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El Telégrafo

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Los inventos más trascendentales de la historia

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Inventar y descubrir son dos de las características que distinguen a los seres humanos de las demás especies del planeta. Descubrimiento e invención no son la misma cosa. Un descubrimiento es encontrar algo que no se conocía, o explicar su origen y su funcionamiento. Como ejemplo, el fuego, que puede producirse naturalmente. Un invento, en cambio, es hacer algo nuevo; un objeto o un método que nos facilite y mejore la vida. Siguiendo el ejemplo del fuego, un invento sería un método o un material para encenderlo cuando queramos, sin esperar a que caiga un rayo e incendie un bosque para poder cocinar.

Algunas invenciones, como las armas, también se utilizan para destruir vidas, pero la enorme mayoría ha servido para el progreso humano. Y aunque siempre se ha dicho que la necesidad es la madre de los inventos,  en muchas ocasiones las cosas suceden al revés: artefactos aparentemente inútiles, a los que luego se les encuentra un uso antes impensado. Por  ejemplo, en 1877 Thomas Alva Edison presentó su fonógrafo, al que adjuntó un manual de instrucciones con sus diez usos posibles. Allí decía que servía para dar la hora, enseñar ortografía o grabar las últimas palabras de una persona. Como no parecía nada demasiado útil, tuvo poca acogida hasta que alguien empezó a usarlo para grabar y reproducir música, y se convirtió en todo un éxito de ventas. Hasta el final de su vida Edison consideró que se le daba un uso vulgar.  

Se han inventado millones de objetos a lo largo de la historia, desde el tenedor hasta la bomba atómica, y resulta muy difícil escoger solo diez, dejando afuera otros igual de importantes. A continuación, una de las muchas listas confeccionada a partir de la opinión de decenas de personalidades y científicos del mundo. El criterio está relacionado con la cantidad de personas que se beneficiaron con cada invento, y de la profundidad del cambio que produjo en la vida de la Humanidad. Están ordenados de abajo hacia arriba, con el invento más importante al final de la lista.

La computadora

La historia de la computadora empieza ya en el siglo XVII cuando Blas Pascal crea una máquina para sumar impuestos. El siguiente avance ocurre dos siglos después. Cuando a su calculadora se le incorporan tarjetas perforadas y se logra que sume, reste, multiplique y divida.

El gran salto sucede en 1940 cuando aparece la primera computadora como las conocemos hoy, construida con circuitos electrónicos capaces de resolver ecuaciones complejas, repetir instrucciones rutinarias, procesar y almacenar datos. En la década de los 60 aparecen las primeras máquinas personales y en estas últimos cinco décadas la computadora ha pasado a formar parte de los elementos imprescindibles para el estudio, la comunicación y la diversión. Ahora, los cambios son prácticamente diarios. Cada vez más pequeñas, más veloces y con mayor capacidad. Un ejemplo: hoy, una minúscula memoria flash de 8 gigabytes de capacidad puede almacenar toda la información contenida en los discos duros de 32 computadoras personales de los años 90. 

El teléfono         

El principio físico en que se basa el teléfono no ha cambiado mucho desde que apareció. Básicamente contiene un auricular y un micrófono, que pueden recibir y emitir. Cuando las ondas sonoras producidas por nuestra voz llegan al micrófono hacen vibrar un pequeño diafragma que las convierte en impulsos eléctricos. Las variaciones de las voces originan menores o mayores flujos de corriente eléctrica que son trasmitidos por el micrófono. Al llegar al auricular del oyente los impulsos se decodifican para hacer comprensibles las voces.            

En 1857 Antonio Meucci construyó el primer teléfono que le permitía conectar dos espacios diferentes de su casa. Sin embargo, no tenía dinero para patentar su invento y fracasó en su intento de venderlo. En 1876, Alexander Graham Bell lo patentó como suyo con algunas modificaciones. Muy pronto, el teléfono reemplazó al lento e impreciso telégrafo y de, un extremo a otro, el mundo comenzó a comunicarse en tiempo real.          

Hoy, el teléfono se ha liberado del cable para convertirse en un objeto portátil. Y además de servir para tomar fotos, oír música, navegar en la red, chatear y enviar mensajes, y hasta para… hablar por teléfono.

La píldora anticonceptiva

Los anticonceptivos existen desde la época de los egipcios, que ya empleaban una amplia gama de sustancias para evitar la fecundación. El preservativo masculino nace en Grecia y Roma donde se los fabricaba con intestinos de animales. Es a mediados del siglo XX cuando surge algo realmente efectivo, la píldora, una pequeña pastilla hecha de hormonas que las mujeres debían tomar diariamente para inhibir la ovulación. En 1960 se autorizó su uso en Estados Unidos y pronto se extendió a todo el mundo.

