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Los opuestos se atraen
Esta idea está tan arraigada en la cultura popular que empuja a los productores de películas y telenovelas a bombardearnos con argumentos en los que la rica y culta heredera se enamora del humilde proletario semianalfabeto; o que el malvado delincuente se redime al enamorarse de una inocente muchachita. El desfile interminable de parejas disparejas seguramente se debe a que tres de cada cuatro personas están convencidas de que los opuestos se enamoran más fácilmente que las personas que se parecen más y tienen intereses comunes.
Pero en la realidad sucede exactamente al revés: decenas de estudios demuestran que las personas con rasgos similares de personalidad son más propensas a ser atraídas y pasar el tiempo entre sí, que las personas con rasgos de personalidad muy distintos. Por ejemplo, aquellos con una personalidad muy fuerte y competitiva prefieren salir con personas similares. O las personas obsesionadas por la limpieza rechazan a quienes no son muy escrupulosos.
La atracción por el opuesto puede deberse más bien a las carencias propias: vemos en el opuesto lo que a nosotros nos falta y pensamos que podemos ser complementarios, o simplemente porque tenemos curiosidad. Pero si se lo intenta convertir en una relación duradera es muy probable que marche directo al fracaso, porque los opuestos no suelen ser complementarios. Y cuanto más diferentes, más antagónicos.
Nuestra letra demuestra nuestra personalidad
¿Se puede saber cómo es una persona con solo leer su letra? Hay quienes aseguran que sí, e incluso la grafología se utiliza en algunos países para seleccionar personal. Pero los estudios científicos hasta ahora realizados dicen que no. Por ejemplo, los efectuados por el Instituto de Psicología de la Universidad de Neuchatel y del Instituto de Sociología de la Universidad de Zúrich -ambos de Suiza- prueban que la utilización habitual de la grafología en algunas empresas europeas no tiene sentido alguno.
En otros experimentos se desafió a grafólogos a adivinar a quiénes correspondía la escritura entre una docena de personas y no lo consiguieron. Es cierto que observando atentamente la letra de una persona, alguien entrenado puede acertar su sexo e incluso su estrato socioeconómico, pero eso no basta para trazar un cuadro de personalidad completa.
La grafología, cuando sirve para comparar la firma de una misma persona puede ser efectiva, pero no cuando se trata de adivinar su personalidad. En ese aspecto se la califica de pseudociencia -como la quiromancia- por muchas razones, pero la fundamental es que si, por ejemplo, a 2 grafólogos se les presenta el mismo rasgo de escritura, uno de ellos podría decir que lo hizo una persona con rasgos psicóticos y el otro dirá que se trata de un padre de familia ejemplar. Y ni qué hablar de las personas con problemas de artrosis o de los universitarios que, por tomar apuntes a toda velocidad, arruinaron su escritura. Si por esas causas cambiaron la letra, ¿eso querría decir que también cambiaron su personalidad?