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Los refugiados sirios rehacen su vida en la Franja de Gaza

Anas Qaterji, refugiado sirio que huyó de la guerra en Alepo, atiende a los clientes en su restaurante en Gaza.
Anas Qaterji, refugiado sirio que huyó de la guerra en Alepo, atiende a los clientes en su restaurante en Gaza.
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Cuando el restaurante familiar de Alepo se derrumbó bajo las bombas, Anas Qaterji decidió huir de Siria. Entró en la Franja de Gaza cruzando la frontera egipcia por un túnel subterráneo.

Desde su llegada en 2013, este joven de 29 años recuperó un poco de prosperidad en este territorio palestino controlado por el grupo islamista Hamas y bajo bloqueo israelí.

Abrió un restaurante como el que tenía cerca de la ciudadela de Alepo, la capital económica siria.

En el campamento de refugiados de Nuseirat, al sur de la ciudad de Gaza, Anas Qaterji compró un local de 50 metros cuadrados por $ 50 mil.

De Alepo salvó un tablero, según él de 500 años de antigüedad, con versículos del Corán caligrafiados. El vestigio destaca en medio de la pequeña cantina del inmenso campo donde se hacinan casi 160 mil refugiados en condiciones míseras.

Encima de cafeteras tradicionales y de tazas de cobre un panel proclama: “Restaurante Jar al Qalaa 2: os llevamos a Alepo”.

Es difícil contabilizar a los sirios de Gaza. Muchos llegaron porque en Egipto carecían de medios de subsistencia. Cruzaron ilegalmente durante la corta presidencia del islamista Mohamed Mursi, derrocado en 2013. Desde entonces, el ejército egipcio destruyó la mayoría de los túneles que usaron.

Se estima que al menos 150 refugiados sirios viven en el enclave palestino controlado por Hamas, según fuentes locales. Ninguno se ha registrado ni declarado oficialmente su entrada.

Pobreza endémica

Warif Qasem Hamido, a la cabeza de una asociación siria, también se fue de Alepo. Llegó en 2013, junto a 11 familias sirias. En Gaza abrió un restaurante, Suriana. Solo 4 sirios lograron tener éxito, asegura. Para los demás la vida es “dura”.

Gaza quedó asolada por 3 guerras con Israel entre 2008 y 2014. El desempleo ronda el 45% y los cortes eléctricos son habituales por la escasez de combustible.

La agencia de la ONU para los refugiados de Palestina (UNRWA) ayuda a buena parte de la población, pero no se ocupa de los sirios, que “carecen de medios para pagar el alquiler, curarse o abonar los gastos de universidad de sus hijos”, lamenta Warif Qasem Hamido.

Para las situaciones más urgentes, la asociación de esta presentadora de un programa de televisión sobre los sirios de Gaza pide ayuda en las redes sociales. Acaba de juntar dinero para financiar la operación quirúrgica de Isam, un niño de 3 años.

‘El mismo sufrimiento’

Qaterji echa de menos a sus ancianos padres, que se quedaron en Alepo, pero no volverá. En Gaza conoció a la que se convirtió en su mujer. Los clientes acuden a su restaurante para comprar shawarmas y otras delicias sirias a buen precio.

Nadia Baraka, de 20 años, es una de ellas. Viene por el paladar y para expresar su “solidaridad a los alepinos que padecen los mismos sufrimientos que nosotros durante las ofensivas israelíes”. La estudiante admira la elegante decoración de la sala en la que los camareros van vestidos al estilo otomano.

“Aquí todo el mundo habla de Alepo, los palestinos siguen muy de cerca la actualidad siria”, asegura Anas.

Muchos sirios están desesperados. Majed al Atar, de 47 años, se fue de Damasco en 2012 y entró a través de un túnel. Escapó de la guerra, pero en Gaza vivió 2 ofensivas israelíes.

Solo encontró trabajos precarios que no le dan para pagar el colegio de sus hijos ni la operación de vista de su mujer. Como las autoridades no le ayudan queda a expensas de las asociaciones caritativas.

“Los organismos encargados de los refugiados deben hacernos salir de Gaza y reubicarnos en otro sitio porque la situación empeora a diario”, afirma, alarmado.

La semana anterior Hamas, el movimiento, que gobierna la Franja de Gaza desde 10 años, eligió como jefe a Yahya Sinuar. En tanto, Israel continúa ocupando Cisjordania, ejerciendo un bloqueo sobre Gaza, y prosigue la colonización. (I)

Los habitantes piden libros para abrir biblioteca

Mossab Abu Toha nunca ha salido de Gaza, pero los libros han sido su vía de escape. Ahora, está luchando para abrir la primera biblioteca en lengua inglesa del acosado territorio palestino.

“Envíennos libros en inglés, nuevos o usados”, dice este hombre de 24 años, entusiasta, en su página de Facebook.

Abu Toha, como muchos gazatíes atrapados en el enclave palestino por las restricciones egipcias e israelíes, sueña con viajar.

“La libertad empieza cuando uno libera su mente”, dice el joven diplomado en Literatura Inglesa por la Universidad Islámica de Gaza, que comparte su pasión con la enseñanza de Shakespeare en una escuela de Naciones Unidas.

“He leído docenas de libros en inglés y con ellos puedo viajar a todos los países del mundo y por todas las épocas. Me siento como en otro mundo”, afirma.

Israel lleva bloqueando Gaza una década mientras que la frontera con Egipto también está mayoritariamente cerrada.

Los que consiguen aprovechar las escasas aperturas que Egipto permite nunca saben realmente cuándo podrán volver.

En un territorio donde hasta la llegada de productos básicos no es sencilla, la literatura también es una víctima de la política. Incluso la idea de recurrir a ediciones digitales es difícil. (I)

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