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La Unión Cívica Radical abandonó sus bases por la derecha de Macri

De izquierda a derecha: Ernesto Sanz, exponente del ala derechista de la UCR, y Mauricio Macri, del PRO.
De izquierda a derecha: Ernesto Sanz, exponente del ala derechista de la UCR, y Mauricio Macri, del PRO.
22 de marzo de 2015 - 00:00 - Marcelo Izquierdo, corresponsal en Argentina

La Unión Cívica Radical (UCR), el partido político más antiguo de  Argentina fundado en 1891, para luchar contra el conservadorismo más rancio que dominaba el país a fines del siglo XIX, le propinó una fuerte cachetada a sus orígenes populares y dio un enorme giro a la derecha.

El “radicalismo”, que tuvo en el dos veces presidente constitucional Hipólito Yrigoyen (1916-22 y 1928-30) a su principal caudillo y en Raúl Alfonsín  (1983-89)  a su figura más respetada desde la recuperación de la democracia, delineó una alianza electoral con la derechista Propuesta Republicana (PRO), del alcalde de Buenos Aires, Mauricio Macri, con vistas a las elecciones presidenciales de octubre.

Macri es un fiel heredero de aquellas fuerzas conservadoras nucleadas en el desaparecido Partido Autonomista Nacional (PAN) que Yrigoyen derrotó en 1916 con el voto de obreros, fuerzas populares y la clase media conformada por los hijos de los inmigrantes europeos que llegaban en masa al país. Yrigoyen sufrió en 1930 el primer golpe militar de la historia argentina.

El acuerdo, al que muchos viejos afiliados califican de “traición”, establece que el senador  radical  Ernesto Sanz, exponente del ala derechista de la UCR, competirá con Macri y la diputada Elisa Carrió, de la Coalición Cívica (que se autodefine de centroizquierda) en las primarias abiertas y obligatorias de agosto próximo. De allí saldrá el candidato presidencial del nuevo frente electoral que aspira a suceder a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Sanz argumentó el acuerdo en la necesidad de que “el republicanismo democrático derrote al populismo autoritario” encarnado a su juicio por el gobierno “kirchnerista” en los últimos 12 años.

La alianza, decidida en la convención nacional partidaria, cayó como un balde de agua fría en las bases, en lo que se considera una “ruptura de facto” en el partido.  Muchos recordaron una frase profética de Alfonsín, en la década del 90 en pleno auge del neoliberalismo, cuando advirtió que “si la sociedad se hubiese derechizado, lo que la UCR debe hacer en todo caso es prepararse para perder elecciones, pero nunca para hacerse conservador”.

El senador radical y comediante Nito Artaza, una figura mediática por sus orígenes en el teatro y la TV, dijo que el acuerdo con la derecha significa “una ruptura de facto” en el radicalismo. “Todo esto obliga a que algunos  busquemos un camino más progresista, como puede ser Margarita Stobizer”, la candidata presidencial del agujereado frente de centroizquierda UNEN, al que pertenecían la UCR y hasta hace unos meses la legisladora Carrió.

Artaza fue incluso más allá: anunció su renuncia como secretario de Cultura del partido. “no puedo estar en la mesa (de conducción) porque han tomado una decisión muy grave y equivocada”.

Desde el gobierno, el  jefe de gabinete, Aníbal Fernández, echó gasolina al fuego: “hay mucha gente que cree que aquella fuerza que defendía los intereses de los que menos tenían, hoy se ha convertido en un partido de derecha y eso es muy difícil de tragárselo.  Si Alfonsín se levantara de la tumba lloraría largamente”, apuntó.

Aníbal Torres, afiliado con 32 años de antigüedad en la UCR,  dice  a EL TELÉGRAFO  sentirse “desilusionado” por la decisión de la cúpula del partido. “Aliarse con Macri es tomar un giro a la derecha conservadora, la antípoda del radicalismo de Yrigoyen y Alfonsín. Le veo más similitudes al radicalismo de Alfonsín con el kirchnerismo que con el PRO. Por ejemplo en derechos humanos. Macri está en la otra vereda”,  afirmó.

Pero más allá del acuerdo ya comenzaron los primeros encontronazos. La UCR cree que la alianza, en caso de ganar las elecciones presidenciales de octubre con cualquiera de los tres precandidatos que irán a una interna común, debería convertirse en un gobierno de coalición y no en un mero acuerdo electoral para evitar una nueva era “kirchnerista”. Pero Macri pareció desechar la invitación: dijo que no está “para repartir pedazos de pizzas (cargos, ndr), estoy para armar equipos”.

Pero una coalición de gobierno entre las tres patas de esta alianza electoral parece de todos modos lejana teniendo en cuenta que Carrió tildó en el pasado reciente a Macri, hoy su socio, de “contrabandista, corrupto e incompetente”, entre otros calificativos.

El senador Fernando “Pino” Solanas, del desmembrado frente opositor UNEN, dijo que “Sanz. Macri y Carrió”, de llegar -a la Casa Rosada, sede del gobierno, “van a privatizar el país entero. Ha triunfado una línea que lleva a la consolidación de un polo conservador fuerte” en el país, concluyó.

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