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Punto de vista

Después de la derrota

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Hasta aquí ha sido un Mundial de goles, de volantes de creación esplendorosos, y, como táctica, de contragolpe. Precisamente nos faltó, en el partido con Suiza, un volante de creación, alguien que genere ocasiones distintas al reiterado despeje bartolero o el pase largo a la caza de la habilidad de Jefferson Montero. Jugadores de inmenso talento han poblado las canchas brasileñas con jugadas de fantasía, y podemos anotar entre los más creativos, la juvenil presencia de James Rodríguez, de Colombia, cada vez más cercano al Pibe Valderrama; Alexis Sánchez, entre los chilenos, gambeteador eximio y sacrificado, y, de lujo, la veterana sabiduría del italiano Andrea Pirlo. Nosotros no contamos con ese creador, de ahí cierto fútbol insípido, con más esfuerzo y coraje que talento, pese a los esfuerzos de un Enner Valencia en el mejor momento para buscar una oportunidad en las ligas europeas.

En lo estratégico, el Mundial ha encarnado en la cancha lo que Alci Acosta cantaba en la cantina: “Ahora verás lo que es tener las alas rotas, ahora sabrás lo que es llorar por la derrota. Lo que me trajo tu maldad no tiene nombre, pero ha llegado, sin piedad, el contragolpe”. De contragolpe Holanda vapuleó a España, contando con la velocidad y la maravilla de Van Persie y Robben; de contragolpe se dio el “costarrizaso” al envejecido Uruguay, y, de contragolpe, tras la falla de Michael Arroyo, Suiza sometió al país en un silencio sepulcral. Ni el festejo del “día del padre” pudo con la tristeza. La cantidad de goles hace presagiar un campeonato distinto al de las tácticas y encerronas en el área para tratar de ganar 1 a 0. Llevamos casi 4 goles de promedio por partido, y eso alienta graderíos y televisores. A propósito, la presencia del presidente Rafael Correa Delgado en el programa ‘De Zurda’, de Telesur, junto a Víctor Hugo Morales y Diego Maradona, ha generado críticas que merecen un rechazo generalizado, por injustas y por torpes. Desde los acostumbrados dibujitos hasta editoriales que atacan la idoneidad de Morales por ser, supuestamente, un esbirro de Cristina Fernández, hasta la caricatura con malos humores, todo pasa, como siempre, por el tema ideológico. Al respecto, creo que la servidumbre va por otro lado, precisamente de quienes aún no han entendido que vivimos otro tiempo, que la dignidad no tiene precio, y que el cipayo, como lo llama Arturo Jauretche, siente necesidad de humillarse para formar parte del séquito que pone la alfombra roja y sentir que él mismo es pisoteado. El vasallo goza adulando al amo y señor, y se regodea ante los demás al ser tomado en cuenta a la hora de la kermés de la crápula. Ese no es Víctor Hugo Morales, ese no es Diego Maradona, y, por supuesto, ese ni ha sido ni será jamás Rafael Correa, así que hagamos cuenta de la vida, a quien apreciamos, con quien nos reunimos, para quien trabajamos, a quien veneramos, y la respuesta sobre el súbdito estará clara en su identidad y sus complejos.

Ahora nos toca dar todo en los cotejos con Honduras y Francia. Tras la derrota viene el desasosiego, la incertidumbre y el pesar, pero es hora también de unir fuerzas, expulsar de la mente los espantosos rasgos de racismo, y apostar una vez más por nuestros hermanos de la Tricolor. ¡Vamos selección nacional¡ y con el espíritu y la poesía de Almafuerte, seguiremos adelante: Si te postran 10 veces, te levantas otras 10, otras 100, otras 500: no han de ser tus caídas tan violentas ni tampoco, por ley, han de ser tantas.

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