De Charybde en Scylla…

Túnez y Egipto, pueblos hermanos africanos, siguen tejiendo lazos históricos. Recordemos la ciudad de El Cairo fundada en 969 por los Imazighen, parte del pueblo originario tunecino. Al estallar el 14 de enero 2011 la chispa insurreccional tunecina, el dictador Mubarak declaró con gran susto: “¡Egipto no es Túnez!”. Once días más tarde, esa chispa barrió con su reino. Este 30 de junio, el pueblo egipcio volvió a recuperar esa misma llama insurreccional para seguir su lucha desviada por los Hermanos Musulmanes (HM). Al día siguiente, fue el turno en Túnez del jefe de los HM en el poder, declaró con apuro: “¡Túnez no es Egipto!”. Tanto en Egipto como en Túnez, al año de acaparar el poder, los HM desviaron de su rumbo el movimiento insurreccional en el cual nunca tuvieron participación.

Se apoderaron de la Asamblea Constituyente y del aparato de Estado, excluyeron a sus oponentes, forjaron una nueva Constitución a su antojo para instaurar una teocracia totalitaria o califato. Con un discurso religioso soberbio se declararon ejecutores del mandato de Allah sobre la tierra, lo cual -decían- exige aplicación de la “charia” islámica como constitución y ley. Recuperaron el sistema liberal neocolonial. Ebrios con su poder “caído del cielo”, dividieron al pueblo entre creyentes e impíos, ateos y paganos, con instigación a matar cristianos, judíos y chiítas; organizaron  milicias fascistas.

El lema “Trabajo, Libertad & Dignidad Nacional”, pasó a “Allahu Akbar”. Reprimieron a mujeres, jóvenes, artistas, periodistas, intelectuales, académicos. Se creyeron invulnerables con el apoyo imperial, sionista y qatarí con petrodólares. Mientras tanto, la economía en ambos países se hundía por incompetencia de los HM. La inseguridad se extendió en las calles; miles de mujeres fueron violadas impunemente. Pasando así de Charybde en Scylla, este 30 de junio, 30 millones de egipcios derribaron el poder opresor de falsos devotos con una concentración popular sin antecedente en la historia, recuperando el hilo de su lucha insurreccional con el arbitraje de las Fuerzas Armadas para evitar una guerra civil. Por eso, de ninguna manera se trata de un golpe de Estado. Cinco puntos fundamentales:

1) Surge del glorioso pasado nasserista, una nueva y necesaria unidad cívico-militar. 2) Una amplia coalición de salvación nacional: patriotas frente a falsos devotos vendepatria. 3) El fracaso de los HM entierra el “Islam político moderado” made in USA: hecho histórico trascendental en la región con rápida vuelta de los HM a su pasado de violencia fascista. 4) Derrota política de los HM a favor de una clara separación entre religión islámica y Estado. 5) Senda abierta para una modernidad política basada en una sociedad civil protagónica.

El movimiento juvenil “Tamarrod” (Rebelión), recién creado en Egipto, es promotor tanto del nuevo episodio insurreccional como de un movimiento social con representación política propia, parecido al de Bolivia, hecho de gran significado para África y el Oriente Medio.