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Reflexión
Subdesarrollo y matriz productiva
Hace poco, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) hizo pública la encuesta nacional de empleo, subempleo y desempleo, de diciembre de 2013. Allí se observa que a pesar del crecimiento económico y las políticas laborales y redistributivas de los últimos años, la informalidad y el subempleo siguen siendo altos, afectando a buena parte de la población económicamente activa.
Los datos indican que poco más de la mitad de la población ocupada formó parte del sector informal (51,4%) y estuvo subempleada (52,5%). Asimismo, 2 tercios de los ocupados fueron empleados informales (66,1%). Esto significa que el Ecuador sigue siendo un país capitalista subdesarrollado, cuyo patrón de especialización primario exportador no ha logrado generar suficientes empleos de calidad y superar la heterogeneidad estructural que lo caracteriza.
Esto es consistente con lo que el economista peruano Adolfo Figueroa señala como una de las regularidades empíricas del capitalismo: la existencia y la persistencia del desempleo y el subempleo (que lo define como el trabajo por cuenta propia de bajos ingresos) en los países del Tercer Mundo.
En efecto, en el gráfico 1 se observa que a mayor (menor) producto interno por habitante de los países, menor (mayor) es el porcentaje de autoempleados en su fuerza laboral.
Para superar su situación de subdesarrollo, el país requiere lo que en términos marxistas sería el desarrollo de sus fuerzas productivas, en el marco de un nuevo patrón de especialización o matriz productiva. Implica una estrategia de crecimiento económico con cambio estructural, entendido este último, en un sentido convencional, como el cambio de la estructura productiva hacia actividades económicas con mayor productividad e intensidad tecnológica y de conocimiento, que simultáneamente generen empleo de calidad e inclusión.
En la última década hemos tenido en el Ecuador y en la región un crecimiento inclusivo, es decir, con reducción de la pobreza y la desigualdad, pero con poco o ningún cambio estructural. Más bien, como lo indica la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), ha habido una tendencia hacia la reprimarización de las exportaciones regionales debido al boom de los precios de los commodities, profundizando la vulnerabilidad y afectando la sostenibilidad en el largo plazo.
El cambio de la matriz productiva no implica reducir el desarrollo o el Buen Vivir al crecimiento económico, pero sí reconocer que para un país como Ecuador es un medio necesario en la cadena causal para mejorar dinámicamente el empleo, los salarios y los ingresos. Este proceso comprende, por lo tanto, una tensión entre la estructura económica actual y la nueva estructura deseada, así como una tensión entre la gestión de una economía capitalista subdesarrollada en el corto plazo y el cambio estructural de largo plazo.
La transformación productiva requiere también de una nueva relación social entre el trabajo, el capital y el Estado, probablemente en el sentido de los “balances de poderes compensatorios” propuestos por el economista estadounidense John Kenneth Galbraith. Esto demanda un cambio estructural que favorezca a las grandes mayorías, que no se base en la explotación de los trabajadores ni minimice los impactos al medio ambiente.