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Macri teme que impacto del juicio contra Dilma rebote en Argentina

 El presidente argentino, Mauricio Macri, está más identificado con el vicepresidente brasileño, Michel Temer.
El presidente argentino, Mauricio Macri, está más identificado con el vicepresidente brasileño, Michel Temer.
Foto: Presidencia de Brasil
23 de abril de 2016 - 00:00 - Marcelo Izquierdo, corresponsal en Argentina

El presidente argentino, Mauricio Macri, no olvida que Dilma Rousseff apoyó abiertamente al candidato ‘kirchnerista’ Daniel Scioli en las últimas elecciones presidenciales. No es lo único que lo separa de la acorralada mandataria brasileña. Hay un mar ideológico en el medio de los dos. El se ubica a la derecha, ella a la izquierda. Por eso el apoyo de la Casa Rosada a Dilma no ha tenido el énfasis que sí han demostrado otros países de la región, como Ecuador, Bolivia o Venezuela. Ha sido apenas un apoyo institucional, nada visceral. Solo palabras formales. Está prohibido hablar de ‘golpe’ o ‘desestabilización’.
 

Macri está más identificado con la oposición y el vicepresidente Michel Temer. Se siente incómodo con Dilma. Pero a la vez  evita atender los numerosos llamados telefónicos que llegan desde Brasilia en los últimos días de operadores políticos que impulsan el ‘impeachment’ contra Rousseff. El plan oficial de Macri es simple: respaldo y preocupación. Y no hacer nada que disguste al Palacio del Planalto.

Macri nunca lo dirá en público, pero le gustaría un cambio de color político en Brasil. Es el único gobernante marcadamente neoliberal en el Mercosur y el Partido de los Trabajadores (PT)  siempre se identificó con el ‘kirchnerismo’. Más aún, Lula fue un gran amigo de Néstor Kirchner y un aliado incondicional de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, su gran ‘enemiga’.

En los pasillos de la Casa Rosada los funcionarios argentinos repiten el mismo latiguillo: “Esperamos que se cumplan todos los procedimientos institucionales”, afirman. Y aunque vean con agrado la asunción de la derecha brasileña más rancia, la crisis política del país vecino les preocupa y les quita el sueño. ¿El motivo? Así como las crisis económicas argentinas siempre arrastraron al Uruguay, las crisis brasileñas siempre se llevaron puesta a la Argentina. Es una ecuación infalible.

En concreto, el equipo económico de Macri teme que el impacto del juicio político contra Rousseff profundice más la crisis brasileña. Las consecuencias para Buenos Aires serían inmediatas: caída de las exportaciones, parálisis de las negociaciones entre el Mercosur y la Unión Europea (UE) por un vital acuerdo de libre comercio y un enfrentamiento con los países progresistas de la región, que ya tuvo su primer ‘round’ con Venezuela a poco de asumir el gobierno y que la nación austral prefiere ver como el ‘eje bolivariano’.

Las exportaciones argentinas a Brasil vienen cayendo a medida que se profundizó la crisis económica en ese país. En 2010 las ventas fueron por $ 14.000 millones, pero el año pasado cayeron a $ 10.082 millones.  En 2015, según la consultora DNI, las exportaciones a Brasilia sufrieron una merma del 27% en relación al 2014. Eso contribuyó a que las ventas totales argentinas al mundo cayeran 16%.

Una profundización de la crisis brasileña impactaría de lleno en la economía argentina, hoy jaqueada por un severo ajuste, despidos masivos en el Estado, elevada inflación (40% anual, según expertos) y una devaluación del peso del 50%. Las industrias más afectadas serían las del plástico, los químicos, alimentos con valor agregado y especialmente la automotriz. El fantasma de una oleada de despidos en el sector privado preocupa cada vez más al gobierno macrista.

Para calmar las aguas bilaterales, Macri encomendó a su embajador en Brasilia, Carlos Margariños, a mantener una activa y fluida comunicación con el gobierno brasileño. En Buenos Aires, en tanto, el Palacio de Hacienda tiene un ojo en la crisis política-económica y otro en el acuerdo Mercosur-UE.

El temor es que un eventual gobierno de Temer paralice las negociaciones inter-bloques ya que –afirman funcionarios- el actual vice brasileño evitaría tomar medidas a largo plazo.

Macri prefiere tomar distancia de la crisis. Habló una sola vez con Dilma por teléfono el día de la aprobación del  juicio político en la Cámara de Diputados el domingo 17 de abril. Fue un diálogo cordial, pero al mismo tiempo formal. Mientras tanto,  hace malabares para alejarse –al menos por ahora- de la encendida oposición brasileña, la misma que fue su aliada incondicional durante sus dos gobiernos consecutivos como alcalde de la rica ciudad de Buenos Aires (2007-2015).

Macri no quiere despertar la ira de Brasilia. (I)

Argentina paga a los acreedores y sale del default 

Argentina salió ayer de un default de 15 años al pagarle a fondos acreedores una multimillonaria deuda con dólares prestados por los mercados y anular de la justicia de Nueva York las represalias impuestas por desobedecer una sentencia.

El gobierno del presidente Mauricio Macri le anunció al juez neoyorquino Thomas Griesa que hizo ‘el pago completo’ a ‘fondos buitre’, conocidos así por comprar a precio vil bonos de la deuda de países en bancarrota, y menos de dos horas más tarde el magistrado levantó las medidas cautelares contra el gobierno, con lo cual se formalizó el fin del default.

“Las condiciones han sido cumplidas. De manera acorde, las medidas cautelares quedan anuladas en todos los casos”, sentenció Griesa en Nueva York.

El fondo especulativo NML Capital, del financista Paul Singer, fue el acreedor que más cobró, con algo más de $ 2.426 millones. En total, Buenos Aires abonó unos $ 6.248 millones a 20 querellantes y en los próximos días lo hará por unos 3.100 millones restantes. (I)

Rousseff confía en que pueblo impedirá golpe  

La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, denunció ayer ante la comunidad internacional reunida en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el ‘grave momento’ que vive su país y aseguró que el pueblo “sabrá impedir cualquier retroceso” democrático, en referencia al proceso de destitución que está a punto de sacarla del poder.

Rousseff, que no hizo mención alguna a un ‘golpe de Estado’ durante un discurso en Nueva York en la ceremonia de firma del acuerdo sobre cambio climático, agradeció además a ‘todos los líderes’ que le manifestaron su ‘solidaridad’ por su situación.

“No puedo terminar mis palabras sin mencionar el grave momento que vive Brasil”, afirmó la mandataria al final de un mensaje ante más de 60 jefes de Estado y de gobierno reunidos en la ONU y de cuyos 9 minutos solo dedicó unos 30 segundos a la dramática situación
en su país.

“Brasil es un gran país, con una sociedad que supo vencer el autoritarismo y construir una pujante democracia”, señaló Rousseff, amenazada por un juicio de destitución por presunta manipulación de las cuentas públicas y quien llegó a Nueva York el jueves por la noche.

“Su pueblo es un pueblo trabajador y con gran aprecio de las libertades. Sabrá, no tengo dudas, impedir cualquier retroceso”, agregó, cerrando con el agradecimiento a quienes le manifestaron ‘solidaridad’.

En ausencia de Rousseff, quedó al mando de Brasil el vicepresidente centrista Temer, quien la reemplazaría si el Senado aprueba hacia mediados de mayo abrirle un juicio de destitución ya aprobado por la Cámara de Diputados, por presunta manipulación de las cuentas públicas. (I)

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