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Punto de vista
El regreso del neoliberalismo en Argentina
A solo tres días del crucial balotaje que definirá quién gobernará la Argentina en los próximos cuatro años, flota en la aire la sensación de que la supervivencia al frente de los destinos del Estado de la experiencia centro izquierdista que condujo los destinos del país durante los 12 años de gobierno de Néstor y Cristina Kirchner solo podrá garantizarse por la reacción –quizás tardía, es cierto– de la militancia del peronismo, y lo que es aún más trascendente, por el despertar de la conciencia de la sociedad respecto a los logros alcanzados y que hoy se ven jaqueados por el más agresivo intento de restauración conservadora que acecha al continente.
Más que por los escasos aportes a la estrategia electoral explicitados por la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, de las erráticas contribuciones de su gabinete de ministros, de los intentos discursivos diferenciadores del candidato oficialista Daniel Scioli o de la voluntad política de una dirigencia afín al proyecto que generó las principales transformaciones en la Argentina reciente, lo cierto es que el rebelde resurgir de una ciudadanía dispuesta a no dar marcha atrás en sus conquistas es lo que revitalizó, en las últimas horas, las perspectivas de triunfo de Scioli, pese a que diferentes sondeos de opinión –todos ellos decididamente equivocados en la primera vuelta electoral del pasado 25 de octubre– lo siguen dando perdidoso frente a su contrincante ultraliberal Mauricio Macri.
En los últimos días, manifestaciones populares convocadas a través de las redes sociales confluyeron en plazas y espacios públicos de todo el país para mostrar su adhesión al candidato Scioli, quizás más por oposición a su rival que por simpatías con el actual gobernador de la provincia de Buenos Aires, la más extensa y densamente poblada de la Argentina.
Espontáneamente, miles de mujeres y hombres de diferentes estratos sociales ganaron las calles con consignas como "Patria o Macri", "Mi límite es Macri" y "Scioli o Buitres", en alusión a las intenciones del candidato conservador de arreglar a cualquier precio con los fondos buitres que pugnan judicialmente en tribunales neoyorquinos para que Argentina cancele deudas con inversionistas privados como Paul Singer o el Fondo Elliot, quienes compraron bonos de la deuda argentina a precio vil y hoy pretenden cobrarlos a valores de usura.
Lo que los argentinos con memoria rechazan son las intenciones de la Alianza Cambiemos, encabezada por Macri, en el sentido de impulsar una devaluación del peso frente al dólar del orden del 60%, lo que adicionalmente acarrearía un rebrote inflacionario que perjudicaría básicamente a los sectores populares. Negado por Macri en lo discursivo, todos sus referentes económicos han repetido ese libreto en sus apariciones mediáticas, hasta que el propio candidato opositor los llamó a silencio a fin de evitar la fuga de votantes.
También esbozaron su intención de abrir las importaciones –lo que impactaría en la segura reducción de puestos de trabajo de argentinos–; de suprimir los subsidios a servicios como los de energía y transportes, lo que encarecería las facturas que pagan los usuarios; o de volver a entregar al sector privado empresas estatizadas por el kirchnerismo como Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) o Aerolíneas Argentinas.
Lisa y llanamente, volver a aplicar esas políticas de sesgo neoliberal representaría el regreso argentino a los postulados del Consenso de Washington, que en el 2001 llevó a un estallido social, con represión y decenas de muertos, y que arrastró al país de la carne y el mate a su casi disolución institucional.
Así, la campaña del oficialismo pivotea en la recordación de aquellos días aciagos, en comparación con el constante crecimiento y desarrollo social experimentado en los 12 últimos años de gobierno kirchnerista, en los que todos los indicadores sociales y económicos experimentaron una franca mejoría. Por caso, en esta semana se conoció oficialmente que el índice de desocupación alcanzó el 5,9%, el más bajo de los últimos 28 años.
“Campaña del miedo”, acusan desde el macrismo. Por el contrario, los militantes del candidato Scioli refieren que “decir la verdad respecto a hacia dónde quieren retrotraernos no es miedo, sino la valentía de expresar que no queremos volver allí”.
Quizás quien mejor lo ha graficado en estas horas ha sido el destacado actor Darío Grandinetti, quien señaló que en caso de ganar Macri “uno ve lo que pasa en el mundo con las políticas neoliberales y tiene miedo porque va a ser muy grave, tengo miedo de volver a tener ganas de vivir en otro país; tengamos cuidado argentinos porque ya no hay Europa a donde escapar". Cristalina referencia a la triste realidad padecida por miles de argentinos desterrados a fines de la década del ’90 y comienzos de 2000, cuando partieron al exilio en busca de las oportunidades laborales que su país les negaba. Resulta ocioso consignar que hoy España, Italia o Grecia no son buenos mercados a dónde dirigirse en busca de trabajo, por no mencionar la amenaza latente del terrorismo en cualquier punto del viejo continente.
Por estas horas, la reacción de los argentinos que rechazan volver a aquellos días aciagos también ha encontrado respaldos fuera de las fronteras nacionales. Así, destacados académicos y dirigentes políticos de la región y el mundo dieron su apoyo a la candidatura de Daniel Scioli y llamaron la atención sobre las “repercusiones continentales” que acarrearía “una restauración conservadora” en Argentina.
“Si la derecha llegara a acceder a la Casa Rosada provocaría un cambio en la actual correlación de fuerzas regional”, dijeron en un documento el ministro ecuatoriano de Cultura, Guillaume Long; el ministro boliviano de la Presidencia, Juan Ramón Quintana; el ex presidente hondureño Mel Zelaya, el sociólogo mexicano Pablo González Casanova, el ex canciller nicaragüense Miguel d’Escoto y el teólogo brasileño Frei Betto, entre otros intelectuales y políticos.
“Un posible triunfo del macrismo en la Argentina representaría el reimpulso para las fuerzas de la derecha continental que pretenden vencer en Venezuela el 6 de diciembre, impedir la postulación de Evo Morales a través del referéndum que tendrá lugar en febrero próximo en Bolivia y precipitar el derrocamiento ‘legal’ de Dilma en Brasil”, señala el texto suscripto por la Red de Defensa de la Humanidad.
La obstinada resistencia de la militancia peronista/kirchnerista, más el esclarecido comportamiento del pueblo argentino que justiprecia los riesgos de todo lo que está en juego en la elección del domingo, habla a las claras de la disputa de fondo, que no es otra que el intento de retorno de los personeros del capital hiperconcentrado, quienes añoran volver a detentar el poder en los países de la América del Sur valiéndose de mandatarios serviles a sus intereses.
El domingo a la noche, cuando hablen las urnas, sabremos quién ganó histórica pulseada. (O)
(*) Licenciada en Comunicación Social, y docente de las carreras de Periodismo y Comunicación de las Universidades Nacionales de La Plata y Avellaneda (República Argentina)