El drama de la izquierda italiana

El drama de la izquierda italiana se consumió en la tarde del lunes, casi dos horas después del cierre de las urnas. Los primeros exit poll parecían confirmar lo que todas las encuestas habían venido revelando desde hace meses: la coalición del cauto socialdemócrata Pierluigi Bersani, principal oponente de Berlusconi, estaría a punto de volver al poder, con una mayoría holgada para gobernar, ya sea autónomamente, o con el apoyo de las fuerzas de centro del primer ministro saliente Mario Monti.

A la final, el recuento de los votos deja la Cámara de Diputados en manos de Bersani por efecto del sistema electoral, que premia las mayorías relativas (la diferencia en término de votación es mínima, poco más de 100 mil votos entre las dos coaliciones).

El Senado en cambio, regido por otro sistema, se presenta fragmentado: es la pesadilla que temían, la de la ingobernabilidad. El resultado contradictorio arrojado por el sistema parlamentario italiano, que prevé la elección del Primer Ministro por parte del Parlamento, deja el país en la incertidumbre política, tanto que ya son muchos los que van vociferando la posibilidad de volver a las urnas en tiempos breves.

Las elecciones italianas sellan en todo caso el regreso de Berlusconi, dado por muerto  precozmente por sus adversarios. Caído su gobierno en noviembre del 2011 y con una intención de voto al mínimo histórico, el ex Presidente se mantuvo al margen de la vida política por varios meses, hasta su regreso pocos antes de la campaña electoral.

Sin embargo, el nuevo fenómeno de la política italiana se llama Beppe Grillo. Este ex cómico genovés fundó su movimiento hace poco más de 3 años, ahora el más votado en la Cámara de Diputados, con más del 25%. Debe su popularidad a un discurso despiadado en contra de los partidos políticos, deslegitimados e involucrados en escándalos de corrupción.