Este invento fue la base para una auténtica revolución: por el hecho de poder planificar con eficacia cuándo y cuántos hijos tener, muchas mujeres comenzaron a estudiar y trabajar, a tener un mayor control sobre sus propias vidas.

Y junto con esto, algo igual de importante: la pastilla ayudó a bajar la tasa de natalidad en un mundo que, gracias a otros inventos como las vacunas, ya comenzaba a superpoblarse.     

Internet

En 1967, durante la Guerra Fría, el ejército norteamericano logró desarrollar un sistema que le permitiera a computadoras de distintas ciudades conectarse en una red  independiente en caso de un ataque masivo. El Internet combinaba dos inventos previos: el teléfono y las computadoras.

De a poco, el sistema pasó a ser usado por la sociedad civil, y en los últimos diez años, con el uso de grandes satélites de comunicaciones ha logrado enlazar hasta los más alejados rincones del mundo. Por medio de ordenadores fijos o portátiles y de los teléfonos celulares, la gente se conecta con enormes computadoras llamadas servidores que almacenan correos electrónicos y páginas web y que automáticamente redirigen los contactos. A eso se le llama hoy el ciberespacio, que a finales del año pasado se estimaba que une a 4 mil millones de usuarios, el 57% de la población mundial, todavía con bastante desigualdad: el 78% de ese total son habitantes de países ricos y apenas el 32% están en los países pobres.

El internet está revolucionando no solo las comunicaciones y el acceso masivo a la información, sino que también ayuda a democratizar el mundo, pues cualquier persona puede hacer pública una información. Además, redes sociales como Facebook y Twitter permiten que personas separadas por enormes distancias formen parte de grupos con intereses comunes, compartiendo conocimientos que van desde temas científicos hasta jardinería. Las fronteras se van borrando y el mundo es ahora más mundial que nunca antes en la historia.

La máquina de vapor

Los antiguos griegos ya sabían que la energía del vapor podía ser aprovechada para producir movimiento. Milenios más tarde en 1698, el mecánico inglés Thomas Savery construye el primer motor a vapor, una sencilla bomba para drenar agua en las minas. En 1769 el escocés James Watt convirtió la máquina de vapor en una forma viable de producir energía. La combustión de carbón hacía hervir el agua contenida en una caldera produciendo vapor a alta presión, energía capaz de accionar un mecanismo.
La máquina de vapor fue la base de la Revolución Industrial que aceleró el desarrollo económico con la fabricación masiva de bienes. Alrededor de las fábricas nacieron grandes ciudades. Los trenes y barcos a vapor acortaron las distancias y permitieron movilizar las materias primas y las mercancías. Apenas un siglo y medio después, el motor de combustión interna, que funcionaba con derivados del petróleo, condenaría a muerte este invento. Pero ya había cumplido su tarea de transformar la historia humana.

La rueda

La rueda es cualquier pieza circular que gira alrededor de un eje. No se conoce mucho de su origen, aunque se considera que aparece ya en la Edad de Piedra, en  Mesopotamia. Sus múltiples usos han sido cruciales para el desarrollo de muchas antiguas civilizaciones. El hombre la ha empleado en el transporte terrestre y en la construcción de edificios y de otras maquinarias. Los pueblos de Europa y Asia la emplearon junto con grandes bestias como caballos y bueyes para cultivo, transporte y la guerra. Y aunque en América se la conocía, no fue utilizada, probablemente por la ausencia de grandes bestias domesticables capaces de arrastrar carruajes.
Las primeras ruedas eran simples discos con un agujero central para poner un eje. La invención de rayos para las ruedas permitió la fabricación de vehículos más ligeros y rápidos. Los romanos y los celtas empiezan a perfeccionarla hasta incluir lo que hoy conocemos como llantas. En la Edad Media y el Renacimiento se la empezó a usar para crear los primeros molinos hidráulicos.
Durante la Revolución Industrial la rueda accionada a vapor permitió fabricar engranajes con los que se crearon nuevas máquinas como el automóvil, del cual también forma una parte importante hasta nuestros días. Sin ellas simplemente seguiríamos trasladándonos a caballo.

La imprenta

En 1449, un desconocido herrero alemán de nombre Johannes Gutenberg publica un libro utilizando un procedimiento revolucionario de su invención: la imprenta de tipos móviles. Hasta entonces, se imprimía de manera artesanal, utilizando el antiguo método japonés de tallar cada texto en una pieza de madera, entintarla y presionar el papel. Pero era tan caro que solo unos pocos nobles y sacerdotes tenían acceso a los libros. Por siglos se utilizaron pergaminos con copias manuscritas hechas por monjes que podían demorarse hasta diez años en terminarlas.   
Con el método de Gutenberg cada letra era independiente y se colocaba en cajas que podían armarse y desarmarse para luego usarse en armar otros textos. Nace entonces la producción industrial de libros y sus costos caen enormemente. Los bienes de la educación y la cultura comenzarán así a divulgarse entre millones de personas por todo el mundo. Es la más grande revolución en la cultura. La escritura llega a todos los rincones, la gente común comienza  a preocuparse por aprender, a enterarse de lo que pasaba en otras ciudades de forma más rápida, y sobre todo podía enseñar a leer a sus hijos y educarlos. La imprenta sirvió para propagar nuevas ideas y provocó grandes cambios científicos y sociales.

