ciudadano yanqui, sino francés. Es decir, el binomio de inteligencia confianza-verificación debe estar más vigente que nunca.
En resumen, no es solo la CIA, no es solo plata. Ambas cosas solo son la punta minúscula de un enorme iceberg, amalgamado por intereses y resentimientos de diversos sectores, con razones o sin ellas. (O)