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La revolución de la mujer tardaría 170 años

La revolución de la mujer tardaría 170 años
04 de diciembre de 2016 - 00:00 - Gorka Castillo, corresponsal en España

La historia ocurrió hace 4 décadas en la capital de Islandia, Reikiavik, y sirve para ilustrar cómo acciones sociales audaces pueden impulsar cambios políticos avanzados. Todo sucedió en 1975 cuando las mujeres de la ciudad decidieron salir a la calle para denunciar la desigualdad que existía en el país en el reparto de las tareas domésticas.

“Debo aclarar que en Islandia es fácil protestar pacíficamente porque no tenemos policía armada y podemos tirar al Parlamento plátanos, yogures y cosas así”, comenzó el relato de aquellos hechos el actual responsable del Centro para la Igualdad de género islandés, Tryggvi Hallgrimsson, durante una conferencia pronunciada hace unos meses en la ciudad vasca de San Sebastián.

Bromas aparte, aquella insólita protesta “logró paralizar la economía del país durante un día”, continuó, hasta el punto de que hoy todos la conocen como “el Día de la Salchicha” porque aquella tarde ese producto desapareció de los supermercados. Y es que los hombres demostraron que no sabían cocinar otra cosa. “Aquello fue un hito y ha quedado como una especie de mito. Aunque algunos varones ridiculizaron la protesta, hasta los medios más conservadores entendieron su importancia y tuvo efecto inmediato sobre la legislación”, concluyó Hallgrimsson.

Así es como Islandia aprobó una Ley de Igualdad al año siguiente y hoy lidera los rankings mundiales en este ámbito. Sin embargo, no hubo nada de autocomplacencia en la exposición del “Día de la Salchicha”.

El propio responsable del centro para la igualdad islandés reconocía que su país no es el paraíso de la igualdad de género, digan lo que digan las estadísticas, y prueba de ello es que el pasado 24 de octubre cientos de mujeres abandonaron su puesto de trabajo a las 14:38 horas, la cifra exacta del diferencial salarial con los hombres, para reclamar el final de una discriminación insostenible. “El mayor problema es el mercado laboral”, justificó Hallgrimsson las limitaciones que existen para establecer políticas de igualdad genérica, incluso en un país donde el 40% de los cargos directivos es de mujeres.

Porque, aunque la situación ha mejorado mucho en los últimos años, el panorama en España es bastante peor. O, para ser exactos, los obstáculos profesionales que deben sortear las mujeres españolas para trabajar se multiplican por 2. Mientras los nórdicos siguen inalterables en la primera posición en igualdad de género —acceso a la sanidad, educación, participación económica y representación política— a escala mundial, los ibéricos no pasan del puesto 25 entre los 145 países que el Foro Económico Mundial analizó el pasado año, 8 puestos por delante de Ecuador y 13 por detrás de Nicaragua, el país latinoamericano mejor colocado.

Varias organizaciones españolas comenzaron a valorar seriamente la posibilidad de repetir la exitosa experiencia celebrada el pasado 7 de noviembre en Francia cuando miles de mujeres detuvieron su actividad laboral a las 16:34 horas para advertir que, en función de su diferencia salarial con los hombres, su trabajo durante los días que restan hasta fin de año no es contabilizado.

Una discriminación que, según los expertos, no se eliminará hasta 2186. En España ya se ha lanzado una campaña con el lema #YoTrabajoGratis, en el que se denuncia que las trabajadoras españolas “regalan” de media 54 días de sueldo cada año, en comparación con lo que cobran los hombres. En este sentido, desde el sindicato mayoritario en el país, UGT, explican a EL TELÉGRAFO que las discriminaciones laborales que soportan las mujeres en España “como son el acceso al mercado de trabajo, las modalidades de contratación, la duración de la jornada o las interrupciones de carrera para el cuidado de familiares, les perjudican económicamente a lo largo de toda la vida acentuándose a la hora de su jubilación”, añade una portavoz.

“Los hombres se quejan más y las mujeres trabajan más para cobrar lo mismo”, remarca Eloísa Vera, socióloga y militante de un colectivo de mujeres de Madrid. Cambiar mentalidades es una labor tremendamente compleja y, en este caso, la socióloga también señala a ellas como parte destacada del problema “porque no se trata de que los hombres hagan más, sino de que nosotras hagamos menos”. Y pone como ejemplo las tareas del hogar, donde cree que hoy se juega gran parte de la lucha por la igualdad.

En un país como España, donde las mujeres ingresan de media el 19% menos de salario por hora trabajada que los hombres y donde los contratos a tiempo parcial afectan a ambos sexos por igual, “¿por qué, entonces, la responsabilidad de la casa y el cuidado de los familiares recae principalmente en las mujeres?”, se pregunta Eloísa Vera. Los datos confirman su interrogante. Según datos del Instituto Nacional de Estadística de 2015, los españoles dedican a estas labores 2 horas al día por 3,5 horas las españolas.

A diferencia del gobierno francés, cuya ministra de Derechos de la Mujer, Laurence Rossignol, aplaudió a las trabajadoras de su ministerio que secundaron la huelga femenina del 7 de noviembre, el ejecutivo español no ha mostrado excesivas preocupaciones por taponar los casi 20 euros al día ($ 21,11) menos que gana una mujer respecto a un hombre que realiza su misma ocupación.  En esta línea se mostraron Unidos Podemos y el PSOE durante el breve lapsus que duró la anterior legislatura al pedir al Gobierno la recuperación del ministerio de la Mujer como organismo propio e incrementar el régimen sancionador a las empresas que incumplan las leyes contra la desigualdad laboral. La respuesta del PP aún no se ha producido. (I)

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