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Pablo Iglesias lo califica como “un crack” por sus “dotes comunicativos”
Albert Rivera, la promesa de la restauración conservadora
El aire huracanado que catapultó a Albert Rivera a la estratosfera política española llegó el 8 de junio de 2014. Hasta entonces, la vida de este catalán, de 36 años, licenciado en Derecho, se limitaba a cumplir con su trabajo en una sucursal bancaria y a pequeños escarceos en las juventudes del PP como paso previo a la fundación de un partido testimonial en Cataluña al que en 2006 bautizaron con el nombre de Ciutadans.
Sí es cierto el refrán de que unos nacen estrellados, Rivera nació con estrella. Su suerte llegó aquella calurosa mañana de 2014 cuando el club de exministros y directivos que dirigen el índice bursátil de referencia de la bolsa española, el Ibex 35, tomó la decisión crucial de reunirse en Valencia con el firme objetivo de buscar la manera de detener la sangría de votos que amenazaba el reino bipartidista a favor de una marca joven y rompedora como Podemos.
La conclusión de aquel cónclave fue sorprendente. Según Josep Campabadal y Francesc Miralles, en un libro sobre Ciudadanos exhaustivamente documentado se decidió reconvertir Ciutadans de Catalunya en Ciudadanos (España) con la paradoja añadida de que entregar su liderazgo siguiendo un estricto orden alfabético entre varios candidatos posibles. Y el primer nombre de la lista fue el de Albert Rivera.
La jugada no les salió mal. Podía haber surgido un líder sin carisma, pero la suerte volvió a entrar en juego. Rivera fue todo un descubrimiento, ágil en el debate, con dotes comunicativas y capacidad de liderazgo. Un animal político al que el propio Pablo Iglesias calificó como “un crack” tras reconocer que no fue capaz ni de rozarlo durante un reciente frente a frente en televisión.
La promesa de la regeneración española
Con un discurso sencillo, Rivera se convirtió en la firme promesa de la regeneración neoliberal española. Junto a él se completó un equipo de figurantes, como Begoña Villacís o Inés Arrimadas.
Pero lo sustancial es que el candidato de Ciudadanos representa la restauración de esa vieja derecha que hoy se descompone por la corrupción y el desmantelamiento del Estado del bienestar.
Promete transparencia, trabajo, crecimiento y derechos aunque, a tenor de los hechos, solo para aquellos que cotizan y sean españoles. Ciudadanos defiende la retirada de la cartilla sanitaria para los extranjeros sin permiso de residencia, algo que no está dispuesto a negociar pese a ser el motivo de duras críticas como la de ser el primer partido dispuesto a hacer del racismo la política institucional de España. (I)
El agresor de Rajoy es familiar de su cónyuge
La agresión este miércoles contra el candidato conservador Mariano Rajoy, en la ciudad gallega de Pontevedra, provocó ayer una cascada de condenas que ensombrecieron los actos programados en la recta final de la campaña electoral española. Pese al apoyo generalizado al presidente del Gobierno, la mayoría de los medios de comunicación aprovechó el directo traicionero lanzado por el joven, de 17 años, que resultó ser el hijo de una de las primas de su esposa, para cerrar filas en torno a su figura y destacar su grado de benevolencia. “Que nadie saque consecuencias políticas del suceso”, indicó el líder del PP en su reaparición pública tras el incidente.
Algunas portadas de rotativos conservadores dejaron caer la posibilidad de que la agresión era fruto de la existencia de radicales en opciones como Podemos. Otros prefirieron vincular al joven extremista con partidos políticos que hasta hace poco estaban ilegalizados en España por su relación con ETA. El autor fue despedazado en público como si de un asesino en serie se tratara. Su rostro sonriente saliendo esposado del lugar donde golpeó a Rajoy se ha convertido en la imagen de una campaña electoral que solo ha provocado sobresaltos en las filas del partido gobernante. En Barcelona, el líder del PP hizo hincapié en que España “es un país civilizado y no andamos a bofetadas. Ha sido una excepción”.
Fuentes policiales informaron que el chico se encontraba eufórico tras ser reducido e interrogado en un establecimiento cercano al lugar de los hechos. Cuando los agentes procedieron a trasladarlo a la comisaría se encontraron en la calle con una minoría que lo vitoreaba por su acción. (I)