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Crisis afecta a ecuatorianos en Venezuela

(De izq. a der.) Los ecuatorianos Juan Fernando Flores, Patricia Gutiérrez y Gonzalo Llerena  vivieron de cerca la época de bonanza y la crisis de Venezuela.
(De izq. a der.) Los ecuatorianos Juan Fernando Flores, Patricia Gutiérrez y Gonzalo Llerena vivieron de cerca la época de bonanza y la crisis de Venezuela.
10 de febrero de 2019 - 00:00 - Katherine Lucín

Juan Fernando Flores, de 30 años, tenía 6 cuando migró a Venezuela con su familia en busca de médicos que trataran la enfermedad de su hermano. No obstante, hace 10 meses retornó a Ecuador, tras ser perseguido por el gobierno de Nicolás Maduro.

Ahora, ya graduado de arquitecto recuerda que a inicios de la década del 90, cuando  migró, su familia encontró  en Venezuela muchas oportunidades.

El artesano Gonzalo Llerena, quien también migró en 2000 de Riobamba a Caracas, con su familia, concuerda con Flores que ese país le dio las alternativas que Ecuador no se las brindaba.

Allá, Flores adquirió bienes y vehículos tras 28 años de arduo trabajo. Sin embargo, llegó la era del chavismo y con esta la escasez.

“En aquellos años -cuando llegué- era un país de bonanza que permitía crecer tanto al nacional como al extranjero. Además su moneda, el Bolívar, se cotizaba uno por  7.000 u 8.000 sucres (moneda reemplazada por el dólar)”, recuerda Llerena.

La crisis venezolana
Flores detalla que en 2006 empezó a crecer una crisis que no se sentía en la capital, Caracas, pero sí se percibía en la economía del interior del país. Esto duró hasta 2013, “año que fue insostenible mantener la farsa de que no existía una crisis”.

Esto generó escasez de alimentos, falta de acceso al agua potable, la electricidad y el deterioro de la calidad de vida en Venezuela.

Este joven político, quien perteneció al movimiento “Voluntad popular”, de Leopoldo López ( y por el que hoy es perseguido por Maduro), estima que 420.000 ecuatorianos migraron a Venezuela en los últimos 40 años. Empero, tras la crisis, muchos compatriotas se vieron obligados a retornar o migrar hacia otros países.

Un informe de la Cancillería de Ecuador de 2018 señala que 90.000 residen en Venezuela. La mayoría presenta casos de vulnerabilidad económica y de salud, indicó.

Para Patricia Gutiérrez, ecuatoriana que aún radica en Venezuela, el problema de retornar es que no hay un programa social y considera que “es inestable” la situación política en el país. 

“Hay mucho desempleo. Tengo amigos que han vendido todas sus pertenencias (carros y casas) en Venezuela y al año les ha tocado volver. Dicen que allá - en Ecuador- empezar de cero es muy difícil”, relata la madre soltera de 5 hijos.

La ecuatoriana, quien laboró como enfermera particular 10 años y posteriormente emprendió en el negocio de carpintería -hasta que empezó la crisis-, migró en 1995 con sus tres hijos a Venezuela. No obstante, no quiere retornar por el agradecimiento que siente por Venezuela y porque dos de sus vástagos aún son menores de edad y necesitan de formación académica.

“Aquí el estudio es magnífico. A pesar de que la calidad de vida que tenemos ahora es mala, contamos con universidades públicas de primer nivel. Cosa en lo que allá en Ecuador gastaría mucho -dinero-”, detalla.

A diferencia de Gutiérrez, Llerena considera que el sistema educativo venezolano ha colapsado.

“Eso fue en la época de Hugo Chávez (expresidente de Venezuela), ahora las universidades no tienen los insumos ni recursos suficientes”, explica.

El comerciante y artesano, quien retornó con su familia hace dos años a Riobamba, lamenta también la situación económica en Ecuador.

“Nos dedicamos a la venta ambulante de paños húmedos. Mis hijas profesionales no consiguen un buen trabajo. Una de ellas, porque es venezolana, no consigue un cupo en la universidad pública”, demanda.

El artesano se arriesgó a retornar con su familia a Ecuador por la inseguridad en las calles de Venezuela.

