Colombia toma medidas para evitar un apagón nacional

Cuando la bogotana Alcira Rodríguez, madre de 3 hijos menores de edad, oyó en los primeros días de enero en las noticias el anuncio del Gobierno de la urgente necesidad de ahorrar energía, no puso atención. Siguió con su rutina de escuchar música mientras planchaba y lavaba la ropa con artefactos eléctricos.

Con el paso de los días, Alcira fue entendiendo el mensaje del gobierno. Supo, por ejemplo que era una más de los casi 45 millones de colombianos a los que les importaba el desperdicio de energía.

“En ese momento me di cuenta de la irresponsabilidad. La lavadora gasta el equivalente a tener 20 bombillos encendidos al mismo tiempo, la plancha para la ropa significa tener 10 bombillos, el televisor, otros 10, el horno microondas, otros 20, en fin utilizar esos aparatos de forma consecutiva significaba un desperdicio total de energía. Ahora soy más consciente y trato de no utilizar con frecuencia los aparatos que más consumen energía”, sostiene esta mujer que refleja la situación que hoy deben soportar los hogares, pero que la mayor parte de la población parece ignorar o  no importarle.

Esta necesidad urgente de ahorrar energía tiene a Colombia al borde de un apagón, como el que se presentó entre 1992 y 1993 y en el que se suspendió el suministro en el país entre las 17:00 y 21:00, situación que duró 9 meses.

Las cifras sobre ahorro de consumo de energía se alejan progresivamente de la meta de 5% diario que se necesita para alejar la posibilidad de un racionamiento.

A esta situación se llegó porque  varias generadoras de energía, que se mueven por fuentes hídricas, salieron del mercado a causa del fenómeno El Niño.

Este hecho provocó una disminución sensible en el nivel de los ríos. Ese brote de sequía tuvo consecuencia inmediata en el sistema eléctrico colombiano.

Además, la ola de calor generó una preocupante disminución en el nivel de los embalses, lo que desplomó la generación de energía eléctrica producida por el tratamiento de las aguas de los ríos.

A la sequía se sumó un daño grave en la central hidroeléctrica de Guatapé (Antioquia) que tiene un porcentaje significativo de energía al día (7,1%).

Tras este panorama fue inminente un racionamiento de energía en el país que el Ministerio de Minas y Energía siempre negó. La proximidad del apagón se hizo casi inocultable, y de ahí la cuenta de cobro que se le pasó al ministro de Minas, Tomás González, quien se vio obligado a dejar el cargo.

Santos presentó plan de ahorro

Desde entonces, el gobierno admitió que si no se alcanzaba una meta de ahorro en el consumo nacional de energía del 5% diario durante las próximas semanas, habría racionamiento en abril.

Por eso se ordenó que apagaran las luces de los edificios en los que funcionan entidades estatales a partir de las 18:00. Al tiempo, se hizo un llamado a la ciudadanía para que se una a la causa.

Sin embargo, en un afán por evitar los racionamientos, el mandatario presentó ayer la campaña ‘Apagar paga’, que buscará impulsar a los colombianos a ahorrar el 10% de electricidad residencial, mediante medidas como desconectar aparatos eléctricos, apagar luces o ver menos televisión y usar menos aparatos electrónicos en el país.

Santos anunció que se premiará el ahorro y se castigará el desperdicio de energía en los hogares mediante una campaña en la cual cada peso de disminución o aumento en los recibos de electricidad valdrá el doble.

El gobierno informa diariamente sobre los resultados del ahorro, pero al parecer, los colombianos siguen siendo incrédulos o por lo menos indiferentes frente a la posibilidad de vivir cortes.

La época de lluvias está lejos ya que siempre se presenta en mayo, pero de todos modos a los embalses todavía les tomará algún tiempo recuperar sus niveles óptimos de almacenamiento.

Otra medida del gobierno fue incrementar las tarifas del kilovatio de 400 pesos ($ 0,10) para los habitantes de los estratos bajos y de 3.000 pesos para los altos por mes ($ 0,90).

La presidenta de la Asociación Colombiana de Generadores de Energía (Acolgen), Angela Montoya, admitió que existe una situación crítica en alguna de las plantas térmicas que funcionan con combustible líquido, y aunque funcionan deben incrementar su nivel de generación para asegurar la atención de la demanda.

Por su parte, el presidente de la Asociación Colombiana de Distribuidores de Energía Eléctrica (Asocodis), Camilo Manzur, dijo que lo importante es que se tomen las medidas que eviten desabastecimiento de energía. “No hay energía más costosa que la que no se tiene”, recordó el dirigente gremial.

Asocodis respaldó las decisiones del gobierno encaminadas a evitar apagón en el país. Consideró que el fenómeno El Niño es fuerte pero se confía en que no sea tan intenso.

El presidente de Asocodis indicó que “llevamos dos o tres meses con la demanda de energía disparada en el país, por los excesos de calor”.

Sin embargo, un experto del sector señala que “las generadoras térmicas, aunque han respondido en medio de la coyuntura, están reventadas y no están acostumbradas a generar ni en este nivel ni a este ritmo. Están generando todos los días ininterrumpidamente, pero algunas que estaban diseñadas para gas y se convirtieron en duales, también con diésel, tienen un mayor estrés, pues los niveles de limpieza y mantenimiento son distintos con uno y otro combustible”.

Sin duda los ojos de los colombianos, como los de Alcira, están puestos sobre la duración del fenómeno El Niño. De acuerdo con el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales de Colombia (Ideam) en su página de internet, El Niño irá fuerte hasta abril, para moderarse hasta “condiciones neutrales” en junio. Aunque las posibilidades de que ocurra el fenómeno La Niña este año son bajas, el Ideam estima que hay 50% de probabilidad de que se presente a comienzos de 2017.

Sin embargo, persisten dudas. Algunos ven a El Niño expandiéndose hasta abril con un coletazo adicional que haría que el fuerte verano vaya hasta mayo. “Junio sería el peor de los escenarios”, advirtieron en el sector energético, máximo cuando el país tiene una sequía “escondida” de cerca de dos años y volver a llenar los embalses puede tomar uno o dos meses. (I)