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El Telégrafo
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Una suma de testimonios no hace un documental

Una suma de testimonios no hace un documental
03 de julio de 2011 - 00:00

Bien han dicho varios analistas y usuarios de las redes sociales: “Operación Jaque: una jugada no tan perfecta”, del periodista Gonzalo Guillén, se agotó en la promoción de Teleamazonas. O sea: se dijo tanto en los avances, mientras que en el “documental” no se reveló mucho como se anunciaba.

Sí es cierto que la tesis central del programa (“se pagó por el rescate y no fue un operativo militar puro”) da sustento a cada una de las entrevistas, pero no hay pruebas de aquello. Posiblemente nunca el ex presidente colombiano, Álvaro Uribe, ni el actual Juan Manuel Santos, acepten una cosa así, pero para eso está la investigación, la exhibición de pruebas y hasta la contrastación de fuentes. Caso contrario, no solo que queda la duda, sino la sospecha de que la realidad es otra y se presume de “engañifa”.

Y más allá de la “verdad” sobre lo que fue la “Operación Jaque” (el rescate, “histórico y espectacular”, de la ex senadora y candidata presidencial Íngrid Betancourt y otros secuestrados por las FARC) la cuestión de fondo es la propuesta televisiva. La “venta” sostuvo un documental, revelaciones y testimonios que desmotan la tesis oficial sobre ese “operativo de película”.

Por partes: ¿Qué es un documental? ¿”Operación Jaque”... cumple con los parámetros para calificarlo de documental? ¿Se trata de un documento audiovisual que revela algo oscuro, no dicho, mal informado o una mentira? Posiblemente sí. Desde lo formal hay todo eso, pero también hubo algo más: Janeth Hinostroza, la conductora del programa, no del documental, porque esa figura no cabe, interrogaba a los entrevistados del documental y al propio realizador.

Entonces cabe la pregunta básica y lógica, desde el periodismo: ¿Un documento audiovisual no se defiende por sí mismo? ¿No hubiese sido “lógico” primero disfrutar del documento, saborearlo, sacar conclusiones propias y, quizá, en un segundo programa o una segunda parte entrevistar al autor y a quienes participaron de la realización audiovisual?

A la vez, quedó en el ambiente algo que debió ser aclarado desde el principio: si el documental no pudo ser transmitido en Colombia, por las razones que fuesen, ¿qué   llevó a Teleamazonas a exhibirlo en Ecuador? ¿Hubo realmente un acuerdo con el periodista para que el territorio ecuatoriano sea el escenario para probar tesis e hipótesis que en el de Colombia no se puedan sustentar? ¿Qué rol juega el canal y el Ecuador en un asunto interno de ese país? Supongo que de entrada la respuesta será: allá hay un enorme riesgo, hasta de vida, para quienes osan decir otra cosa que no sea la tesis oficial. Y puede que sí. Por tanto, Ecuador es el territorio de libertad de expresión, ¿no?

Con todo, la audiencia no quedó conforme con respecto a la expectativa creada. Eso sí en el programa se revelaron cosas que para Ecuador sí son de interés. Por ejemplo: Simón Trinidad se encontraba en Quito negociando la liberación de Betancourt y no en acciones militares de las FARC. Y otra más: la corrupción de la justicia y de los miembros de las FARC al acceder a pagos para delatar a sus jefes.

En ese sentido, el documental nos queda en deuda, pues la obligación de un realizador es profundizar en esas preguntas y afirmaciones latentes. Para el Ecuador es  importante saber, y para eso están las investigaciones periodísticas, qué rol jugaban, en ese momento los mandos de las FARC y de  la Inteligencia colombiana en territorio ecuatoriano. Así mismo: si esos dos actores de un conflicto usaron el suelo nacional en operaciones encubiertas, ¿qué grado de control tenían las autoridades ecuatorianas si sus pares del otro lado no habían informado de su presencia?

Y al final, por encima de las consideraciones políticas, queda la interrogante si en vez de un documental no fue un conjunto de declaraciones y testimonios alrededor de una hipótesis que aún queda por ser demostrada y sustentada documentalmente.

Y queda por reconocer que una buena campaña de promoción, con temas delicados y trascendentes, sí concita la atención, aumenta el rating y cautiva a involucrados o no.

Teleamazonas hizo un esfuerzo enorme para promocionar. De hecho, tuvo un enviado a Bogotá, generó atención en Colombia y puso a algunos medios a escribir sobre el tema. Con todo y eso, también es tcierto que cautivó a los auspiciantes al punto que en cuatro cortes la audiencia tuvo que soportar alrededor de tres minutos de publicidad, que para el interés resultaban insoportables. ¿No será mejor vender con la condición de que se va a ver algo de largo y sin cortes?

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