“La verdad es que el ecuatoriano no sufre tanto la crisis como el venezolano. Todos los que vamos de inmigrantes nos dedicamos a trabajar y tenemos nuestros bienes, mientras que los nacionales se conforman con un horario, sueldo fijo o lo que les da el Gobierno”, agrega.

Para Llerena no hay bolsillo que aguante tanta crisis y admite que se gastó el dinero de la venta de cuatro de sus ocho  vehículos en dos años solo para sobrellevar la escasez.

“Tenía una fábrica de ropa de dama donde vendía un promedio de 2.000 blusas a la semana, pero en los últimos años solo vendía 100 en este tiempo. Me comía todo el capital”, explica.

Al igual que Llerena, Gutiérrez no pudo con la crisis y ahora tiene años sin trabajar. Ella vendió un departamento para sobrevivir.

“Tengo 16 años peleando con este gobierno. Asistí a 120 manifestaciones en las calles, es imposible vivir así. Necesitamos que este presidente -Maduro- se vaya, tiene que irse. Él no representa ni nos representó, porque de hecho él nunca ganó una elección. ¡Venezuela se muere!”, exclama Gutiérrez.

Según ella, los tres principales puntos de la crisis son la falta de insumos médicos, la escasez de alimentos y la inseguridad.

Los alimentos y medicina

Desde 2009 el Estado instaló en Venezuela un control sobre el acceso a los alimentos. Inició en las provincias del interior, pero en 2015 fue en todo el país.

El sistema de distribución en los centros de abastecimiento de productos  a bajo precio de primera necesidad -harina, azúcar y arroz-  se maneja por el último número de cédula asignados un día a la semana (por ejemplo, el lunes 1 y 2, hasta el sábado 9 y 0).

No obstante, al no tener la demanda de estos productos, los supermercados tenían problemas de importación y dejaron de hacerlo. Es decir, la dificultad de ahora no es tener el dinero, el problema es que no hay el producto u ofertas para comprar.

Flores asegura que lo mismo ocurrió con las medicinas. “En 2013 el gobierno de Nicolás Maduro inició la expropiación de las empresas farmacéuticas.

Las empresas dejaron de producir, todo pasó a manos del Estado y el control de su distribución. Con esto y como consecuencia se generó el cierre de todo el aparato productivo de alimentos y medicinas”, detalla.

Gutiérrez, por su parte, indica que los que viven en Venezuela son “héroes”.

“Porque de verdad que nos toca duro. Aquí por una pastilla mínima, te mueres: si eres hipertenso y no tienes la  receta, te mueres. Los hospitales están colapsados, contaminados. Hay excelentes médicos, pero no hay medicina y eso acarrea tantos problemas”, especifica.

El apoyo a Guaidó

Aunque los entrevistados (Flores, Gutiérrez y Llerena) tienen edades e historias distintas, todos confían de que con la presidencia de Juan Guaidó habrá un cambio positivo en Venezuela. 

“Apoyo al presidente encargado Juan Guaidó. Un detalle, él no se autoproclamó. Él busca reconstituir el país y sigue lo que indica la Constitución”, exclama Flores.

Por su parte, Gutiérrez destaca la buena voluntad del presidente de la Asamblea Nacional para levantar a Venezuela y agrega que es hora de la salida de Maduro.

“He visto a gente comer de la basura. He visto morir a   niños por desnutrición. Venezuela en el campo de la salud retrocedió 40 años, enfermedades ya erradicadas volvieron. En Guajira de 15 a 20 niños mueren a diario”, detalla Gutiérrez.

De acuerdo con Llerena Guaidó representa la esperanza de un país que en su momento le entregó mucho. Confía en que dicho político sacará de la crisis a esa nación que pese a ser rica en petróleo, actualmente agoniza. (I)  

Entrevistados

Juan Fernando Flores, arquitecto y político. Radicó en Venezuela por 26 años. Actualmente es perseguido por Nicolás Maduro

Patricia Gutiérrez, enfermera y comerciante. Migró hace 24 años, pero no quiere regresar por sus dos hijos pequeños.  

Gonzalo Llerena, artesano y comerciante. Vivió 17 años en Venezuela y retornó hace dos años por la inseguridad.

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