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El nuevo Plan Cóndor
Alentada por el éxito del golpe de Estado blando en Brasil, la reacción regional e internacional apura procesos que permitan el retorno de las élites a los gobiernos sudamericanos. El presidente golpista Temer ha conformado un gabinete -sin mujeres ni representaciones de la variada étnica brasileña-, con representantes de las finanzas y negocios, donde no falta un canciller que trató en vano de ser elegido en las urnas. La prensa, activo factor del golpe, resalta que los ‘mercados’ han respondido con entusiasmo, atemperado por las críticas a los designados, que en su mayoría afrontan juicios por corrupción.
Con la interrupción del proceso democrático en Brasil, precedido por los golpes en Paraguay y Honduras, avanza la derecha. En Argentina, Venezuela y Bolivia ha conseguido, en procesos eleccionarios, el cambio de régimen en la primera y la desestabilización creciente en las otras.
Un guión similar se aplica en las acciones contra otros gobiernos progresistas: con la ayuda de los oligopolios mediáticos de cada país, profundamente penetrados y dirigidos por agencias extranjeras de conocido origen, activan una salvaje campaña a través de prensa, radio, televisión y redes, maximizando los errores, reales o sugeridos -a veces incluso calumniando-. Se minimizan u ocultan los logros, a fin de crear una imagen negativa a nivel interno y externo. Aquello es un recurso importante, que coadyuva en las campañas electorales a desorientar a sectores de la población, que optan por dar su voto a quienes son sus históricos adversarios. El objetivo es conseguir la primera magistratura o el poder Legislativo. El Judicial juega un rol trascendente y por su intermedio se ejerce una revancha rencorosa y sin escrúpulos.
En Argentina, Macri triunfó por estrecho margen, pero con el apoyo de sectores del peronismo ha impuesto leyes, con las cuales ha revertido una serie de conquistas sociales logradas en los gobiernos Kirchner. En poco tiempo se ha incrementado la pobreza con un inusitado despido de más de cien mil trabajadores; se ha elevado los precios de combustibles y energía eléctrica; devaluado el peso y aumentado la inflación. Anuncia la apertura de una base militar norteamericana, lo que evidencia la inspiración y los objetivos.
En Brasil y Venezuela operan desde los parlamentos. En el país bolivariano han contado con la ayuda abierta de gobernantes de derecha españoles y de la región. La poderosa prensa, una vez más, es protagonista con la ayuda de sus colegas de fuera, de un proceso -sin precedentes- de demonización del Gobierno. Ello en momentos en los que la caída del precio del petróleo y de la mayoría de las exportaciones ha recortado los recursos que permitieron avances impresionantes. La derecha venezolana ha utilizado todos los medios, incluida la violencia, y propicia una intervención militar foránea, acorde con viejas prácticas imperiales.
Posibles errores en la conducción gubernamental no justifican este nuevo Plan Cóndor, que busca internacionalizar la reacción, como lo hizo en los tenebrosos 70. (O)