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La ‘verdeamarela’ se encuentra en sao paulo desde la noche del martes pasado

Brasil celebra al fútbol (INFOGRAFÍA)

Un señor espera en Sao Paulo teniendo de fondo a uno de los miles de murales en alusión del Mundial que adornan las calles de Brasil.
Un señor espera en Sao Paulo teniendo de fondo a uno de los miles de murales en alusión del Mundial que adornan las calles de Brasil.
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Guayaquil.-

Brasil inaugura hoy su segundo Mundial como anfitrión, con planes de dar un golpe de autoridad que lo confirme como favorito y que reivindique el papel estelar de Neymar, ante una Croacia que enarbola la bandera del buen fútbol de la mano de Luca Modric e Ivan Rakitic.

Al equipo que dirige Luiz Felipe Scolari solo le vale un triunfo en el Arena Corinthians de Sao Paulo, ante 61.600 personas, para poner los cimientos de una campaña que tiene como única meta lograr el sexto título mundial en la final del próximo 13 de julio en el Maracaná.

En frente, el equipo anfitrión tendrá a una Croacia que disputa su cuarta Copa del Mundo con su mejor generación de jugadores después del grupo abanderado por Davor Suker, que terminó tercero en el Mundial de 1998.

La selección brasileña terminó, el martes pasado, su preparación para el duelo de hoy, en su refugio de la Granja Comary, en la ciudad serrana de Teresópolis (850 msnm), donde ha permanecido 2 semanas y ha hecho un intenso trabajo físico y sicológico.

Brasil fue la primera selección en instalarse en su lugar de concentración, el 26 de mayo pasado. Ese día se alojó en la Granja Comary, donde ha estado relativamente aislada de los aficionados.

La ‘verdeamarela’ llega al juego de hoy después de haber disputado 2 amistosos, las victorias por 4-0 contra Panamá y por 1-0 contra Serbia, que le han servido al seleccionador Luiz Felipe Scolari para reafirmar su confianza en su once titular, conformado por los mismos hombres que ganaron la última Copa Confederaciones.

Pero el trabajo que ha recibido un mayor cuidado por parte del cuerpo técnico ha sido la parte mental, con el apoyo de la psicóloga Regina Brandão, que ha realizado perfiles individuales de todos los jugadores.

El equipo brasileño asistió la noche del lunes pasado a un seminario de 2 horas sobre comportamiento y formas de encarar grandes eventos.

El propósito de este trabajo es mitigar la ‘ansiedad’ por el debut y por la presión añadida de ser anfitriones del torneo.

La selección brasileña llegó la noche del martes a Sao Paulo, ayer realizó el reconocimiento de campo del Arena Corinthians.

Croacia, por su parte, planea amargar el estreno del local disputándole la posesión de la pelota, con su juego de toque, lo que acerca a los ‘balcánicos’ al modelo de juego ‘jogo bonito’ que históricamente fue una de las banderas del fútbol brasileño, pero que no tiene lugar en el libreto de Scolari.

La última novedad en la selección croata fue el reemplazo del lesionado Ivan Mocinic por el futbolista Milan Badelj;así lo informó la federación de ese país en su página web.

Badelj, centrocampista del Hamburgo, llegaría a Brasil mañana en caso de que la FIFA diera una respuesta favorable, informaron.

LULA: “BRASIL YA NO ES EL PAÍS DEL ‘JOGO BONITO’”

El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva cree que su país tiene el fútbol ‘en el ADN’, pero que ha perdido algo de estilo a lo largo de la evolución de un deporte que “se ha vuelto una máquina de producir dinero” y que privilegia un juego muy físico.

“Brasil ya no es el país del ‘jogo bonito’”, resume Lula en una amplia entrevista realizada el pasado marzo y que publica el martes pasado el diario L’Équipe.

En ella reconoce que su país “ha perdido un poco de su esencia” y que ya no vale el tópico de que los europeos son más violentos o el de que no saben regatear.

“Quizá no sepan bailar la samba (...) pero saben jugar a la pelota”, agrega Lula, que cita a los jugadores del Bayern Múnich de Alemania, campeón de la Bundesliga, y asegura que “tratan el balón con el mismo amor” que los brasileños.

“Cuando los brasileños saltan al campo contra España, conocen a sus rivales mejor que a sus propias parejas. Ya no hay la inhibición que podía haber antes. El fútbol ha perdido el picante y nosotros hemos perdido nuestro estilo”, resume.

El político de 68 años y amante confeso del deporte, confirmó que observará la mayoría de los juegos con su familia.

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