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Los refugiados sirios expresan una sensación de abandono
El ministro de Asuntos Exteriores español, José García-Margallo, visitó el campo de refugiados sirios de Zaatari, el más grande de la región, en el que los exiliados le transmitieron la “sensación de abandono” que tienen por parte de la comunidad internacional.
Más de 100.000 refugiados sirios “viven” en este campo que fue construido en un principio para albergar a 60.000 personas y que se ha visto desbordado ante la llegada masiva de exiliados que huyen de la guerra civil en su país.
El 58% de los refugiados de este campo es de niños, explicaron algunos responsables de las agencias humanitarias que trabajan en Zaatari, ubicado cerca de la frontera con Siria.
Aproximadamente 400.000 sirios han cruzado, desde el inicio del conflicto en marzo de 2011, a Jordania, un país que afronta dificultades para poder dar asistencia a los exiliados, por lo que ya ha abierto un segundo campo de refugiados.
García-Margallo se desplazó en su segundo día de gira por Oriente Medio a Zaatari, ubicado a unos 80 kilómetros al noreste de Ammán, para comprobar las dificultades que tiene Jordania para acoger a los miles de refugiados.
El jefe de la diplomacia española, acompañado por el director del campo, mantuvo conversaciones con refugiados que le manifestaron que la comunidad internacional está “obligada” a suministrar ayuda porque no ha sido capaz “de resolver la situación en Siria”.
“Te dicen que la comunidad internacional debía haber acabado hace tiempo con Bashar al Asad, no lo ha hecho, por tanto es una responsabilidad suya”, explicó García-Margallo.
El ministro de Exteriores subrayó que los refugiados tienen “sensación de abandono y de injusticia por permitir que la violencia y las matanzas que se producen en Siria no hayan sido atajadas por la comunidad internacional”.
Los sirios que huyen de la violencia de su país recorren un largo camino hasta llegar a Jordania y, principalmente, proceden de Deraa -la provincia meridional en la que estalló con más fuerza en marzo de 2011 la rebelión contra el régimen de Bashar al Asad-, aunque con el recrudecimiento del conflicto también llegan desde Damasco, incluso de Homs.
Cansancio, sensación de abandono y enfado son los sentimientos que transmiten algunos de los refugiados, que explican lo difícil que es vivir en Zaatari.
“La vida aquí es muy difícil, no tenemos nada, solo tenemos a Dios”, se lamenta un anciano que lleva una semana en el campo. Otros son más optimistas y exclaman: “¡La vida aquí no está mal, gracias a Dios!”.
Sin embargo, García-Margallo constató in situ esas dificultades y reconoció al término de su visita que la situación es “extremadamente difícil, muy delicada y frágil” por los problemas de suministro de agua, de energía, de salud y de educación.
Los que no pierden la sonrisa son los niños que hasta llegar al campo han sido testigos de bombardeos, violencia y muertes.