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El Telégrafo
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“Una gran obra requiere de grandes ideas en poco tiempo”

“Una gran obra requiere de grandes ideas en poco tiempo”
02 de mayo de 2013 - 00:00

02-05-13-MEDIOSNo se siente satisfecho. José Orús deja su cargo de asesor de medios públicos con la sensación de que pudo dar más. Considera que su esfuerzo hizo dar el salto que necesitaba El Telégrafo y dio nacimiento a una gran empresa, como es Editogran.

Asegura que atrás quedó el viejo El Telégrafo y sus múltiples deudas (arrastradas por décadas). “Ahora hay una empresa con visión social, que sirve a la comunidad no solo con un diario de primer nivel, sino con una imprenta que produce desde dos periódicos hasta libros de educación”. José Orús se despide de Editogran y cree que -por ahora- tiene bien merecido un descanso, antes de emprender nuevos proyectos.          

¿En qué estado recibió  diario El Telégrafo, cuando empezó como asesor de los medios públicos?
Diario El Telégrafo tenía un perfil establecido por la anterior administración. De alguna manera se quería que tuviera  un perfil más participativo, que fuera un diario público. Ese fue el objetivo original de la llamada que se me hizo a efectos de que sea parte de este proceso. Se quería que sea un diario público, no un diario de publicidad estatal, un diario público que informe aquellas cosas que los demás periódicos no informaban.

¿Se ha logrado ese objetivo?
Es tan evidente que se ha logrado. El Telégrafo ha llegado a ocupar el primer lugar en calidad, no solo por su diseño extraordinario, la calidad de su papel, la calidad de su impresión, sino por el gran nivel de los directores y de la gente que hace el periódico. Es uno de los periódicos más serios de Latinoamérica porque no ha mentido jamás y nadie ha podido decir que ha falsificado, adulterado, tapado o soslayado alguna realidad del propio Estado.

¿Cómo ha avanzado el diario en términos financieros?
El Telégrafo, virtualmente, superó las operaciones negativas hasta el 2012, pero lamentablemente no lo pudimos hacer completamente porque las máquinas que iban a llegar en el mes de octubre recién lo hicieron en noviembre, diciembre y enero, pero ya el periódico está encaminado a salir adelante, la planta como planta, porque El Telégrafo actualmente es un producto. El Telégrafo antiguamente era el producto y la empresa al mismo tiempo y eso generaba confusión. Actualmente, la empresa se llama Editogran y El Telégrafo pasó a ser un producto.

¿En qué momento se dio esta idea de que El Telégrafo pase a ser un producto? ¿Cuál es la ventaja?
Cuando el Presidente revisó la planta que se había montado, en abril de 2011, se dio cuenta de que estaba incompleta. Entonces se necesitaba hacer un plan urgente para preparar todo. El 7 de septiembre de 2011 fueron presentados al Presidente los equipos completos, a efectos de que en la presidencia se apruebe el desarrollo de lo que sería Editogran, porque el Gobierno Nacional tiene grandes desafíos, como  la educación. Necesitamos hacer 20 millones de libros a costos ideales para la gratuidad de la enseñanza. Estos 20 millones de libros llevan el sello del Gobierno Nacional.

Radical también es el cambio de El Telégrafo a Editogran
Es radical porque nosotros teníamos que hacer muchos productos impresos del Estado, entre esos el periódico El Ciudadano, PP El Verdadero, El Telégrafo y otros periódicos más para los que nos contrataban, además de revistas y libros del Estado, entonces no lo podíamos hacer con una planta como la de El Telégrafo, que solo podía realizar  periódicos en blanco y negro y con limitaciones. El Telégrafo quedó como parte de su historia, quedó el nombre. Pero qué hubiera pasado si el presidente Rafael Correa hubiera cerrado El Telégrafo por las grandes pérdidas acumuladas, no solo de esa administración, sino de 50 años atrás. En esos días se decía que el presidente era un mal guayaquileño, que cerraba los íconos de la ciudad. El Telégrafo es uno de los íconos de la ciudad y es el mejor periódico de la ciudad y también del país.

Nunca nadie nos ha dicho que nosotros hemos tapado o adulterado una información. La calidad no se discute porque es el único periódico que en su primer año, en su refundación, gana el premio internacional WAN-IFRA, que nadie ha ganado en el primer año, nadie. Segundo, obtiene los más grandes méritos de premiaciones por sus trabajadores, como por ejemplo en infografía (por trabajos realizados por Manuel Cabrera), premios no solo locales, sino internacionales, premios  reservados a los mejores del mundo. Por eso me atrevo a decir que El Telégrafo es el mejor periódico del país. Hay grandes periódicos en el Ecuador que yo respeto, aunque no estoy de acuerdo con su línea, pero los respeto.

¿Editogran se dedica solo a impresiones del Gobierno o también hace trabajos privados?
Editogran está para servirle al país, sea en el campo público o privado. Tenemos los mejores precios del mercado. El Ministerio de Educación se ahorra millones de dólares al año haciendo los libros con nosotros.

