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El mensaje del Presidente Mariano Rajoy y de su agrupación política se agota

El PP muestra grietas internas ante una derrota electoral en España

El líder de la agrupación política Podemos, Pablo Iglesias (centro), y su equipo en una asamblea en Madrid, España. Foto: Archivo
El líder de la agrupación política Podemos, Pablo Iglesias (centro), y su equipo en una asamblea en Madrid, España. Foto: Archivo
05 de abril de 2015 - 00:00 - Gorka Castillo. Corresponsal en Madrid

Mariano Rajoy, el presidente español peor valorado de las últimas décadas, el líder tranquilo que asumió el legado de José María Aznar como un acto de servicio, es hoy un político nervioso ante el oscuro resultado que las encuestas electorales vislumbran para su partido. Pese a sus intentos por demostrar que el transformismo dialéctico es útil para convencer a la gente de que la crisis ha pasado y de su honestidad, el descalabro obtenido en las elecciones andaluzas ha sumido al Partido Popular en un desánimo de proporciones desconocidas. Rajoy es consciente de que su mensaje se agota.

Un ejemplo se vivió el lunes pasado en la reunión semanal de la ejecutiva nacional del Partido Popular (PP) cuando el presidente de España, rompiendo con su estilo apagado, exigió al resto de los compañeros mayor compromiso. “¡¡Qué hable alguien!!”, clamó a gritos, publicó el diario El País. Pero a esa llamada enfurecida solo se sumaron aquellos ansiosos que sueñan con verlo partir hacia el basurero de la historia: el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), por ejemplo, que ha visto en estas grietas conservadoras la última oportunidad para frenar su propia caída. Los nuevos partidos, como el izquierdista Podemos y el liberal Ciudadanos, constatan la posibilidad de convertirse en las alternativas de gobierno y sepultar de esta forma el bipartidismo imperante en España desde 1982. La primera batalla se librará el próximo 24 de mayo con la celebración de unas elecciones locales y autonómicas que servirán de termómetro para calibrar el deseo ciudadano por el cambio. Estos comicios pueden ser demoledores para el PP si pierde el control de Madrid, uno de sus bastiones tradicionales.

Embarrado en incontables casos de corrupción, Rajoy capituló hace un mes ante Esperanza Aguirre, una de sus más incómodas enemigas en el partido, al nombrarla candidata a la Alcaldía. A pesar de ello, la de Aguirre no ha sido una maniobra de supervivencia personal ante el riesgo de un posible desastre. Para ella, todavía hay tajada política que sacar si gana las elecciones en la capital y si pierde, no pasará nada. La apuesta es fuerte.

El problema es que le ha salido una excelente contrincante entre las masas de indignados que han formado la plataforma denominada ‘Ahora Madrid’, en la que está incluido Podemos. Su candidata, la veterana magistrada Manuela Carmena, es una prestigiosa luchadora de las causas perdidas en España, primero como activista contra el franquismo y después como defensora de las clases más golpeadas por la crisis. Pocos han olvidado que en 1996, cuando el problema de los desahucios era una cuestión marginal, la entonces jueza denunció que un 3% de las 8.000 familias que aquel año perdían su casa en Madrid se quedaba en la calle y peleó duro por la creación de un parque de viviendas públicas para los casos más dramáticos.

No ha trascendido el motivo principal que ahora la ha empujado para aspirar al gobierno de la capital y dejar en suspenso su brillante y amada carrera judicial. Hay quien asegura que detrás está su deseo de amargarle la fiesta a Esperanza Aguirre, una mujer a la que detesta porque jamás ha prestado atención a la tristeza, la rabia y la frustración de los más desfavorecidos.

“Además de poner en marcha los medios y recursos para detener los desahucios, frenaremos la privatización de los servicios públicos y la venta de patrimonio público”, anunció en rueda de prensa.

Mientras la candidata de Ahora Madrid proclamaba su hoja de ruta, en un hotel cercano, Aguirre continuaba escrudiñando un curioso casting de candidatos a acompañarla en su lista electoral. Se trata de una singular apuesta de selección “entre simpatizantes con proyección y buenas cualidades para ejercer el liderazgo”, como ella misma se ha encargado de explicar. Pese a que Aguirre sigue encabezando las encuestas, pocos consideran que esta ceremonia servirá para convencer a los miles de indecisos que habitan en la capital. Ciudadanos, el partido que ha surgido de la nada con un discurso “liberal y sin traumas” del cambio en España, puede arrebatar al PP madrileño un número de concejales suficiente para impedir su gobierno.

Pero la “originalidad” de buscar nuevos políticos hasta debajo de las piedras, no es un invento conservador. Casi todos los partidos del espectro ideológico en España han introducido caras conocidas de ámbitos tan saludables como la educación, la literatura o el cine.

El PSOE acude a la Asamblea madrileña con Ángel Gabilondo, exrector muy querido y que, además, es hermano del periodista más famoso del país, Iñaki Gabilondo. Izquierda Unida espera que un poeta, Luis García Montero, los salve del despeñadero al que parecen dirigirse en Madrid tras la irrupción arrolladora de Podemos. Esta fiebre se ha extendido a ciudades como Oviedo, donde concurrirá la escritora Ángeles Caso en una plataforma cercana al partido de Pablo Iglesias; Valencia donde un novelista exitoso como Fernando Delgado encabezará la lista del PSOE; y Cataluña, donde el popular actor llamado Juanjo Puigcorbé se ha comprometido con los independentistas de Esquerra Republicana en el Ayuntamiento de Barcelona.

Los ruidos de sables no son aún audibles en España. Lo que sí es palpable es que las resultados de mayo marcarán el camino hacia las presidenciales que se celebrarán en noviembre. Y el veredicto de esas elecciones será implacable con el futuro del país. (I)

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