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Cómo funciona el cerebro
El cerebro es el órgano más complejo y fascinante de todo el cuerpo humano. A pesar de que su estudio se remonta a épocas muy antiguas, su funcionamiento constituía todo un misterio hasta no hace mucho tiempo. Apenas en el siglo XIX, y gracias a experimentos en personas con lesiones mentales, se pudieron reconocer algunas de las tareas básicas de nuestras áreas cerebrales. Se descubrió, por ejemplo, que el hemisferio izquierdo controla los movimientos del lado derecho y viceversa. Y en 1887 el médico español Santiago Ramón y Cajal, revolucionó el mundo científico y nuestro entendimiento sobre el cerebro al descubrir como funcionan las neuronas.
El cerebro humano está compuesto por cien mil millones de células nerviosas llamadas neuronas, y aunque están agrupadas por áreas, nunca llegan a unirse físicamente. Para comunicarse entre sí generan impulsos eléctricos y químicos que son transmitidos a través de sus terminales nerviosas a enormes velocidades. A este proceso se lo conoce como sinapsis.
Por medio de esta comunicación, las neuronas forman redes complicadísimas que controlan los movimientos, el habla, las emociones, los pensamientos, en fin, todo nuestro funcionamiento. Tenemos al menos unas 100 billones de conexiones cerebrales posibles. Un número asombroso de enlaces que aún con los aparatos de hoy, resulta difícil descifrar.
Pero el desarrollo de la neurociencia ya ha permitido ubicar algunas áreas del cerebro que controlan determinadas actividades. Las funciones básicas como la respiración, y el ritmo cardíaco están gobernadas por el tronco cerebral. Cuando corremos o andamos en bicicleta, el equilibrio y la coordinación están dirigidos desde el cerebelo.
Lo que ven nuestros ojos es interpretado por los lóbulos occipitales. Y todo lo que oímos -palabras, ruidos o música- es interpretado y recordado por los lóbulos temporales. En cambio a los lóbulos parietales llega la información del tacto, la temperatura, las texturas y el dolor. El sistema límbico está relacionado con la atención, y con los instintos sexuales, y paradójicamente en esta misma zona es donde sentimos miedo y también placer. Es donde nace el instinto de agresión.
Y finalmente llegamos a los lóbulos frontales donde se aloja la maravillosa área de Broca, la que nos permite hablar. Es la región más fascinante de nuestro cerebro porque allí reside aquello que nos caracteriza como la especie dominante sobre la Tierra: el juicio, la introspección, el cálculo, la capacidad de abstracción, la voluntad y el control de las emociones. Y aunque compartimos el 93% del mismo ADN con los chimpancés, el desarrollo del área prefrontal es el que nos permitió desarrollar estas capacidades que nos han colocado en el escalón más alto de la evolución como la especie más inteligente y compleja del reino animal. (CONTINÚA…)
El cerebro es el órgano más complejo y fascinante de todo el cuerpo humano. A pesar de que su estudio se remonta a épocas muy antiguas, su funcionamiento constituía todo un misterio hasta no hace mucho tiempo. Apenas en el siglo XIX, y gracias a experimentos en personas con lesiones mentales, se pudieron reconocer algunas de las tareas básicas de nuestras áreas cerebrales. Se descubrió, por ejemplo, que el hemisferio izquierdo controla los movimientos del lado derecho y viceversa. Y en 1887 el médico español Santiago Ramón y Cajal, revolucionó el mundo científico y nuestro entendimiento sobre el cerebro al descubrir como funcionan las neuronas.
El cerebro humano está compuesto por cien mil millones de células nerviosas llamadas neuronas, y aunque están agrupadas por áreas, nunca llegan a unirse físicamente. Para comunicarse entre sí generan impulsos eléctricos y químicos que son transmitidos a través de sus terminales nerviosas a enormes velocidades. A este proceso se lo conoce como sinapsis.
Por medio de esta comunicación, las neuronas forman redes complicadísimas que controlan los movimientos, el habla, las emociones, los pensamientos, en fin, todo nuestro funcionamiento. Tenemos al menos unas 100 billones de conexiones cerebrales posibles. Un número asombroso de enlaces que aún con los aparatos de hoy, resulta difícil descifrar.
Pero el desarrollo de la neurociencia ya ha permitido ubicar algunas áreas del cerebro que controlan determinadas actividades. Las funciones básicas como la respiración, y el ritmo cardíaco están gobernadas por el tronco cerebral. Cuando corremos o andamos en bicicleta, el equilibrio y la coordinación están dirigidos desde el cerebelo.
Lo que ven nuestros ojos es interpretado por los lóbulos occipitales. Y todo lo que oímos -palabras, ruidos o música- es interpretado y recordado por los lóbulos temporales. En cambio a los lóbulos parietales llega la información del tacto, la temperatura, las texturas y el dolor. El sistema límbico está relacionado con la atención, y con los instintos sexuales, y paradójicamente en esta misma zona es donde sentimos miedo y también placer. Es donde nace el instinto de agresión.
Y finalmente llegamos a los lóbulos frontales donde se aloja la maravillosaárea de Broca, la que nos permite hablar. Es la región más fascinante de nuestro cerebro porque allí reside aquello que nos caracteriza como la especie dominante sobre la Tierra: el juicio, la introspección, el cálculo, la capacidad de abstracción, la voluntad y el control de las emociones. Y aunque compartimos el 93% del mismo ADN con los chimpancés, el desarrollo del área prefrontal es el que nos permitió desarrollar estas capacidades que nos han colocado en el escalón más alto de la evolución como la especie más inteligente y compleja del reino animal. (CONTINÚA…)