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Brasil condena a autores de la masacre carcelaria
La justicia brasileña condenó a 23 policías a 156 años de prisión por su responsabilidad en el asesinato de 111 internos en el complejo penitenciario de Carandirú de Sao Paulo, la peor matanza carcelaria de Brasil, ocurrida en 1992.
Los 23 agentes condenados asesinaron a tiros a trece presos que estaban en sus celdas y en los pasillos del pabellón nueve del complejo, donde se organizó un motín que desencadenó la sangrienta represión policial, en la que participaron 330 agentes. El proceso se ha dividido en cuatro etapas debido al gran número de acusados, 79 policías en total, que deberán sentarse en el banquillo en los próximos meses.
En esta primera fase solo se juzgaron quince asesinatos, dos de los cuales fueron excluidos del proceso a última hora puesto que las víctimas murieron por arma blanca, a manos de otros internos.
El jurado absolvió a tres reos de los 26 acusados, a petición de la fiscalía, puesto que no se encontraban en la planta donde sucedieron los hechos.
La abogada defensora, Ieda Ribeiro de Souza, afirmó que estos cambios de última hora reflejan que el sumario fue redactado de forma “apresurada, ridícula y risible, para satisfacer a los organismos internacionales” defensores de los derechos humanos.
Antes del juicio, Amnistía Internacional consideró que podría suponer el “principio del fin de un largo legado de impunidad” hacia los excesos de las autoridades en Brasil.
En estas dos décadas, el único que se había sentado en el banquillo fue el comandante que dirigió la operación, el coronel Ubiratán Guimarães, fallecido en 2006, que en 2001 fue condenado a 632 años de cárcel, pero nunca llegó a ingresar en prisión y fue absuelto después en una apelación. Los agentes condenados pasarán como máximo 30 años en prisión, pues esa es la mayor pena prevista en el Código Penal brasileño.