La electricidad    

Los antiguos griegos fueron los primeros en observar efectos eléctricos producidos por una piedra de ámbar cuando frotándola lograban atraer pequeños objetos. Con el correr de los siglos, otros científicos fueron realizando experimentos y entendiendo mejor la naturaleza de este fenómeno. Uno de ellos fue Benjamín Franklin que en 1746 comprendió que la materia que compone el rayo es idéntica a la electricidad estática. Pero hasta allí, nadie había logrado producir luz.
Casi un siglo después Thomas Edison logró hacer funcionar la primera bombilla eléctrica, y a partir de ahí las ciudades y los hogares se iluminaron. La corriente eléctrica modificó los procesos industriales y los horarios de las personas. La noche dejó de ser un obstáculo insalvable para los seres humanos. Gracias a la electricidad aparecieron más tarde  inventos tan revolucionarios como la refrigeradora que nos permitió conservar los alimentos. También la radio, la televisión, las computadoras y los trenes eléctricos, los rayos X,  los tornos dentales y el internet. Y hay muchos, más, porque la electricidad se ha convertido en el gran pilar que sostiene el mundo de hoy.

Las vacunas

Antes de la invención de las vacunas el mundo vivía en una tragedia permanente. Enfermedades tan simples como la gripe, el sarampión, la polio o la viruela acababan con poblaciones enteras, y sobre todo con la mayor parte de los niños que nacían. La gente moría por miles sin conocer las causas, y lo atribuían a las pestes, demonios, brujas, o castigos divinos.   
A finales del siglo XVIII el doctor inglés Edward Jenner estudiaba un virus llamado vacccina que enfermaba a las vacas  y notó que las personas que se contagiaban adquirían leves fiebres y pústulas en las manos, pero no morían por la letal viruela. Jenner hizo inhalar el virus de la vaccina a algunas personas para inmunizarlas contra la letal viruela y así nació la primera vacuna.
Cien años más tarde el francés Luis Pasteur desarrolló las vacunas como hoy las conocemos. Él comprendió que los microscópicos virus y las bacterias eran los que enfermaban nuestro cuerpo y que las vacunas engañan al cuerpo porque introducen virus atenuados para que produzcamos los anticuerpos que combatan la enfermedad. Así, la salud humana cambió para siempre y en los dos últimos siglos la mortalidad infantil cayó en picado, y la expectativa promedio de vida en el mundo subió de los 40 años a más de 70.

El arado

Sí, el sencillo arado podría ser el invento más revolucionario de la historia. Porque durante millones de años los humanos fuimos cazadores y recolectores. La vida era terriblemente difícil porque vivíamos a expensas de que aparecieran animales para cazar o frutos que cosechar. La mayor parte del tiempo lo dedicábamos a buscar comida, porque de lo contrario simplemente moríamos.
El arado apareció hace apenas 8 mil años en las planicies ubicadas entre los ríos Tigris y Éufrates, hoy Irak. Como los ríos fertilizaban el suelo, germinaban plantas que luego servían de alimento. Al darse  cuenta de esto, algunos grupos de cazadores se instalaron allí y empezaron a cultivar la tierra con ayuda de sencillos palos que arrastraban para abrir la tierra. Nace así la agricultura, y las semillas comienzan a ser intercambiadas con pueblos  que las aclimatan y producen nuevas y mejores variedades. Más tarde domesticaron bueyes y caballos para arar más profundamente, mejorando el rendimiento y las cosechas. Por primera vez en la historia la comida dejó de escasear y el excedente permitió domesticar y engordar a otros animales: cabras, cerdos, ovejas, gallinas. La proteína animal más abundante les permitió alimentarse de manera más eficiente.
Progresivamente los grupos humanos fueron dejando de migrar y se instalaron alrededor de sus cultivos, dando nacimiento primero a las aldeas y luego a ciudades. Al aumentar la población aparecieron las leyes y el Estado, las religiones y la educación. El comercio permitió intercambiar los excedentes de alimentos y también los conocimientos. Y al haber excedente de comida, algunas personas tuvieron tiempo para el pensamiento y el arte. Pero sobre todo, hubo gente que pudo dedicarse a la filosofía y a la ciencia, a ingeniar inventos y métodos  que hasta hoy nos siguen ayudando a vivir más y mejor.

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