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El mandatario de rusia, vladimir putin, expresó su solidaridad al presidente erdogan

El Gobierno turco pide a los inversionistas que mantengan la calma, tras la asonada

Una mujer llora sobre el ataúd de una de las víctimas del intento de golpe contra el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, en Estambul.
Una mujer llora sobre el ataúd de una de las víctimas del intento de golpe contra el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, en Estambul.
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Las autoridades turcas seguían arrestando ayer a militares, jueces y fiscales acusados de haber apoyado el golpe de Estado fallido contra el gobierno del presidente Recep Tayyip Erdogan.
Unos 6.000 militares están detenidos y se emitió 3.000 órdenes de arresto contra jueces y fiscales, todos ellos supuestamente relacionados con la red del clérigo Fethullah Gülen, residente en Estados Unidos, a quien Erdogan acusa de tramar el golpe, el viernes pasado.

Erdogan dijo ayer que está considerando el restablecimiento de la pena de muerte en Turquía, que fue oficialmente abolida en 2004 cuando el país presentó su candidatura para ser parte de la Unión Europea. Este anuncio fue hecho ante el clamor de simpatizantes que pedían la pena de muerte para los golpistas.

Durante la noche de ayer se registraron enfrentamientos entre fuerzas de seguridad turcas y soldados golpistas, que se resistían a ser arrestados, informó un funcionario turco. La agencia de prensa progubernamental Anadolu informó después que la operación policial había finalizado y que 6 militares fueron detenidos.

El presidente islamo-conservador participó ayer en el entierro de un “mártir” del golpe en la mezquita de Fatih. Erdogan no pudo reprimir la emoción y se le vio con lágrimas durante el entierro de su amigo, un publicitario que murió junto a su hijo de 16 años a manos de los golpistas. El saldo de muertos de la intentona golpista subió ayer a 290, entre ellos más de 100 insurrectos, anunció el Ministerio turco de Relaciones Exteriores.

70 altos mandos detenidos

Entre los militares arrestados figura el edecán del presidente, el coronel Ali Yazici, que era el asistente militar de Erdogan desde el 12 de agosto de 2015. “Vamos a eliminar el ‘virus’ de todas las instituciones del Estado”, dijo Erdogan. Poco antes su ministro de Justicia, Bekir Bozdag, aseguró que “continúa la gran limpieza” y confirmó que hay 6.000 detenidos.

Según la agencia Anadolu, 34 generales y 36 almirantes figuran en esa lista, entre ellos personas emblemáticas del ejército como Erdal Ozturk, el comandante del Tercer Ejército del país, y Adem Huduti, comandante del Segundo. También hubo arrestos en la base de Incirlik (sur), que la coalición internacional utiliza para combatir a los yihadistas en Siria, según el diario Hürriyet.

Otro de los arrestados es Akin Öztürk, excomandante de la Fuerza Aérea, que iba a ser supuestamente el nuevo jefe del Estado Mayor en caso de prosperar el golpe, pero él negó toda implicación, según difundió la emisora CNNTürk.

Varios soldados rasos que prestaban el servicio militar y que el pasado viernes salieron con sus unidades a tomar las calles aseguraron que pensaban que se trataba de un ejercicio. Un alto oficial, bajo condición de anonimato, aseguró que un pequeño grupo de golpistas continúan atrincherados en Estambul, pero no suponen ningún riesgo. Varios mandos destacados del Ejército, en búsqueda y captura, aún no han sido detenidos, según la misma fuente.

La ola de detenciones no se limita al ejército, y según la agencia Anadolu, se han emitido órdenes de detención contra 2.745 jueces y fiscales en todo el país. Más de 500 ya fueron detenidos, según la televisión NTV. Mientras continúa la oleada represiva contra los supuestos autores o instigadores del golpe, el Gobierno aseguró haber retomado el control total del país. El primer ministro, Binali Yildirim, afirmó que el golpe fracasó “al cien por cien”.

El viceprimer ministro, Mehmet Simsek, intentó tranquilizar a los inversores y afirmó a través de Twitter que lo sucedido reforzó la estabilidad del país. “Hemos tomado todas las medidas necesarias. Estamos al mando. No hay por qué preocuparse”, escribió Simsek.

A pesar de estos mensajes de tranquilidad, Erdogan llamó a sus partidarios a no abandonar las calles para “defender la democracia”. “Esto no es un operativo de 12 horas. Esta semana es importante. No abandonen las plazas, no se relajen”, dijo Erdogan después del entierro de varias víctimas del intento golpista.

Respeto al estado de derecho

La ola de detenciones que comenzó poco después de haberse frustrado el golpe preocupa a la comunidad internacional, que teme una represión generalizada. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, hizo hincapié en la “necesidad vital” de que las partes implicadas actúen “en el marco del estado de derecho”.

El golpe de Estado fallido en Turquía no es un “cheque en blanco” para el presidente Erdogan para realizar “purgas”, estimó el jefe de la diplomacia francesa, Jean-Marc Ayrault. La jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, dijo también que el respeto “del Estado de derecho y de la democracia son (...) el mejor medio para hacer frente a las dificultades que vive Turquía”.

El presidente ruso Vladimir Putin se mostró por su parte solidario con Erdogan, a pesar de la crisis diplomática entre ambos países y pidió un “rápido retorno” a la estabilidad. El ministro de Asuntos Exteriores, Omer Celik, pidió a sus compatriotas que sigan como en las últimas horas movilizados a favor del gobierno en las calles del país para consolidar esta “victoria de la democracia”. (I)

Un exiliado en Pennsylvania

Erdogan pide la extradición de Fethullah Gülen

El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, acusa al clérigo Fethullah Gülen, que reside en Pennsylvania, con quien mantiene una rivalidad hace años, de estar detrás del fallido golpe de Estado. Pidió a Estados Unidos su extradición. ¿Quién es Fethullah Gülen? En la sociedad turca siempre ha existido una brecha entre los laicos y los islamistas. Entre los primeros, que siguen el ejemplo del fundador del Estado moderno, Kemal Atatürk, se encuentran miembros del ejército, mientras que entre los islamistas destaca el Partido Justicia y Desarrollo (AKP), de Erdogan.

Desde siempre los militares se han considerado los guardianes de la Turquía moderna, y el movimiento que lidera Gülen se sitúa en la brecha existente entre los dos lados, el laico y el islamista.

Gülen, un clérigo que vive recluido y exiliado en Pennsylvania, lidera un movimiento popular denominado Hizmet (Servicio, en español). Este movimiento, de composición bastante heterogénea y en ocasiones sectaria, abarca grupos de estudio, negocios, centros educativos y publicaciones de distintas partes del mundo. A lo largo de los años ha conseguido amasar dinero e influencia.

Según algunos informes, el 10% de la población turca apoya este movimiento. En los últimos años generó mucha tensión el hecho de que Erdogan y el AKP acusaran a los policías y a los jueces que integraban una operación anticorrupción y que investigaban a importantes políticos del partido y al hijo del presidente, Bilal, de ser partidarios de Gülen. Consideraban que se trataba de un acto de represalia en respuesta a las medidas impulsadas por Erdogan contra las escuelas “gulenistas”; unas medidas que tenían el objetivo de evitar que este movimiento creciera.

Esta rivalidad culminó con una “limpieza” cuyo objetivo era apartar a los altos mandos del ejército y de la policía que eran considerados partidarios de Gülen. También arrinconaron a aquellos profesionales de los medios de comunicación con supuestos vínculos con el movimiento. (I)

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