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Egipto intenta cerrar su transición

Egipto intenta cerrar su transición
22 de mayo de 2012 - 00:00

Egipto se encuentra a un día de sus primeras elecciones presidenciales democráticas que pondrán punto y final al turbulento proceso de transición que ha vivido el país desde la caída de Mubarak.

La semana pasada fue más pacífica que los inicios de mes, cuando el Ministerio de Defensa se transformó en un campo de batalla entre la policía y los salafistas. Once personas murieron y hubo cientos de heridos y detenidos. En la última semana el júbilo político ha dominado la capital cairota: mítines, pancartas y concentraciones a favor de los 13 candidatos.

Los últimos sondeos han colocado en cabeza a los dos antiguos miembros del gobierno de Mubarak: Amr Musa, ex ministro de Exteriores del antiguo régimen, y Ahmed Shafiq, el primer ministro de Mubarak. Según el Centro Al-Ahram para Estudios Políticos, Musa cuenta con el 40% de apoyo de los encuestados, seguido de Shafiq, con el 20%.

Amr Musa es el candidato popular, el elegido por las masas. Su prestigio como diplomático lo avala. Todos lo abrazan por su amplia experiencia, además de contar con una campaña electoral muy bien financiada. Un póster inmenso de Musa cubre una fachada en las plazas más transitadas de El Cairo. Su política liberal así como su carrera en la Liga Árabe le han colocado en el primer puesto desde el primer día. Sin embargo, los partidarios de la Revolución del 25 de Enero recuerdan que Musa es una continuación del viejo régimen. Los debates televisados y su eterna sonrisa vuelven a afianzar una arrasadora popularidad que puede contra un programa que los expertos consideran un tanto ambiguo.

Ahmed Shafiq pertenece a la generación de políticos egipcios con una extensa carrera militar. Trabajó durante años en las fuerzas aéreas y sirvió como primer ministro durante las revueltas de enero de 2011. Es conocido por la dureza con la que reprimió las protestas y por su estrecho vínculo con la Junta Militar. A pesar de que los Hermanos Musulmanes intentaron prohibir que se presentara  como candidato, Shafiq presentó una demanda y terminó accediendo a los comicios.

Muchos egipcios han confiado su voto en él como remedio al avance de los islamistas.
Pero los millones de egipcios que lucharon en la Revolución del 25 de Enero por “pan, libertad y justicia” se sienten decepcionados del avance de estos dos candidatos. “Votad por Shafiq y votaréis por el régimen contra el que sacrificamos nuestra sangre”, repiten los jóvenes que ven cómo la política de Mubarak podría volver a las instituciones.

Algunos grupos activistas, como el Movimiento 6 de Abril, han anunciado que lanzarán una segunda revolución si Shafiq sale elegido. Por eso, muchos jóvenes deciden decantarse por Abul Foutuh, que cuenta con el respaldo del 18% de los encuestados. Un antiguo miembro de los Hermanos Musulmanes que decidió escindirse de la hermandad para presentarse como independiente. Foutuh siempre mostró su apoyo a la Revolución y a una apertura hacia la democracia. Los expertos lo consideran el más pragmático de todos, con un programa muy bien configurado de carácter islamista-liberal. Se muestra muy abierto con los derechos de las mujeres. Muy crítico con el Consejo Militar, el doctor Foutuh convence a estudiantes, hombres de negocios y partidarios de la Revolución.

Aunque los que se sitúan más a la izquierda, los activistas, artistas y los trabajadores, confiarán su voto a Sabahi o Khaled Ali. El primero va muy por delante en las encuestas, de ideario nasserista, sus votantes lo describen como el hombre más honesto, con un programa de amplios derechos sociales. Ali es el más joven, pero el más arriesgado. Este abogado pro derechos humanos es el único político que durmió en la plaza Tahrir durante la Revolución y propone la nacionalización de todas las empresas que ahora están en manos del ejército.

Los hermanos musulmanes cuentan con la candidatura de Mohamed Morsi. Una “segunda opción” después de que la Comisión Suprema de las elecciones retirara de las listas a El-Shater. A pesar de contar con un amplio espectro de votantes, Morsi, falto de carisma, no ha conseguido excesiva popularidad y la mala experiencia de la Hermandad en el Parlamento ha provocado la bajada de votantes. Parte de los salafistas se inclinará esta vez por Abul Foutuh. De momento las encuestas le otorgan a Morsi un 10% de los votos.

Sin embargo, el voto de los egipcios en el extranjero ha apuntado hacia otra dirección. Sitúan a Morsi en el primer lugar, seguido de Abul Foutuh y del nasserista Sabahi. Pero el arraigo en Egipto a los ex de Mubarak es fuerte, por lo que el dato emigrante no es fiable como algo definitivo.

A sólo un día de la primera vuelta electoral, una calma incierta prepara al país para sus primeras elecciones presidenciales. Unas elecciones que seguramente desatarán una nueva oleada de indignación y que probablemente no resolverá los problemas a los que se enfrenta el país. Como telón de fondo,  la Asamblea Constituyente, encargada de redactar la nueva constitución, fue bloqueada el 10 de abril por las desavenencias entre formaciones.

Unas diferencias que han dejado un vacío de poder y varios interrogantes sobre los poderes que asumirá el futuro presidente de Egipto. En un intento por resolver este vacío, y como maniobra para mantenerse en el poder, la Junta Militar ha preparado una constitución temporal que respalde las elecciones. Una carta que mantiene al ejército en la política interna, designa al presidente como líder de las fuerzas armadas y a un militar como ministro de defensa.

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