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El tema migratorio domina la campaña de Donald Trump
La Calle 8 de la Pequeña Habana, arteria que identifica y concentra a la comunidad cubana en Miami, no mostró un movimiento inusual la noche del martes, después que la candidatura de Donald Trump lograra el visto bueno del partido Republicano para las elecciones presidenciales de noviembre. La falta de reacción obedece a que el resultado arrojado en Cleveland, Ohio, ya se conocía de antemano y al recelo que despierta el discurso antiinmigrante que en pocos meses levantó la figura del multimillonario sobre la de importantes cuadros de esa organización con una vasta trayectoria en la función pública.
Puertas adentro y afuera se consideró que el ascenso se impulsó en una suerte de “juego sucio” que sin pudor contradice el carácter de Estados Unidos como nación de inmigrantes donde no debería haber lugar para la discriminación. Por su parte, la campaña de Trump siempre tuvo claro que las primarias apuntan a recoger el favor de los radicales de la tendencia; bases que se nutren en importante medida de norteamericanos empobrecidos, que se sienten afectados por la falta de educación, empleo y oportunidades, debido a la presión que ejercen millones de indocumentados.
El tema es crucial y pone en juego la unidad del partido. El primer día del evento algunas delegaciones se rebelaron, exigiendo el cambio de reglas del cónclave y que los delegados voten en libertad, sin apegarse a compromisos adquiridos en las primarias de cada jurisdicción, en las que ampliamente venció la posición de Trump. La propuesta no fue aceptada por la Dirección de la Convención. Según analistas de CNN, el apoyo que recibió esta parcialidad de parte de los oficiales del Comité Nacional Republicano (CNR) –instancia responsable del programa político- es un síntoma del acercamiento definitivo del candidato nominado del Partido Republicano y el abandono de cualquier recelo de esta organización por la proximidad del poder que se atisba en las encuestas.
El tema seguirá siendo central en la campaña contra la postulante demócrata Hillary Clinton, puesto que la estrategia la mantuvo Trump dentro de la cita Republicana el lunes 18, cuando se presentaron testimonios de ciudadanos que supuestamente perdieron a familiares por la acción de inmigrantes ilegales. En declaraciones recogidas por Diario de Las Américas en su edición digital del día 19, Brent Wilkes, director ejecutivo de la Liga de los Latinoamericanos Unidos aseguró que el enfoque fue “ofensivo y racista”. “Todos sabemos lo despreciables que son los asesinatos, pero el mensaje fue que los indocumentados están más predispuestos que otros a cometerlos”.
Helen Aguirre, responsable del CNR para medios hispanos respondió. “El tema de inmigración es difícil y delicado. El discurso no es antiinmigrante, se busca poder tener un lugar donde se pueda hablar de inmigración, de forma completa, inteligente y sana”.
Como respuesta a la intención de “criminalizar a los indocumentados” organizaciones promueven la participación electoral de los hispanos. Arturo Vargas, director ejecutivo de la Asociación Nacional de Funcionarios Latinos Electos y Designados (Naleo) dijo que se está incrementando el registro de estos ciudadanos por primera vez para votar. “Poder votar es la primera acción de la mayoría de inmigrantes para convertirse en ciudadanos”. También se trabaja en este sentido con los consulados de México.
Sin embargo, el voto hispano no pliega totalmente hacia la tendencia anti Trump. Para habitantes de la Pequeña Habana el silencio mantenido por esta zona el martes es una muestra del denominado “voto vergonzoso” que favorece al candidato de derecha. “Estoy segura de que muchos latinos votarán por él, aunque hoy se lo callen”, comenta Bertha Hernández, republicana de origen nicaragüense, propietaria de la tienda El Gato Tuerto en plena Calle 8. Su afirmación se basa en las masivas deportaciones aplicadas por el actual presidente demócrata Barak Obama y en la esperanza de que Trump arreglará la situación de millones de personas, al tiempo que negará, con la construcción del muro en la frontera con México, la entrada de nuevos viajeros. De esa manera, “mejorará las oportunidades de los latinos que ya habitan en los Estados Unidos”.
Por otra parte, el registro electoral de hispanos enfrenta el amplio nicho de indiferentes ante la política, pues en este país, el voto no es obligatorio. En 2014 del total de registrados para votar, sufragó el 42,5%; y del total de la población en edad de votar lo hizo el 33%.
Por ello, la polémica surgida por las acusaciones a Melania Trump de plagiar el discurso a favor de su esposo a la actual primera dama Michelle Obama, que se desplegó en las principales cadenas noticiosas el martes 19, pasó casi inadvertida ante surfistas, ciclistas y paseantes del sector de South Beach.
Precisamente ayer una integrante de la campaña de Trump admitió haber usado frases de Obama para armar el discurso de Trump. Melania Trump “me leyó algunos pasajes del discurso de la señora Obama” por teléfono, como ejemplo de lo que ella quería decir ante la convención, dijo Meredith McIver, redactora del texto de la alocución. “Los escribí y luego incluí alguna de las frases en el borrador que se convirtió luego en el discurso final. No verifiqué los discursos de la señora Obama. Ese fue mi error”.
La táctica favoreció a la tendencia anti-Trump y a los demócratas, los que parecen dispuestos a dejar escrúpulos y echar mano de armas similares a su contendor, alejándose de ideologías y tesis programáticas. De esa manera se buscaría popularizar la política. Algo en principio factible en una sociedad donde mercado y consumo ponen su impronta día a día. (I)