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Hay 45 mil animales en riesgo por erupción del volcán en Chile
El volcán Calbuco, ubicado en el sur de Chile, registró hoy su tercer pulso eruptivo tras los episodios de la semana pasada que provocaron la evacuación de cientos de habitantes, confirmó el Servicios Nacional de Geología y Minería (Sernageomin).
Una gran columna muy oscura de aproximadamente 4 kilómetros de alto se levantó ayer tras la reactivación del volcán.
A una semana de las primeras erupciones del volcán, poblados como Ensenada, en el turístico Lago Llanquihue, aún están trabajando contra reloj y a toda máquina, con la ayuda de personal militar, bomberos, socorristas y los propios vecinos.
Los expertos advierten que la lluvia podría provocar que todo el material volcánico que fue expulsado del Calbuco genere un aumento en los cauces y eso provoque aún más daño. Esto incluye rocas sólidas de gran tamaño, además de los sedimentos característicos de los volcanes. Aunque la columna de humo comienza a disminuir, aún puede verse con claridad en ciudades cercanas como Puerto Montt y Puerto Varas, mientras que en Llanquihue y Puerto Octay, en las orillas del lago, se decretó zona de catástrofe.
Diversos vulcanólogos han calificado la actividad del Calbuco como mediana, similar al estilo eruptivo del volcán Chaitén, en 2008. Si el Calbuco sigue el mismo patrón que en su última erupción en 1961, después de sus dos explosiones y la emanación de cenizas, vendría la emisión de una lava viscosa que va construyendo un pequeño domo al estilo del volcán Chaitén, pero de menor volumen. De todos modos, la situación de emergencia afecta a los poblados ubicados a un radio de 20 kilómetros del volcán.
El clima en esta zona del sur de Chile es muy caprichoso, por lo que todo puede cambiar en cuestión de horas. Paula Escobar, ligada al turismo en la zona y radicada en Puerto Montt, cuenta a EL TELÉGRAFO que “la zona de Ensenada, cerca de los famosos saltos del Petrohué, está catastrófica. Hay muchas piscicultura que sufrieron daños graves, porque se desbordaron un par de ríos y eso dañó la piscicultura”.
En cuanto a si en Ensenada, el lugar más afectado, hay pobladores que se resistieron a dejar sus hogares, Escobar sostiene que efectivamente algunos vecinos no se fueron de sus casas, “pero son los menos. Durante el día las autoridades dejan pasar a la gente que vive ahí, para que vayan a limpiar, pero de noche tienen que dormir en otros lugares. Para evitar problemas de salud, a los menores de edad no los dejan pasar. Se suspendieron las clases en la zona y también en la Carretera Austral”.
Tanto la Presidenta Michelle Bachelet, como el ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, se trasladaron a la zona tras la erupción del volcán. Para comenzar a paliar la crisis, el gobierno anunció bonos de enseres para las personas afectadas, además de bonos de vivienda. Estos aportes por familia, que serán entregados a partir de ayer (miércoles), son de de 2.000 dólares, previa inscripción en la Encuesta de Familiar de Emergencia, con depósito en el Banco Estado.
Ganado en peligro
También se inyectarán poco más de un millón de dólares para los municipios locales, mientras que los agricultores que debieron dejar sus casas y terrenos tendrán un fondo de emergencia de 3.000 dólares por cada familia afectada. Se estima que 45 mil animales están expuestos a los riesgos por la ceniza volcánica.
“Las familias que han perdido su vivienda van a tener el subsidio de reconstrucción de su vivienda. Para las familias que han tenido daño mayor, también van a tener el subsidio de daño mayor. Y para las familias que por alguna razón quieren trasladarse de esta zona y vivir en otro lugar, como ha ocurrido en algunos casos en Atacama, van a tener también la posibilidad de tener un subsidio para poder vivir en el lugar que estimen conveniente”, afirmó Peñailillo.
En cuanto a los problemas de salud que puede ocasionar el alto volumen de cenizas, el ministerio de Salud dispuso una serie de recomendaciones, como cubrir, boca, nariz y oídos con paños húmedos, mascarillas y anteojos, además de cubrir todos los depósitos de agua para protegerlos de las cenizas.