¿Apuntarían a realizar trabajos para países vecinos como Colombia o Perú?
La Ministra de Educación de Colombia, María Fernanda Campo, le dijo hace poco tiempo a la ministra de Educación de Ecuador, Gloria Vidal, que los libros que hacían en Editogran eran mejores que los libros que ellos tenían en Colombia, lo cual es para nosotros una satisfacción. Pero no solamente eso, sino que esta empresa, Editogran, está en posibilidades de servir a Ministerios de Educación de otros países que por precios deseen contratarnos porque estamos en condiciones de presentar los mejores costos. Nosotros podemos hacer hasta cuatro millones de libros por mes, con la planta que se ha instalado.

¿Qué tan grande es Editogran?
Es la imprenta más grande del país y la más moderna. Además es una de las más modernas de Latinoamérica, con tecnología de punta. Editogran no se va a parar, se irán adquiriendo equipos de acuerdo con las necesidades de sus clientes, porque Editogran no ha nacido para quedarse ahí, sino que ha nacido para seguir creciendo óptimamente. Estas son etapas. En esta etapa, en la que yo me comprometí a dejar montada la planta, ya he cumplido. Ahora vienen los nuevos administradores, que son expertos y que tendrán que sacar adelante la planta. Esa es la meta.  

Usted habla de que cumplió con los planes trazados, pero ¿se siente satisfecho?
El hombre nunca debe de estar satisfecho. Sé que pude hacer más. No estoy satisfecho conmigo. Me esforcé y he cumplido. Mi gratitud eterna para el presidente Correa que confió en mi gestión.

¿Cómo ve usted el haber llegado a una empresa que estaba con grandes pérdidas y transformarla en lo que es Editogran ahora?
Usted conoce la historia del patito feo que se transformó en un bello cisne, esa es la historia de El Telégrafo. Era un periódico que daba vergüenza, una historia llena de problemas; fue dos veces parte de la bancocracia del país. Se vio metido muchas veces en problemas, fue vendido varias veces. Provino de una familia respetable, como la familia Castillo, y terminó en manos de un propietario que no quiero ni siquiera nombrar.

El presidente Correa rescató eso y ha sacado un producto de primera calidad. Tengo el honor de haber tenido el reto de estar en este proyecto.

El presidente Correa siempre dice algo que yo copio: hacerlo rápido y hacerlo bien. Creo que nosotros lo hicimos rápido y bien. Como seres humanos somos transitorios. Yo ya pasé por aquí, cumplí mi trabajo, no sé qué me deparará el destino los próximos días, pero cumplí con mi compromiso y por eso estoy hasta aquí. El Telégrafo queda posicionado como el mejor diario del país.

¿Cree usted que El Telégrafo se convertirá en un medio público, no solo por sus contenidos, sino como empresa pública?
El periódico es casi en un 99.99% estatal, pero por cuestiones jurídicas es sociedad anónima porque hay algunos dueños y herederos de la familia Castillo que no han vendido las acciones; otros están desaparecidos. Hemos intentado hacer los contactos, pero no hemos tenido la suerte de conseguir una aceptación definitiva. Son muchas personas, diferentes maneras de pensar. En algo ayudó ser sociedad anónima, en algo ayudó para tener el desarrollo que hemos tenido, pero definitivamente debemos ser a futuro una empresa estatal.

El Telégrafo ha sido muy atacado, ¿a qué se debe esto?
Cuando yo llegué a El Telégrafo ocupaba una oficina de un metro por un metro y medio en el edificio viejo. Yo sentía que estaba bailando con la más fea. Cuando empezaron a atacar medios importantes lo hacían porque veían con peligro el crecimiento de El Telégrafo y PP El Verdadero; lo veían bien y sabían que este desarrollo no iba a parar, entonces me empezaron a atacar a mí, hablando de mis honorarios, de mi trabajo, hablando de que era la mano derecha del Gobierno.

Yo los puse muchas veces en su sitio y no me cansaré de decirlo, los periódicos se convirtieron en actores políticos y perdieron su sitio. La prueba fue en las últimas elecciones, cuando teniendo prácticamente a todos los periódicos en contra, no lograron vencer al presidente Correa.

Ustedes recordarán en la época de la dictadura cuando El Universo y otros periódicos de Quito incitaban a la gente para que saliera a reclamar, para que se levantara contra la dictadura y las personas acudían por miles. En la actualidad no ponen ni 200 personas en un plantón y ellos lo saben. Esto es porque la gente se da cuenta del trabajo que se está haciendo.

El Telégrafo no es un periódico de grandes masas, es un periódico para gente que se preocupa por la realidad del país, para gente que estudia la realidad del país, un periódico de opinión. El PP es otro tipo de periódico. Ambos tienen un mismo objetivo, informar sobre la transformación social que el país está viviendo.    

Nosotros vendemos las cosas positivas que pasan en la sociedad. Damos a conocer lo que hace el artesano, el zapatero, el dueño de una tienda. Ellos, todos nosotros, somos parte de la historia del progreso del país.
Los directores que han habido en el periódico han seguido esa línea social. Yo celebro mucho la presencia de Orlando Pérez, quien le ha dado mucho sentido social a El Telégrafo.

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