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Merkel apoya sanciones más estrictas para quienes cometan estos delitos

Las agresiones en Colonia, otro peso para refugiados

Las denuncias de refugiados en Colonia fueron aprovechadas por extremistas que convocaron a una marcha.
Las denuncias de refugiados en Colonia fueron aprovechadas por extremistas que convocaron a una marcha.
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Colonia se encuentra a orilla del río Rin, al oeste de Alemania y unos 100 kilómetros de la frontera con los Países Bajos. Con un poco más de un millón de habitantes es una ciudad comercial e industrial, preferida por migrantes por las oportunidades de trabajo. El 31 de diciembre de 2015, y como ocurre cada año, miles se congregan en la estación de trenes del lugar para festejar. Justo allí decenas de hombres con mucho alcohol y quizás bajo el efecto de drogas atacaron, robaron y ultrajaron a mujeres, tanto turistas como locales.

“Cuando semejante horda se junta para infringir la ley, parece que ha sido algo planificado de una u otra manera. Nadie me hará creer que esto no ha sido coordinado o preparado”, declaró el ministro de Justicia alemán, Heiko Maas, sobre los ataques ayer.

Las autoridades registraron 379 denuncias por agresiones, el 40% de estas acusaciones se relacionaba con abusos sexuales. “Tenemos que esclarecer rápidamente cómo pudieron ocurrir semejantes actos”, aseguró Maas.

El ministro instó a los alemanes a no meter a todos los demandantes de asilo en el mismo saco, después de que la Policía revelara que al menos 18 refugiados participaron en los hechos de Colonia. “Es azaroso vincular el origen de una persona con su propensión de infringir la ley”, dijo, recordando que, según las estadísticas, los refugiados “cometen proporcionalmente tantos delitos como los alemanes”.

Las palabras del ministro no son compartidas por los alemanes de extrema derecha, pues más bien los hechos ocurridos en Colonia constituyen otro peso más para los migrantes que buscan regularizar su estatus en Alemania y en Europa.

El movimiento islamófobo de Pegida y otras organizaciones aprovechan lo ocurrido para sembrar la duda en los alemanes con respecto a los 1,5 millones de refugiados en el país europeo.

“Tengo miedo por el futuro de mis cuatro hijos”, decía un asistente a la marcha contra los migrantes el pasado sábado y que votó durante 30 años a la CDU (de la canciller Angela Merkel), partido por el que ahora se siente traicionado.

En Alemania, según estudio del instituto de la ciudad de 2004, el 13% de las alemanas sufre o experimenta violencia sexual y solo el 8% lo reporta. Los activistas defensores de migrantes alegan, basados en estas cifras, que el acoso sí es una problemática en el país y los atacantes son de diversa índole. Además indica que hechos violentos hacia las mujeres ya ocurren en fiestas como el Octoberfest.

Tras los sucesos de Colonia, Merkel se ha visto obligada a restringir su política de apertura a los refugiados. “Colonia lo ha cambiado todo, la gente duda”, resumió este fin de semana Volker Bouffier, uno de los líderes del partido conservador CDU.

El fin de semana Merkel anunció el endurecimiento del régimen de expulsiones de los solicitantes de asilo o de los refugiados condenados por la justicia, aunque sea a penas en suspenso, e insistió en su “deber de integración”.

El ministro del Interior, Thomas De Maizière, quiere reforzar la presencia policial en las calles y aumentar las cámaras de videovigilancia. Incluso entre los socialdemócratas, el principal socio de la coalición gubernamental, hay partidarios de endurecer el arsenal legislativo contra los solicitantes de asilo que infrinjan la ley.
No es prematuro hablar de giro”, declaró Andreas Rödder, profesor de historia contemporánea de la Universidad de Maguncia.

El Gobierno alemán se niega a cerrar las fronteras o a limitar arbitrariamente el número de migrantes autorizados, pero en las últimas semanas recortó el derecho de asilo nacional. Su objetivo es hacerlo menos atractivo para los candidatos de Medio Oriente, Afganistán o el norte de África y descartar a los procedentes de países considerados seguros. Entre estos últimos incluye a los Balcanes, y pronto podrían seguirles Marruecos y Argelia.

La situación es delicada para la canciller alemana por la cantidad de migrantes que llegan (entre 3.000 y 4.000 a diario pese al invierno, y 1,1 millones en 2015) y las dificultades de contener el flujo migratorio.

Muchos países europeos, en particular los del este, se niegan a aceptar una cuota de distribución en la Unión Europea (UE), y las medidas de Turquía para frenar la partida de migrantes desde sus costas “es lejos de ser satisfactoria” para Bruselas. (I)

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