Familiares de estudiantes desaparecidos se citan en el DF luego de caravana
Pasaron siete días encima de autobuses, recorrieron carreteras y caminos de todo México pero no llegan cansados. Familiares y compañeros de los 43 estudiantes desaparecidos han renovado las fuerzas.
"Nos dio más valor para seguir luchando", dice María Inés Abraján, tía de Adán Abraján, uno de los normalistas que fueron secuestrados por policías la noche del 26 de septiembre en Iguala.
Es que tres caravanas de familiares y estudiantes han recorrido el país en tiempo récord. Con los nombres de los tres muchachos asesinados en Iguala -Julio César Mondragón, Julio Ramírez Nava y Daniel Solís Gallardo- fueron hasta los extremos sur y norte del país, Chiapas y Chihuahua respectivamente. El tercer grupo anduvo por ciudades, pueblos y comunidades de Guerrero.
Este jueves finalmente se juntaron en la capital mexicana donde el primer balance fue sumamente positivo.
"Porque la gente nos ha recibido muy bien, se han portado muy amable a pesar de que no nos conocen", dice doña María Inés y resume la experiencia: "Nos han abierto las puertas de sus ciudades y de sus corazones. Vimos que sienten el mismo dolor que nosotros sentimos".
La prensa nacional dio poca cobertura a las caravanas. Sin embargo, familiares y estudiantes no se frustran. Lo importante, consideran, es que "logramos que mucha gente despierte". Además, termina María Inés Abraján, "no nos importa perder la vida sino encontrar a nuestros muchachos".
Al llegar a la capital se toparon con una ciudad movilizada, no sólo por una marcha. Este día, en la "#AcciónGlobalPorAyotzinapa", hubo expresiones de todo tipo: paro en escuelas públicas y privadas; intento de toma del aeropuerto; carteles en casas de familia; acciones culturales espontáneas en esquinas donde grupos de personas aprovechaban la luz roja de los semáforos para desplegar banderas y cartulinas.
Para las delegaciones de familiares y normalistas no todo fue sencillo. También se toparon con operativos de seguridad y policías que complicaron el avance. En la caseta de Cuernavaca, por ejemplo, retuvieron algunos autobuses mientras en el monumento a la Revolución quisieron retirar los camiones. Salieron al cruce familiares como doña María Inés.
Chaparrita y decidida, con una gran fotografía del sobrino desaparecido en sus manos, encaró al policía. "¡En vez de que nos ayuden a encontrar a nuestros hijos nos agreden! ¡No les pagamos para eso! ¡aquí no manda el gobierno sino el pueblo!", le dijo y fue suficiente para lograr que el agente a cargo emprendiera la retirada.
