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El 35% del total de ciudadanos argentinos vota en la capital
María Eugenia Vidal quiere cambiar el futuro por el pasado
“Esta noche estamos haciendo historia... Esta noche hicimos posible lo imposible: cambiamos futuro por pasado”.
María Eugenia Vidal estaba tan descontracturada, tan contenta y tan desinhibida por su sorpresivo triunfo en las elecciones de la provincia de Buenos Aires, histórico bastión del peronismo, que no pudo evitar el acto fallido que acababa de cometer. O, en palabras de algunos kirchneristas, de su “sincericidio”.
La nueva estrella ascendente de la derecha argentina, flamante gobernadora electa bonaerense, se tomó un segundo para reparar su “patinada” cuando le hablaba a los simpatizantes de su alianza Cambiemos en medio de los festejos por el resultado de las elecciones del domingo. Detrás suyo, el diputado nacional y rabino conservador Sergio Bergman, aplaudía y extendía el grito de “síííí” para apuntalar el hilo discursivo.
“Pasado por futuro”, acotó enseguida Vidal con una risa nerviosa. Pero ya era tarde. Del otro lado, el alcalde electo de la ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, se reía al tomar nota del fallido, en un país donde viven –además de 40 millones de directores técnicos- 40 millones de psicólogos capaces de interpretar cualquier desliz freudiano.
La sombra de una vuelta al pasado, a los años 90, a la era del neoliberalismo que dominó la Argentina de la mano del expresidente Carlos Menem (1989-99), ha estado presente en la campaña electoral y más aún de cara al balotaje del 22 de noviembre entre el candidato del oficialista Frente para la Victoria, Daniel Scioli, y el postulante de la alianza derechista Cambiemos, Mauricio Macri.
Después de 12 años de gobierno “nacional y popular”, como gusta definirse la gestión kirchnerista, la visión oficial pone sobre la mesa la elección entre dos modelos bien diferentes de país: el que mira hacia el futuro y el que busca volver al pasado, a la década de los 90, marcada por privatizaciones, una sociedad quebrada en dos con millones de excluidos y un Estado ausente. Pero Macri y los principales referentes de Cambiemos niegan esa posibilidad y se presentan como el cambio, el futuro que llega a la Argentina. Incluso sus dirigentes se han cuidado de hacer alusión al neoliberalismo y su líder ha reivindicado –por primera vez- la figura de Juan Domingo Perón y afirmó que cuidará “las cosas que se hicieron bien” en estos últimos años.
El acto fallido de Vidal, a quien sus detractores llaman despectivamente “Heidi”, pasó desapercibido en los medios opositores. Su “cara bonita” es hoy el rostro de la derecha triunfante en la provincia de Buenos Aires, gobernada nada menos que por Scioli y donde vota el 37% del padrón electoral.
Pero, ¿por qué Vidal obtuvo un triunfo tan importante con el 39,49% de los votos, contra los 35,18 del candidato kirchnerista y actual jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, dejando a Macri con “viento de cola” de cara al balotaje?
El analista Rosendo Fraga, director de la consultora Nueva Mayoría, dijo que “la ola de cambio que se registró en la provincia de Buenos Aires generó el triunfo relativo de Macri en el ámbito nacional” a pesar de haber alcanzado el 34,33% de los votos contra el 36,86% de Scioli cuando se vaticinaba hasta una victoria kirchnerista en primera vuelta si lograba al menos 40% con 10 puntos de ventaja sobre su rival.
Y explicó: “La mala imagen en la opinión pública de Aníbal Fernández (a quien un programa de TV del opositor canal 13 lo vinculó con el narcotráfico) fue la causa de dicha ola bonaerense que por sus efectos se nacionalizó. Para la (elección) presidencial, Scioli obtuvo en este distrito 37,13%, frente al 32,92% de Macri. Pero para gobernador sucedió exactamente a la inversa, ya que la candidata de Cambiemos (Vidal) se impuso por 39,49% a 35,18% sobre el Jefe de Gabinete y candidato a gobernador” del oficialismo.
Aníbal Fernández dijo que fue víctima de una campaña sucia y acusó incluso de “traición” a caudillos peronistas bonaerenses que perdieron contra él la interna partidaria en agosto y, según denuncian voceros kirchneristas, llegaron a repartir boletas de Scioli para presidente y Vidal gobernadora, lo que ayudó al triunfo de la derecha. Pero muchos de esos dirigentes peronistas también perdieron en sus distritos donde gobernaban durante más de 20 años.
“En la mayoría de los partidos (distritos) de la provincia ganó Cambiemos y también lo hizo en otros importantes del conurbano, donde el peronismo viene gobernando hace décadas”, acotó Fraga.
Para el analista, “en términos de historia política contemporánea, la elección posiblemente ha sido el tercer cambio que se genera en lo electoral en las últimas décadas: sobre el final del gobierno militar (dictadura, ndr), la victoria de (Raúl) Alfonsín en 1983, que incluyó también la derrota del peronismo en la provincia de Buenos Aires, fue una clara manifestación de cambio”.
Y en las elecciones de medio término de 1997, “la victoria de (la socialdemócrata) Graciela Fernández Meijide en este distrito fue el inicio de un proceso de cambio al finalizar el menemismo, que derivó en el triunfo de la Alianza” que llevó al poder a Fernando de la Rúa (Unión Cívica Radical, hoy integrante de Cambiemos) dos años después, dijo el analista.
“Ahora, la “ola bonaerense” que protagonizó Vidal en la provincia más grande del país puede anticipar la victoria de Macri en la segunda vuelta. En los tres casos este distrito jugó un rol decisivo en el inicio de los procesos de cambio político”, concluyó. El diario opositor Clarín anunció este miércoles la primera encuesta de cara al balotaje, aunque sin mencionar el origen: Macri obtendría el 52,35% de los votos contra 47,65% de Scioli. (I)