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La calidad de la educación pública argentina va en decadencia

La crisis en el sector educativo comenzó en los 90, durante la era neoliberal del presidente argentino, Carlos Menem (1989-99).
La crisis en el sector educativo comenzó en los 90, durante la era neoliberal del presidente argentino, Carlos Menem (1989-99).
Foto: La Nación
27 de marzo de 2017 - 00:00 - Marcelo Izquierdo, corresponsal en Argentina

La educación pública argentina, pilar fundamental de la creación de amplios sectores de clases medias herederas de la enorme corriente migratoria europea del siglo XX, está en crisis. No es de ahora.  Viene cayendo desde hace décadas. Y la paralización de hecho del ciclo lectivo que sufre el país austral, con huelgas y movilizaciones masivas, es una muestra más de esa decadencia a la que han contribuido –aun hoy- varios gobiernos.

Hasta bien entrados los años 80, los argentinos de clase media y los sectores más empobrecidos tenían en la escuela pública su punto de encuentro. Allí confluían tanto el hijo del barrendero como el del abogado del barrio, pasando por los hijos de comerciantes y empleados. Los colegios estatales eran una muestra de la realidad social de un país donde el Estado brindaba una base de oportunidades a todos sus ciudadanos.

Incluso, no estaba bien visto que una familia de clase media enviara a sus hijos a una escuela privada. Era una opción reservada solo a los ricos que deseaban educar a sus hijos en colegios de élite.  Pero algo cambió. O, mejor dicho, se rompió en ese sistema educativo argentino que fue un foco para América Latina. La crisis comenzó en los 90 durante la era neoliberal del presidente Carlos Menem (1989-99).

“En los años ‘90 se produjo un aumento considerable de la pobreza, resultante de las políticas de ajuste, de la aplicación de subsidios que beneficiaron a las empresas privadas y a los grupos vinculados con el poder económico, con recortes de las áreas de salud, empleo y educación”, dijo el profesor Emilio Bianchi Bustos, docente de Diseño y Comunicación en su estudio sobre ‘La educación desde los años 90’.

Y recordó: “una de las consecuencias de mayor envergadura en materia educativa de las medidas neoconservadoras fue la sanción de la Ley Federal de Educación. Esta instauró en la educación una profunda reforma que tuvo como principal objetivo la reducción de los “gastos” del Estado en materia educativa y la descentralización de los servicios educativos” trasladados a las provincias.

Los conflictos no tardaron en estallar. Las huelgas fueron constantes y derivaron en la famosa ‘Carpa Blanca’ levantada por los docentes ante el Congreso, en lo que fue una de las protestas más extensas de esa década en reclamo de aumentos de fondos para la educación. El conflicto duró dos años.

Tras el fin del neoliberalismo y la crisis social del 2001, el ‘kirchnerismo’ intentó enderezar el rumbo con mayor presupuesto educativo, la obligatoriedad de la escolarización secundaria y una nueva ley de educación que anulaba la vigente desde los años 90. A pesar de que en su gestión el gobierno se atribuyó la construcción de 1.824 escuelas, se entregaron millones de computadoras gratuitas a estudiantes y se logró el regreso de miles de alumnos que habían abandonado sus estudios a raíz de la Asignación Universal por Hijo, no se pudo frenar el éxodo constante al sistema privado de las clases medias.

La oposición entonces acusó al ejecutivo de nivelar hacia abajo la educación evitando la repitencia del alumnado con menor calidad y exigencia. Además los paros por reclamos salariales fueron constantes, lo que agravó la situación de la escuela pública. Se estima que solo entre el 2003 y el 2011 la participación en la educación privada en el total del sistema subió del 22% al 28,6%.

Bajo rendimiento escolar

Como resultado de estos modelos neoliberales y políticas que más tarde repartieron aciertos y errores, la educación argentina tocó fondo. Las pruebas nacionales de evaluación ‘Aprender 2016’ dejaron resultados negativos.

Las primeras conclusiones visibilizaron “un nivel crítico y extremadamente bajo en lengua y matemáticas en los alumnos secundarios”. Siete de cada 10 estudiantes que egresaron de la secundaria a fines de 2016 “solo pudieron realizar operaciones elementales como sumar, multiplicar y resolver situaciones problemáticas simples”. En el área de Lengua, casi la mitad obtuvo calificación por debajo del nivel básico.

En el nivel primario, cuatro de cada 10 estuvieron por debajo del desempeño básico en Matemática y un tercio tuvo “desempeños básicos o por debajo de ese nivel en Lengua, con características similares a los del secundario”.

Otra de las conclusiones reflejó una amplia “brecha de aprendizaje” entre los estudiantes de escuelas privadas y públicas. Cuatro de cada 10 chicos de sexto grado estatal alcanzaron apenas niveles básicos en Lengua, mientras que en el sector privado fueron dos de cada 10.

En Matemática, del último año del secundario la mitad de los estudiantes en escuelas de gestión privada arañó niveles de desempeño básicos, mientras que en el sector estatal, esa cifra se proyectó a 8 de cada 10.

Macri provocó la ira de los docentes cuando sostuvo que “hay una terrible inequidad entre aquel que puede ir a la escuela privada versus el que tiene que caer en la escuela pública”.

Las pruebas recibieron un coro de críticas. El exministro de Educación ‘kirchnerista’, Alberto Sileoni, dijo que estos exámenes formaron parte “de un montaje para hacer pensar que la vida empieza el 10 de diciembre (del 2015 cuando asumió Macri). Se está preparando un diagnóstico del horror para abrir las puertas a un ajuste en el sistema educativo”.

Para el secretario general del Sindicato Único de Trabajadores de la Educación de la provincia de Buenos Aires, Roberto Baradel, “la conclusión (oficial) es que los chicos no aprenden porque los maestros no enseñan. Y entonces hay que avanzar sobre los derechos de los trabajadores, pero también segmentar el sistema educativo de tal manera que la privatización empiece a calar en el sistema de enseñanza pública de la Argentina”.

Los maestros no se quedaron callados. Como lo hicieron hace 20 años, salen a las calles a defender la escuela pública y mantienen hoy virtualmente paralizado el inicio del ciclo lectivo con seis días de huelga en las últimas tres semanas. (I)   

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