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Lula, de perseguido a candidato

Lula, de perseguido a candidato
12 de marzo de 2016 - 00:00 - Emir Sader

Lula se despertó el viernes 4 de marzo como perseguido y durmió ese mismo día como candidato a presidente. Él hizo  que aquel viernes, que había sido anunciado como un día de sueños para la derecha brasileña, fuera de pesadillas. Lula trasformó ese día en un momento decisivo para cambiar la agenda política brasileña.    

Porque, por detrás de las escaramuzas cotidianas, el más grande combate en Brasil es sobre cuál es la gran prioridad nacional, cuál la agenda fundamental del país. La derecha había logrado, por la alianza entre sectores Judiciales, de la Policía Federal, de los monopolios privados de los medios de comunicación, promover el tema de la corrupción como el central en el país. Según las encuestas hechas por esos mismos sectores, la corrupción sería el tema más importante del país, no la desigualdad social, no la hegemonía del capital especulativo sobre la economía brasileña.

La ofensiva ininterrumpida de acusaciones, aun sin fundamento, en los medios, promueve esa prioridad, que tiene como objetivo criminalizar al PT y a Lula, para intentar sacar a este de la vida política del país.

Esa ofensiva constante puso a Lula, al PT y al gobierno en la defensiva. Estos gastan gran parte de su tiempo y de sus energías publicando desmentidos, que ni siquiera son tomados en cuenta por la ‘mídia’, que sigue con sus mentiras como si no hubieran sido desmentidos.

Pero la desastrosa operación represiva del viernes 4 de marzo, que tenía como objetivo aprehender a Lula, tuvo como una de sus consecuencias negativas para la derecha brasileña, reponer a Lula en todas las pantallas de la televisión, con su carisma, su análisis, sus propuestas. Permitió que Lula saliera del córner del ring donde lo mantenían para retomar la iniciativa y la ofensiva. No solo para ubicar a Rede Globo y a sectores  Judiciales como enemigos de la democracia, sino también para reiterar que es candidato a la presidencia de Brasil en 2018 y que va a salir por todo el país a partir de esta semana a hacer debates políticos.

En sus brillantes intervenciones del viernes, donde el pueblo pudo reencontrarse con su más grande líder, Lula encontró el camino para darle vuelta a la situación política del país.

Salió así de la defensiva, de luchador encercado en el córner del ring,  esquivando todo el tiempo, para replantear el debate político alrededor de lo que la derecha y la izquierda quieren para el país. Habló del país que su gobierno ha construido, reiteró que es por ello que es perseguido, interpeló a la oposición sobre lo que quieren para el país.

En pocas horas Lula desplazó el eje del debate, proyectando su candidatura y las realizaciones de su gobierno, así como las salidas de la crisis actual. Lula se convenció  de que la única manera de revertir la actual crisis es hacer campaña todo el tiempo, es politizar el debate. Valiéndose de la precipitación de los promotores, la reacción se dio en todos los sitios, lo que permite dejar a la derecha a la defensiva.

Los promotores confiesan que intentan un proceso que excluya a Lula de la vida política.

Lula dio el tono político de la reacción. Los movimientos populares han salido a las calles. Los juristas interpelan en distintos niveles las arbitrariedades de los promotores. La mídia alternativa hizo circular las versiones reales de los acontecimientos y el significado.   Articulistas de la derecha se lamentan que se haya dado espacios públicos de nuevo a Lula y bajo la imagen de víctima de arbitrariedades.

La derecha brasileña se juega con todo lo que tiene. Creyó que tenía la situación bajo control y usó su bala de plata en contra de Lula.

Lula salió engrandecido moral y políticamente; sus adversarios, en situación embarazosa.

La crisis brasileña está lejos de terminar. Los promotores buscan nuevas formas de dar continuidad a la ofensiva contra Lula, pero con el bono del desgaste de la operación frustrada del 4 de marzo.

El gobierno, a su vez, tiene una nueva oportunidad, frente a las grandes movilizaciones populares, de reencontrarse con los intereses del pueblo, cambiando la política económica.  

Pero lo fundamental es que Lula se cansó de ser perseguido y, a lo largo de aquel viernes, asumió definitivamente que es candidato a presidente de Brasil. (O)

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