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A 10 años de su muerte, se han organizado homenajes a julio garcía

Fotoperiodistas: Detrás del lente y dentro del mundo

En la Universidad Andina Simón Bolívar, de Quito, se realizó una muestra en homenaje a Julio García. Foto: Marco Salgado / El Telégrafo
En la Universidad Andina Simón Bolívar, de Quito, se realizó una muestra en homenaje a Julio García. Foto: Marco Salgado / El Telégrafo
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Un hombre, una mujer, se enfrenta a otro hombre, a otra mujer, y el resultado es el mismo: muerte. En un conflicto, grande, pequeño, entre pueblos, entre miembros de un país o comunidad, el resultado es el mismo: muerte. Y presenciar la muerte, consignarla, más aún, no es tarea fácil; no se puede mirar sin intervenir, sin sentir que en medio del conflicto, el que cae herido, o muerto, no está más allá de nuestra vista.

El papel de los fotorreporteros de guerra ha sido cuestionado, sobre todo cuando se pone en la balanza qué es más importante en el momento de la acción: tomar partido, de alguna forma, en lo que sucede delante del lente, o tomar la imagen, detrás del lente, como fotógrafo  nada más. Esta polémica llevó a abandonar el oficio a Kevin Carter, fotoperiodista que captó la imagen de un niño sudanés acechado por un buitre: el niño había ido a defecar a las afueras de una aldea, y el buitre estaba ahí esperando otros restos de comida, pero la opinión pública cuestionó la ‘indiferencia’ del fotógrafo. Kevin Carter acabó con su vida por la presión de los medios, porque uno de sus grandes amigos, Ken Oosterbroek, fotógrafo también, fue abatido en Sudáfrica. Claro, los fotoperiodistas, en mitad de un conflicto, a veces no eligen si deben o no tomar partido en la acción: son parte del escenario, son parte del número de bajas.

Pero y si no es por los fotorreporteros, ¿qué vemos de las guerras, de los conflictos? ¿Las imágenes oficiales, televisadas, luces de colores en un cielo que pudo ser el de Bagdad o el de una creación de Hollywood? La labor del fotorreportero no es grata ni fácil, pero alguien tiene que hacerla, y algunos de estos profesionales cumplen con su deber pagando con su vida.

Toda esta reflexión ha sido gatillada por el décimo aniversario de la muerte del periodista chileno Julio García, uno de los tres fallecidos durante la rebelión de los forajidos en 2005, que terminó con la salida de la Presidencia del Crnel. Lucio Gutiérrez Borbúa. Julio García, cumpliendo con su trabajo de fotógrafo, en las calles, durante las protestas ciudadanas, cayó asfixiado por el exceso de bombas lacrimógenas lanzadas por la Policía, enviada en esos momentos a reprimir las protestas. El fotógrafo había dejado un momento su cámara para ayudar a un niño que cayó víctima del gas; su cámara no se levantó del suelo. Julio García ingresó a emergencias, pero ya era tarde. Murió delante de la cámara, a pesar de que había vivido detrás de ella, captando el mundo y sus desigualdades gracias a su lente. Julio García se inscribe dentro de la tradición de fotoperiodistas que dejaron la vida por cumplir con su trabajo pero, al mismo tiempo, que no dejaron de compaginar su calidad humana y profesional.

Dos fotógrafos, un nombre

Robert Capa es el seudónimo con el que tomaban fotografías Endre Ernő Friedmann (Hungría, 1913-1954) y Gerda Taro (Alemania, 1910-1937) para romper el cerco de fotógrafos no conocidos. Robert Capa habría sido un famoso fotógrafo estadounidense, y así los dos jóvenes podían vender sus trabajos, los cuales, hasta la muerte de la alemana, no pueden ser diferenciados. Gerda, de hecho, murió luego de la batalla de Brunete, en España, cuando ambos se hallaban cubriendo la Guerra Civil Española: luego de la retirada de las tropas republicanas, Gerda subió al estribo de un  Jeep que fue arrollado por un tanque. La alemana murió al día siguiente en El Escorial, acompañada por Endre Friedman, quien luego seguiría utilizando el nombre de Robert Capa. Este fotógrafo fue quien consiguió las 11 famosas tomas sobre el Desembarco de Normandía y quien, fiel a su profesión, murió en la Guerra de Indochina, en 1954, cuando pisó una mina durante un avance.

Eran dos fotógrafos, detrás de un solo nombre, que murieron en batalla, indistintamente del año y del lugar. De pie, detrás del lente.

10 años, la memoria continúa

El 20 de abril de 2005 el gobierno de Lucio Gutiérrez cayó, con estrépito, en mitad de la furia de la gente. Ya había personas fallecidas después de la revuelta, y una de ellas fue un fotógrafo querido por muchos, por la gente a la que retrataba, por quienes lo conocieron como persona y profesional. A Julio García, a diez años de su muerte, se lo ha homenajeado, mostrando sus fotografías, el mejor recordatorio de la vida de alguien: su obra.

Pero más allá de los homenajes y de las palabras de despedida o a modo de anécdota, lo importante es que el debate político siga abierto: la gente salió a la calle, mostró su descontento, y producto de esa participación ciudadana es que hoy podemos recordar y rendir homenaje a los caídos. Una exposición del fotógrafo Paco Salazar está abierta en Ciespal. Para mostrar a la gente, porque la imagen también habla, porque los testimonios son parte del debate. (I)

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