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La esposa del mandatario se hará cargo de temas sociales
Los brasileños protestan contra el gobierno interino de Michel Temer
Un bocinazo nacional. Así recibieron miles de brasileños la primera entrevista del presidente interino, Michel Temer, con la TV Globo, la emisora que ayudó a destruir la imagen de la presidenta Dilma Rousseff, suspendida en sus funciones a la espera de un juicio político en el Senado.
Horas antes, grupos feministas, en Sao Paulo, juntaron a 10.000 personas en la Avenida Paulista para pedir “Fuera Temer”. Ninguna mujer está en el gabinete presidencial. La esposa del Mandatario, que tiene 42 años menos que él, Marcela, será “encargada de acciones sociales” en caso de que Rousseff sea expulsada del cargo definitivamente.
El presidente interino asumió el jueves pasado luego de que el Senado suspendiera por 180 días -hasta dar un veredicto- a la presidenta Rousseff, contra quien conspiró en el Congreso el vicepresidente, quien ahora intenta implementar una agenda neoliberal.
Pero esta vez los barrios ricos no tuvieron el eco que sí tenían contra Rousseff. Esta vez hubo cacerolazos, bocinazos y ‘pitazos’ en los barrios de clase media baja, donde se concentran los votantes del Partido de los Trabajadores (PT) o donde es menor el apoyo a la actual alianza del gobierno provisorio.
En la entrevista, Temer dijo que no va a postularse a la reelección en las elecciones de 2018 porque está decidido a “ser impopular”, ya que tomará iniciativas que no agraden a la población, pero que “produzcan beneficios para el país”.
El ajuste prometido por el nuevo gobierno fue rechazado incluso por los sindicalistas de derecha que ayudaron a Temer y al suspendido presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, a apoyar y motorizar el juicio político contra Rousseff, pagado por unos $ 15.000 por el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) a la abogada Janaina Paschoal, exfuncionaria del gobierno de Fernando Henrique Cardoso (1995-2002) y profesora de la Universidad de Sao Paulo. (I)
Punto de vista
Temer: de informante de EE.UU. a presidente
Juan Manuel Karg
Politólogo UBA / Investigador
IIGG y CCC
@jmkarg
Las primeros días de Michel Temer en Planalto dejaron mucha tela para cortar sobre lo que será su presidencia, ya sea interina o hasta 2018. En primer lugar se observó un gabinete 100% blanco, sin mujeres por primera vez desde la década del 70, y sin la presencia de movimientos sociales. Esto es aún más revelador cuando se viene de un gobierno conducido por una mujer, con amplio apoyo del Movimiento Sin Tierra y otras organizaciones sociales y sindicales, como la CUT, y con funcionarios negros y mulatos en diversas dependencias estatales.
Además Temer anunció el despido de 4 mil trabajadores estatales, lo que tiene vinculación con su idea de un “Estado menor”, al que hizo referencia durante su frío discurso de juramentación. El nuevo Ministro de Finanzas, Henrique Meirelles, prometió continuidad de programas sociales para quienes “realmente los necesitan”, dando a entender que habrá política social focalizada, un leitmotiv de la derecha latinoamericana, que esconde la ausencia de políticas universales de cara a los sectores más postergados. Como se ve, un gobierno ortodoxo de verdad, con un enfoque económico cercano al promovido por los países de la Alianza del Pacífico, donde no se ha reducido la desigualdad en la última década.
Pero la novedad más importante tiene que ver con la revelación de WikiLeaks en relación a la participación de Temer como informante de las agencias de inteligencia de EEUU. En cables datados en 2006, puede leerse que el Frank Underwood brasilero era asiduo de la Embajada norteamericana en Brasilia, que estaba interesada en una ruptura del PMDB con el PT, a fin de derrotar a la experiencia lulista. “No tiene objeciones al ALCA” figura en los archivos desclasificados que filtró la organización creada por Julian Assange, que con esta publicación cumple un destacado rol -una vez más- para mostrar la verdadera cara del presidente interino.
Posiblemente motivado por esta conexión evidente que revelara WikiLeaks, el nuevo canciller brasilero, José Serra (PSDB), se apresuró en denunciar a las cancillerías de Bolivia, Ecuador, Venezuela, Cuba y Nicaragua durante su primer día al frente de Itamaraty. Pero Serra no se quedó allí: además del ALBA denunció a la Unasur, organización de doce países en cuyo nacimiento Brasil tuvo un rol destacado, con Lula a la cabeza. Lo hizo con una durísima carta contra Ernesto Samper, su Secretario General. Toda esta seguidilla de desmanes diplomáticos provocó el repentino entusiasmo de Alfonso Prat Gay, Ministro de Hacienda argentino y ¿ex? funcionario de la JP Morgan, quien dijo que la situación en Brasil es una “oportunidad para refundar el Mercosur”. A juzgar por las declaraciones de la cancillería argentina, en supuesto respeto a las instituciones que fueron precisamente las que promovieron el “golpe”, la visión de Prat Gay es compartida por todo el gobierno de Macri.
El retroceso de Brasil es evidente. Días bastaron para ver un giro brusco, que tiene repercusiones continentales. Un Brasil que comenzó a dejar de mirar a América del Sur y a enfocar su política internacional en Washington y Bruselas, “con o sin el Mercosur”. Un Brasil que buscará aislar la experiencia de los gobiernos progresistas y populares que aún siguen en pie en la región, intentando acrecentar la presión internacional sobre la Venezuela bolivariana. Un Brasil donde se buscará desterrar (finalmente) la experiencia del Partido de los Trabajadores en el gobierno por sus aciertos y no por sus errores. Vienen días y meses convulsionados en el gigante sudamericano. Solo una resistencia popular de dimensiones podrá desbaratar el intento de restauración conservadora en curso. (O)