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Las fuerzas armadas en ese país europeo cuentan con 51 mil oficiales y suboficiales
Los comandantes y generales españoles pueden ganar hasta $ 6.000 al mes
A Luis Gonzalo Segura, 38 años y teniente del Ejército español, lo expulsaron de la institución hace un año tras publicar el libro Un paso al frente. Con un expediente militar sin mácula sobre sus espaldas en los 12 años que cumplió servicio, Segura denunció y cuestionó con dureza el actual modelo y funcionamiento de las Fuerzas Armadas, una institución que considera estancada en el pasado, estructurada sobre feudos y castas.
Arriba están los altos cargos, los comandantes y generales, cuyos sueldos desorbitados de hasta $ 6.000 al mes, además de los incentivos que reciben por desplazamientos y viajes por Europa dentro del marco de la OTAN, se complementan con ventajas en selectos clubes privados, accesos a residencias de descanso y campos de golf exclusivos para su ocio.
Abajo del escalafón se encuentra el resto de la tropa, los suboficiales, pero sobre todo los soldados, con pagas mensuales que en el mejor de los casos no superan los $ 1.100 y en el peor los $ 360, que viven recluidos en barracones gélidos, sin privilegios de ningún tipo y con escasas posibilidades de lograr ascensos. “El orden establecido es lo más parecido al de un estado medieval”, relata este exmilitar español.
Rocío Amor conoce bien la vida en el ejército. Su hijo se enroló en las fuerzas aéreas para combatir en Afganistán. Su destino fue Herat, al sur del país, enclavado en la misión ISAF bajo mando de la OTAN. Seis meses después regresó y renunció a su puesto.
“Pasaron tanto frío en aquellas tiendas de planchas metálicas que acabaron comprando ropa térmica a los estadounidenses. La comida de los soldados también era un horror, alguna todavía conservaba el sello de control de 1980, que en nada se parecía a la de los oficiales. Pero lo peor fue el trato recibido por parte de los oficiales”, detalla Amor.
Hubo una situación en especial que rememora con pavor. Rocío estuvo dos días sin poder contactar a su hijo mientras los informativos no cesaban de narrar el asedio talibán a la base aérea española. Temió lo peor, pero cuando al fin hablaron, le describió la angustiosa situación vivida por culpa del capricho de un alto mando.
“Habían perdido un dron de verificación en una zona montañosa que se encontraba bajo control de los talibanes. El general ordenó recuperarlo, pese a que los mediadores afganos recomendaron no salir de la base ante el peligro de sufrir un ataque”. Una noche seleccionaron a 15 soldados, entre los que estaba su hijo, los montaron en un convoy artillado y los lanzaron a las tinieblas del desierto con la misión de recuperar el artefacto “a cualquier precio”.
La fortuna les sonrió. Tras dos días de rastreo por terrenos sembrados de minas, recuperaron el dron extraviado. “Era de primera generación, de cartón, y estaba inservible e irrecuperable”, dice Rocío. Al regresar, entre carcajadas, el oficial lo tiró a la papelera y volvió plácidamente a su habitación individual.
Para 2016, el Ministerio español de Defensa cuenta con un presupuesto de $ 5.734 millones, una cifra que, pese a los recortes aplicados al resto de direcciones del Gobierno, supone 0,4% más alta que en 2015.
Este ligero incremento no significará un aumento del contingente humano que seguirá contando 79.000 efectivos de tropa y 51.000 oficiales y suboficiales. Para algunos especialistas, estos números reflejan el anacronismo organizativo del Ejército español: casi un oficial por cada 2 soldados.
Para comprender el motivo de esta desequilibrada proporción habría que remontarse a la dictadura de Francisco Franco cuando los militares formaban parte de la clase dirigente y sus vidas estaban envueltas en grandes privilegios. Hoy poco ha cambiado. El ascenso en el escalafón militar y, por lo tanto, el acceso a prebendas especiales, como viviendas del Estado, residencias vacacionales o el transporte privado está regulado por los mismos patrones que se dictaron en el franquismo. Es decir, en el Ejército español se asciende por antigüedad y no por cualificación, lo que sitúa a sus oficiales entre los más veteranos del mundo.
