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EE.UU.: Libertad de expresión sin restricción

EE.UU.: Libertad de expresión sin restricción
17 de junio de 2018 - 00:00 - Wilmer Torres

De lejos, Estados Unidos es un país que deslumbra por lo que produce, por su política y por aquello que de esa nación cuentan los medios de comunicación, características que aún no han llegado a tumbar el mito del sueño americano.

Visitar esa nación abre un abanico de referencias que intentaré explicar como el testigo. Antes de llegar, por mi mente circulaban conflictos bélicos, ataques terroristas, la democracia “perfecta” con la Casa Blanca como símbolo, el fútbol americano, Hollywood y series como House of Cards.

En el equipaje de expectativas de un periodista y estudiante de marketing político no iba a excluir la curiosidad por conocer el rol que juegan los medios públicos y privados en el Gobierno.

Más cuando su presidente, Donald Trump, de manera reiterada, agrede verbalmente a colegas y medios tradicionales, como CNN, The New York Times y The Washington Post (...).

Viajé la noche del 11 de mayo con cierto escepticismo. Tras leer y escuchar toda mi vida que los problemas de Sudamérica se debían, principalmente, a las políticas de injerencia de EE.UU., no podía desligarme de prejuicios.

No sé si habrán tenido las mismas ideas que yo, pero, hace cuatro semanas, nueve periodistas de Ecuador viajamos a ese país para ser parte, durante 12 días, del taller sobre “Periodismo y Democracia”, que fue organizado por la embajada y el Departamento de Estado.

Sin imaginarlo, una pista de lo que sería el taller lo viví a bordo del avión Delta. Como el viaje duró 5 horas, vi la película “The Post” (Steven Spielberg, 2017), que hace referencia a la investigación que lideró The Washington Post sobre la invasión de EE.UU. a Vietnam.

Aunque la gran potencia perdió la guerra, como periodistas comprendimos en parte los obstáculos que tienen los medios para el oficio profesional.

En ese país es sencillo, la base legal del oficio es la primera enmienda de la Constitución, un escrito de 48 palabras que regula la libertad de religión, expresión, derecho de reunión y petición.

Washington D.C. fue la primera parada. Tratando de aclimatarme, cansado y con alergia por el polen de los árboles, me encontré en una de las calles de esa ciudad a Juan Pablo Pozo, el expresidente del Consejo Nacional Electoral (CNE), que ahora trabaja como observador electoral de la OEA.

Dejé a un lado las diferencias políticas y mis críticas a su gestión y lo saludé. Creo que la razón principal fue la coincidencia de encontrarme con un ecuatoriano a miles de kilómetros de nuestro país o aquellas maneras de las que tanto presumen los viajeros con afanes diplomáticos.

Pero me llamó la atención que, a diferencia de su cargo en el país donde estaba resguardado y era difícil de sacarle una palabra tras los bastidores del gran teatro que son las elecciones, caminaba por la Avenida Virginia, como un extranjero más: jeans, camiseta polo y una mochila negra...

Extraña Ecuador y en septiembre volverá, dijo. Quiere ir al estadio Alejandro Serrano Aguilar para ver al Deportivo Cuenca. Pero esta vez espera -pienso yo- no ser abucheado por la hinchada morlaca.

“¿Quién es este tipo?”, soltó Damián de la Torre, editor de Cultura del diario La Hora. Se lo recordé después.

Tras un encuentro de cinco minutos, el extitular del CNE había partido al lugar donde arrienda sin antes aclarar: “Aquí es carísimo”.

En realidad, tiene razón, y quizás lo dijo porque sus honorarios en el organismo no le alcanzan.

Al siguiente día, un domingo lluvioso y opaco, recorrí los lugares más representativos de la capital estadounidense: la Casa Blanca, el Capitolio y otros monumentos, museos y parques, todos de acceso libre.

Un día queda corto para visitar todos los lugares recomendados. Esto, a pesar de que anochece pasadas las 20:30, en la estación de primavera.

El obelisco blanco, monumento en homenaje al primer presidente de Estados Unidos, George Washington.El obelisco blanco, monumento en homenaje al primer presidente de Estados Unidos, George Washington. Foto: Cortesía / El Telégrafo

El nacimiento de la democracia
El lunes, luego de conocer la metodología y una breve presentación del taller, David Ruffin, en solo una hora y 30 minutos, explicó el nacimiento de la democracia en EE.UU. bajo sus tres ramas: legislativo, ejecutivo y judicial. Por momentos costaba entender que la libertad, en toda su dimensión, no tiene limitaciones ni cuestionamientos.

Por eso, el periodista criticó con dureza a Trump por su postura frente a los medios. “Nos dice que mentimos, que creamos noticias falsas”.

Su exposición la hizo en la retocada casa de Katharine Graham, exdueña de The Washington Post. Aquel lugar, especialmente antes del siglo XXI, se convirtió en punto de encuentro con presidentes, políticos, artistas, empresarios, actores e intelectuales.

El martes, la cita fue en el Departamento de Estado. Un viejo hospital adecuado para oficinas públicas es el centro de discusión de los periodistas Orna Blum, una de las portavoces, y Rosselyn Ramos, responsable de los asuntos bilaterales entre EE.UU. y Ecuador.

