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El ambiente puede generar cambios genéticos

¿Cómo reaccionaría nuestro cuerpo si viviéramos en el cosmos?

Scott y Mark Kelly son gemelos y ambos son astronautas al servicio de la NASA. Foto: cortesía de la NASA
Scott y Mark Kelly son gemelos y ambos son astronautas al servicio de la NASA. Foto: cortesía de la NASA
10 de agosto de 2015 - 00:00 - María Eulalia Silva

Entre los experimentos que se realizan en la Estación Espacial Internacional (EEI) hay muchos destinados a la salud humana.

¿Quiénes están allá arriba?
Hace quince años la estación ha estado habitada por seres humanos. Hasta el momento han sido doscientas personas -de quince nacionalidades- las que han ido y han venido de allá arriba. Para ser seleccionado para el viaje es preciso prepararse física, académica y sicológicamente en estrictos programas de entrenamiento que duran años. Al principio eran apenas tres los habitantes, incluso por cuestiones presupuestarias llegaron a ser solo dos, pero hace varios años son seis los tripulantes permanentes.

Hasta el momento se registran cuarenta y cuatro misiones, cuyos miembros han permanecido un tiempo no superior a seis meses, aunque hoy mismo están dos tripulantes que llevan adelante un proyecto pionero de quedarse un año entero. Esto es temerario porque nuestro cuerpo está adaptado a la gravedad de la Tierra. Flotar en el espacio por mucho tiempo implica un daño para huesos y músculos ya que, al no someterse a la fuerza de atracción de la Tierra, pierden densidad, los fluidos corporales no siguen su curso y pueden dañar órganos.

El ruso Mikhail Kornienko y el estadounidense Scott Kelly están desafiando los límites de permanencia para poder estudiar las reacciones del cuerpo a una exposición prolongada a la microgravedad. Ambos son monitorizados permanentemente. Pero no solo ellos. Scott Kelly tiene un hermano gemelo -también astronauta- que permanecerá en la Tierra y que también será examinado insistentemente. Los hermanos gemelos tienen los mismos genes, de tal manera que así será fácil estudiar si es que hay cambios genéticos en aquel que está en el espacio. Eso ayudará a entender mejor la reacción que el cuerpo humano experimenta al vivir fuera de la atmósfera terrestre. Esta información servirá mucho para los futuros viajes al espacio o para el día que vivamos en él.

Estar allá arriba no debe ser nada fácil. Se vive recluido en un espacio pequeño, lejos de casa, se flota todo el tiempo y hasta las tareas más simples, como tomar agua o comer, se realizan de una manera diferente a la que estamos acostumbrados. Imaginemos que aquí el agua -y todo elemento- cae, allá  danza en el aire. Y es que, aunque aquí en la Tierra no nos demos cuenta, la gravedad es un detalle que condiciona toda nuestra existencia. Para mantenerse saludables y luchar contra el deterioro corporal, los astronautas deben hacer mucho ejercicio. Además del tiempo que dedican a su trabajo en laboratorio, un par de horas al día están destinadas al deporte.

En estricto sentido hay un séptimo pasajero. Un humanoide llamado Robonaut 2. Un robot conformado por cabeza, torso, brazos y manos. Trabaja desde 2011 en el laboratorio Destiny de la estación. Es muy útil en la realización de labores repetitivas y los científicos de la robótica buscan dotarle cada vez de más y mayores destrezas.

Pero… ¿por qué alguien quisiera someterse voluntariamente a tales condiciones extremas? Quizás la primera razón sea la vista. Contemplar nuestro planeta en toda su dimensión debe ser una experiencia sobrecogedora, pero sobre todo los hombres y mujeres que han decidido vivir en la Estación Espacial Internacional lo han hecho por el compromiso de participar en el desarrollo de la ciencia. (continúa)

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