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El PSOE elige un líder para evitar su ruptura
Después de casi 8 meses de descalificaciones despiadadas, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) se enfrentó ayer a la mayor encrucijada de su centenaria historia. Tres candidatos a ocupar la secretaría general llegaron a la cita con las urnas pisándose los talones en las encuestas cuando hace unas semanas parecía cantada la victoria de la candidata oficialista Susana Díaz.
Pero la gigantesca militancia socialista se movilizó como nunca hasta la fecha. Casi el 52% de los 187.949 afiliados censados acudieron a depositar su papeleta en los 2.907 centros de votación habilitados por todo el país, cansados, decían, de ver cómo sus dirigentes bajaban la cabeza sin consultar con su base social ante las medidas de austeridad impuestas desde Bruselas.
Algunos veteranos militantes que se acercaron hasta la sede central del PSOE en Madrid reconocían a EL TELÉGRAFO el miedo que les provoca el descalabro sufrido por otros partidos socialistas, como el francés, hoy al borde de la desaparición, “por perder sus referentes obreros y plegarse al gran capital”.
Díaz, presidenta de Andalucía, la gran favorita sobre todo después de haber recibido el espaldarazo de toda la guardia pretoriana del poderoso aparato político socialista con Felipe González al comando, ha visto en los últimos días cómo los sondeos aproximaban peligrosamente a Sánchez y dejaban algo más alejado al candidato del consenso interno, el vasco Patxi López.
De quien salga victorioso de las urnas dependerá en gran medida las relaciones del PSOE, el segundo partido más numeroso del Congreso, con el gobierno de Mariano Rajoy y con Podemos.
Precisamente, la línea que ha fracturado a los socialistas es si fue correcto permitir en octubre pasado que el Partido Popular (PP) volviera a gobernar en España, principalmente cuando la derecha no ha dejado de protagonizar escándalos de corrupción.
Sánchez, secretario general entre 2014 y el 1 octubre de 2016, centró su campaña en la idea de que esa decisión, promovida por los rivales que lo defenestraron en una revuelta interna, fue “una pésima decisión” que ha dejado al partido “a la deriva”. Sus detractores, encabezados por Díaz y la gestora que ha gobernado estos últimos 8 meses, suelen responderle siempre igual: resignarse a la oposición era inevitable, sobre todo porque bajo su liderazgo el PSOE cosechó los peores resultados electorales de su historia. Pese a las buenas intenciones de Patxi López con un discurso de reconstrucción y contrición a partes iguales, es evidente que las heridas abiertas entre los otros 2 sectores son tan profundas que gane quien gane resultará difícil evitar un cisma definitivo.
El socialismo español respira hoy un emponzoñado clima de competición con Podemos, su rival a batir porque es el partido que ha empezado a desplazarles en el liderazgo único de la izquierda en el país.
Miles de manifestantes apoyaron el sábado en Madrid una moción de censura presentada por Podemos contra el gobierno de Mariano Rajoy, aunque la formación izquierdista reconoció que esta no va a prosperar en el Parlamento español, donde carece de apoyos suficientes. (I)