En su mayoría, las preguntas se centraron en saber cómo está la relación entre ambos países, especialmente desde la llegada del presidente Lenín Moreno al poder, hace más de un año.

Aunque la cita fue “off the record”, hay algunas cosas, que sin entrar a detalle, contaré: están muy enterados de lo que sucedió con el equipo periodístico de diario El Comercio, asesinado por el narcoterrorista alias “Guacho”.

Además, la Casa Blanca está gustosa de trabajar con el presidente Lenín Moreno porque existen oportunidades en lo comercial y en torno a la seguridad.

El Gobierno de ese país busca recuperar el ‘tiempo perdido’ que hubo en el régimen de Rafael Correa. Un tiempo que distanció a ambas naciones, no solo en sus relaciones, sino en la concepción que cada una tiene de la democracia y las libertades individuales.

Allí, Heather Naver explicó de manera didáctica cómo se preparan las ruedas de prensa en el Departamento de Estado, institución que vendría a ser como la Cancillería de Ecuador.

Luego de esa ponencia, presenciamos una de ellas y evidenciamos que no hay límite de tiempo pero hay planificación sobre los temas que serán abordados.

Aparte de los periodistas, solo existe un camarógrafo y fotógrafo del departamento. Cualquier medio puede tomar la señal o las imágenes de la cita.

Sin ponerse en la típica lista para el orden de las inquietudes, a la que me acostumbré en coberturas varias, los periodistas alzan la mano y preguntan. Una vez que la autoridad responde, hay la posibilidad de repreguntar, algo que en nuestros países es limitado y hasta reprimido.

Tampoco se necesita que el periodista escriba una pregunta con antelación. Eso sí, el vocero lleva una carpeta gigante con apuntes de los temas relevantes.

Ese estilo “gringo” de afrontar una rueda de prensa es practicado en el plano nacional por Juan Sebastián Roldán, secretario particular de Moreno. Incluso, él interactúa con los periodistas y sin demasiados formalismos.

El día que fui testigo de cómo funcionan los engranajes de una rueda de prensa en la Casa Blanca, Thomas Nessinger, del Departamento de Medios (que vendría a ser la Superintendencia de Telecomunicaciones o la Arcotel) explicó que en los 50 estados de esa nación existen 33.054 medios de comunicación.

“No hay control de contenidos ni se monitorea lo que sale al aire. Si existe violación a las reglas es el pueblo el que debe informar”, dijo Nessinger. Así es la libertad de expresión allá.

Para James Michels, de la Agencia de Vigilancia, sí hay amonestaciones, que son llamados de atención a los medios por denuncias de los ciudadanos.

Para evitar la multa, los medios tienen como posibilidad la mediación, en cuya instancia pueden apelar ante el plenario de la Federal Communications Commision. Su titular es elegido por el Presidente de la República.

Cuando el caso es extremo existe la posibilidad de revertir la frecuencia pero, a decir de Nessinger y Michels, eso no ocurre de manera seguida. La licencia de una frecuencia se la otorga por ocho años con opción a la renovación.

Para solicitar una frecuencia (radioeléctrica, de televisión, radio...), el interesado debe sumarse a una subasta pública. “Se la lleva el que paga más”, dijo Michels.

“La asignación no depende de la afiliación política”, resalta Nessinger. Justo días después de mi viaje, en Ecuador, la Contraloría difundió el borrador de un examen especial al último concurso de frecuencias.

Allí se develó, por ejemplo, que tres empresarios obtuvieron la mayoría de beneficios de adjudicación, una “ventaja” sobre otros interesados que va contra el principio de la ley: el que los medios no se concentren en manos de pocos.

Línea editorial
Aunque la ley determina que el Gobierno debe entregar una parte de su presupuesto a los medios públicos, este no puede influir en la línea editorial. Según voceros de la Voz de América (VOA), esta no tiene sesgo y existe libertad editorial.

En The Washington Post, Jeff Bezos, propietario de ese matutino y de Amazon, no interfiere en la línea editorial del medio. Al contrario, automatizó los procesos.

Incluso, Jeff Leen, jefe de investigación de ese periódico, indicó que en varias ocasiones se han hecho investigaciones sobre Amazon y en ninguno de los casos hubo restricciones.

Conocimos que un abogado del medio revisa la investigación antes de publicarla. La idea es evitar demandas de los imputados o violaciones a leyes federales.

Las libertades en América tienen tantas variables en cada territorio como la geografía del continente. Pero en EE.UU., pese a las rabietas de Trump contra los periodistas, el derecho a informar y ser informado se parece más a una llanura que a una cordillera llena de muros y trampas políticas. (I)

Datos
La VOA, la más antigua
La Voz de América es la emisora federal más antigua de EE.UU. Su nacimiento data de 1942 en plena Segunda Guerra Mundial. A pesar de recibir fondos públicos hay libertad editorial. Su objetivo es informar la verdad.

9 premios Pulitzer ha ganado la unidad de investigación de The Washington Post.

Fuertes críticas a Trump
Los medios públicos y privados se pronunciaron públicamente en contra de las políticas de Donald Trump, pero aseguran que esa postura no influye en ser objetivos. (I)

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