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Entrevista / Ahmed Soliman / investigador del programa Chatham House
“En Kenia no se trata de un conflicto religioso”
Kenia debe resolver primero la enorme desigualdad social y la discriminación a su población keniata-somalí si quiere combatir el creciente nivel de violencia y ataques terroristas del grupo islamista Al-Shabab, responsable la semana pasada del sangriento ataque a la universidad keniana de Garissa, que terminó con 147 muertos y 79 heridos, en su mayoría estudiantes.
De lo contrario, el grupo vinculado con Al-Qaeda seguirá utilizando cada vez más ‘tácticas guerrilleras’, propagando el mensaje erróneo “de que se trata de un conflicto religioso entre musulmanes y cristianos”.
En una entrevista con Ahmed Soliman, investigador del programa de África para el ‘think-tank’ británico Chatham House y uno de los mayores especialistas en el mundo sobre la situación política y social en Kenia, el especialista explica la gravedad del problema y los desafíos que las autoridades kenianas tienen frente de sí para resolver la situación a futuro.
¿Podría explicarnos cómo ha crecido la crisis actual en Kenia y por qué se ha deteriorado tanto la situación en ese país africano?
Al-Shabab, el grupo que ha admitido responsabilidad por llevar a cabo varios ataques en Kenia, surgió en Somalia en los últimos 10 años convirtiéndose ahora en una de las principales amenazas de seguridad en la región, no solo en Somalia. Y ello incluye recientemente haber lanzado una serie de ataques como el perpetrado en 2013 cuando entre 10 y 15 hombres armados irrumpieron en el exclusivo centro comercial Nakumatt Westgate. Como resultado de este ataque y de la posterior operación de rescate, resultaron muertas al menos 72 personas, incluyendo 61 civiles, 6 soldados del ejército keniano y 5 de los atacantes, dejando también heridas a entre 175 y 200 personas más en un tiroteo masivo en Nairobi.
El ataque a la universidad de Garissa es el más grande hasta ahora, y se debe a que el gobierno keniano tiene tropas como parte de la Unión Africana que lograron expulsar a Al-Shabab de las zonas urbanas muy pobladas en Somalia, especialmente desde 2011. Ese año Kenia decidió que unilateralmente invadiría la zona sur de Somalia para crear ‘una zona de protección’ que protegiera su integridad territorial de potenciales ataques de Al-Shabab. Kenia terminó involucrándose cada vez más en enfrentamientos con la insurgencia. Al-Shabab se ha debilitado debido al avance de las tropas de la Unión Africana en Somalia, como también tras el asesinato de su líder Adnan Garaar, por haber sido blanco de varios ataques con drones, especialmente en 2014, como también erupciones internas en la organización, que han llevado al grupo no solo a perder varios de sus líderes, sino también su dirección y fuerza. Como consecuencia de ello, Al-Shabab ha empleado más tácticas guerrilleras. Hemos registrado más de 100 tipos de ataques de distintos niveles en Kenia desde 2011.
¿Cree que el problema se está volviendo ahora religioso, entre musulmanes y cristianos?
Es una pregunta muy difícil. Pero no creo que se trate de un conflicto religioso. Al-Shabab definitivamente quiere hacernos creer que se trata de un conflicto religioso entre musulmanes y cristianos. Tratan de propagar este mensaje para generar inestabilidad interna en Kenia. Pero Al-Shabab ha pasado mucho tiempo ejecutando, decapitando, matando y penando a musulmanes somalíes y de otras nacionalidades en Kenia. Hubo, por ejemplo, musulmanes que murieron en este último ataque en la universidad de Garissa, asesinados con disparos en la cabeza, del mismo modo que cristianos. Lo cierto es que las tácticas y acciones de Al-Shabab van más allá de esto. Han matado a muchos musulmanes y solo les interesa plantar esa semilla del odio dentro de Kenia para ver si pueden aumentar poder para sí mismos y lograr sus propias ambiciones. La idea de que Kenia busque superar y resolver esto es muy importante, es algo muy difícil, pero hay ciertas acciones del gobierno, como la que hemos visto este miércoles, cerrando ciertas compañías financieras (de envío de dinero), que pueden ser vistas como mal asesoradas, y podrían llevar a keniatas-somalíes a pensar que su gobierno los está penando.
También está el problema de los intereses de Kenia dentro de Somalia, como sus intereses de gas y de otros sectores de la economía. ¿Qué piensa al respecto?
Existen esos intereses. Pero aún estamos muy lejos de ver tareas de exploración de gas en Somalia. Obviamente los actores regionales tendrán sus intereses geopolíticos y económicos acerca de lo que pasa en los países vecinos. Hay una integración regional que está ocurriendo en el Cuerno de África, y esto es algo que se ha visto amenazado. Hay un proyecto en Lamu (Etiopía) para tratar de transformar el puerto allí, y también mejorar la red de transporte regional, mejorar las exploraciones de petróleo y gas en el sur de Sudán y en otros sitios. Hay una visión para una integración regional que está en marcha en el Cuerno de África. Así que estos ataques de Al-Shabab buscan interrumpir esta integración y cualquier progreso al respecto.
¿Ve alguna salida viable al problema de violencia en Kenia y Somalia, y en caso afirmativo, qué medidas cree que deberían tomarse para conseguirla?
Es muy difícil que se logre detener este tipo de ataques terroristas aislados. La frontera entre Somalia y Kenia es muy extensa. Estamos viendo cómo la población somalí-keniata ha sido atacada y se ha visto discriminada. Hay keniatas-somalíes que se han sumado a la campaña de Al-Shabab, participando de sus ataques.
Así que se está volviendo más un problema interno, en lugar de uno que proviene exclusivamente de Somalia.
El hecho de que el gobierno de Kenia esté reconociendo esto y tome pasos para mejorar las relaciones entre comunidades, propagando mensajes de tolerancia religiosa y de otro tipo es algo muy útil. Como también mejorar tácticas de inteligencia, las políticas anti-terroristas y aumentar el número de fuerzas de seguridad. (I)