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Se han encontrado cementerios clandestinos en los campos de paso de migrantes

Los rohingyas de Birmania huyen de la pobreza y la violencia

Migrantes rohingyas están abordo de un barco a la deriva en el mar de Andamán, frente a la isla Koh, en el sur de Tailandia. Foto: AFP
Migrantes rohingyas están abordo de un barco a la deriva en el mar de Andamán, frente a la isla Koh, en el sur de Tailandia. Foto: AFP
16 de mayo de 2015 - 00:00 - Agencias y redacción

La policía y autoridades de Birmania tienen un mensaje claro para la minoría rohingyas: no los queremos en el país. Para aislarlos definitivamente se construyó un espacio cerrado para albergar al menos 100.000 miembros de la comunidad rohingyas. En este lugar viven sin acceso a médicos, educación y se alimentan con lo que pueden cultivar. Así lo comprobó el periodista del diario The New York Times, Nicholas Kristof el año pasado.

En un video de 15 minutos Kristof relata cómo es la vida de esta minoría, la más perseguida del mundo y cuya situación sigue siendo ignorada por el resto de países del sureste asiático.

Hoy los rohingyas son noticia, porque un nuevo barco fue encontrado navegando por el Golfo de Bengala tratando de llegar a las costas de Malasya. Emigran huyendo de la violencia y pobreza de sus países. Pero lo cierto es que los rohingyas han enfrentado discriminación desde hace década, incluso desde que llegaron a Birmania por primera vez en el siglo 19 cuando Gran Bretaña gobernaba este país.

Desde 1948 las leyes de Birmania se volvieron más estrictas y los rohingyas no pudieron demostrar su residencia en el país. En 1978, más de 200.000 iniciaron el primer éxodo a otros países asiáticos.

Este año la situación ha adquirido un pico todavía más dramático, pues miles de migrantes están varados en el mar tras haber sido abandonados por los traficantes, ahuyentados por la nueva política represiva de Tailandia, un punto de paso muy utilizado hasta el momento. “Algunos padres gritan y otros se desmayan al oír hablar de los barcos a la deriva”, cuenta Hla Myint, representante de la comunidad, que vive en un campo cerca de la ciudad de Sittwe en el estado de Rakhine (oeste).

“El gobierno (de Birmania) ha creado unas condiciones de vida diseñadas para destruir a los rohingya” llevando a mucha gente a emigrar, declaró Matthew Smith, de la asociación de defensa de derechos humanos Fortify Rights.

A pesar de que muchos rohingya están en Birmania por generaciones, se les priva de la ciudadanía y durante mucho tiempo se les ha considerado como inmigrantes ilegales en el vecino Bangladés.  

La situación empeoró con el ascenso del budismo extremista en Birmania y los enfrentamientos intercomunitarios que estallaron en 2012 y que dejaron más de 200 muertos y 140.000 heridos, principalmente musulmanes.

Según datos de la ONU, entre enero y marzo de este año más de 25.000 personas, incluyendo muchos rohingyas, pero también migrantes de Bangladés que huyen de la pobreza, se embarcaron en la bahía de Bengala para esta peligrosa travesía. “No es sorprendente que estas personas, desesperadas, salgan al mar con la esperanza de encontrar un futuro más seguro para sí mismos y para sus hijos”, considera Nicholas Farrelly, especialista en Birmania en la Universidad Nacional de Australia.

Pero esta minoría de 1,3 millones de personas en Birmania y 300.000 en Bangladés, “está abandonada a la deriva, sin amigos y a menudo menospreciada”. Los políticos birmanos, inmersos en un año electoral, tienen que enfrentar el ascenso del nacionalismo budista y ninguno se atreve a implicarse en el destino de los rohingyas. (I)

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