“El resultado es que existen coroneles al mando de una piscina o de una residencia, y que hoy hay más tenientes-coroneles en España que tenientes. Una aberración”, asegura el exmilitar Segura. Para este año, el Ministerio de Defensa ya ha contratado 88 apartamentos residenciales para oficiales, cuyos precios oscilan entre los $ 1.800 y $ 2.400. Las condiciones para el arrendamiento exigen el equipamiento completo, su situación a más de 400 metros de una estación de ferrocarril y a menos de 400 o 1.000 metros de una playa. Estos datos fueron publicados en el Boletín Oficial del Estado. Además, en los presupuestos para 2016 hay una partida reservada de $ 225.000 para ayudas al alquiler de casas para miembros destacados de la Armada. Exactamente igual que en 1975.
Las pequeñas modificaciones introducidas en el estamento militar fue remodelar la academia de oficiales, que siguió bajó el estricto control de la antigua escala superior de mando, quienes consideran a los suboficiales y a la tropa “como el enemigo” y con quienes nadie de su rango puede tener relaciones.
Luis Gonzalo Segura relata cómo le bajaron las calificaciones por entablar amistad con soldados rasos. “Recuerdo a un capitán que solía desayunar siempre con otros capitanes, hasta que ascendió a comandante y dejó de desayunar con los capitanes para hacerlo solo con los comandantes. A sus antiguos compañeros dejó de dirigirles la palabra”, cuenta en su libro. (I)
Datos
Un soldado raso percibe a su entrada al Ejército una paga de $ 362 al mes que puede incrementarse con incentivos hasta llegar a los $ 1.100.
Los que están destinados en misiones de la OTAN ganan $ 3.000. Un oficial cobra $ 3.000 al mes en su lugar de residencia, pero el sueldo se triplica si dirige una unidad en el extranjero.
El Ministerio de Defensa de España posee algo más de 44.000 viviendas para oficiales y suboficiales. Los soldados reciben una compensación por el alquiler y una dieta en función del número de familiares a su cargo.
Si un soldado español muere en maniobras de la OTAN, sus familiares pueden recibir una indemnización superior a los $ 140.000. Si el accidente sucede dentro de España, sus familiares recibirán una pensión vitalicia que no supera los $ 1.000 al mes. (I)
La pensión de retiro subirá este año
Un militar de alto rango se jubila con $ 7.200
Otro de los asuntos incendiarios en las Fuerzas Armadas de España es el tema de las indemnizaciones y las pensiones. En la actualidad, los militares que cumplen su contrato al llegar a los 45 años deben abandonar las Fuerzas Armadas con derecho de hasta dos años de subsidios por desempleo y con una asignación anual de $ 7.200 hasta la jubilación.
La propuesta, compartida por el Gobierno, es que esa cantidad ascienda a los $ 9.700 a partir de este mismo año. Respecto a las reparaciones, la cosa es más compleja. La suma para las familias de los militares fallecidos en misiones internacionales, como Afganistán, es de $ 140.000. Si el deceso ocurre en otro lugar del planeta, no supera los $ 22.000 que contempla el seguro colectivo, que el ministerio tiene firmado con una aseguradora privada, y una pensión extraordinaria de clases pasivas nunca inferior a los $ 662 para el padre y otros $ 662 para la madre.
Un colectivo de suboficiales ha tratado de negociar una mejora para los de su clase. Los soldados rasos, en cambio, tienen la orden de guardar silencio. Su relación profesional con el Ejército incluye el despido fulminante. Durante la dictadura de Francisco Franco (1939-1975) más del 82% del gasto del Ministerio de Defensa se destinaba a pagar sueldos y pensiones. En ese entonces los gastos militares representan el 17% del presupuesto de España. (I)