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Ecuador, 15 de Mayo de 2025
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Otra vía para la ATPDEA

Estamos a cuatro meses de la finalización de los beneficios de las preferencias arancelarias
andinas (Atpdea, en inglés) y el tema preocupa a muchos exportadores ecuatorianos.

El panorama para la renovación de dicho sistema es oscuro, pues la salida de los otros países beneficiados ha dejado al Ecuador solo en la lucha.

A más de ello, el caso del asilo otorgado al ciudadano Julian Assange, que fue una decisión soberana y que debería (teóricamente) estar alejada de cualquier resolución en el ámbito comercial, ha causado que algunos legisladores norteamericanos amenacen al Ecuador con retirarle las preferencias arancelarias (sería recomendable pagarles un curso de ética a estos señores).

Sin embargo, Adam Namm, embajador de Estados Unidos en Ecuador, mantuvo una reunión con el Canciller Ricardo Patiño, luego de la cual afirmó: “Nos pusimos de acuerdo en reiniciar el diálogo bilateral. Ojalá se concrete este año”. Esto da nuevas esperanzas al sector exportador
del país.

Para aclarar el tema, la Atpdea no es un “Acuerdo Comercial”, sino un sistema unilateral vigente a través de una ley norteamericana, por medio del cual los EE.UU. entregan preferencias arancelarias a los países andinos (Perú, Bolivia, Colombia y Ecuador) en reconocimiento a la lucha antidrogas.

En la práctica, este sistema se ha constituido en una forma adicional de subordinación, ya que por una parte los EE.UU. no han aceptado entrar en una negociación comercial que no sea un tratado de libre comercio -lo cual no es aceptable para el Gobierno ecuatoriano- y por otra, al ser Ecuador su único país beneficiario de estas preferencias, actualmente vive con la espada de Damocles a punto de caer por las constantes amenazas de que el sistema expire.

El ejemplo más claro es que el asilo a Assange, no debería influir, pero lo hace. Y obviamente, como el Gobierno actual no se ha vendido a la política exterior que impulsa los EE.UU. ahora se ven sus reacciones. Ecuador con su política de soberanía debe escapar de cualquier tratado comercial que lo subordine políticamente, pero en su propuesta de nuevos acuerdos
comerciales y diversificación de mercados, debe “dar”, es decir, entregar preferencias
arancelarias y eliminar barreras no arancelarancelarias, protegiendo sus industrias básicas y sensibles, y no solo pedir o querer vivir de la “caridad” de ciertos países, que como se ve,
tienen su segunda intención.

Respecto a la relación comercial con la Unión Europea (UE), ya son algunos los años que el Ecuador ha tratado de sentarse a la mesa de negociaciones sin éxito, pues debido al desarrollo nacional del último quinquenio, ha dejado de ser un país con renta media baja (según el Banco Mundial) y, por eso, dejará también de ser beneficiario del SGP plus (Sistema General de Preferencias Plus).

Ahora la única alternativa es lograr negociar un acuerdo comercial que sea satisfactorio
para ambas partes, para que se mantengan las preferencias arancelarias que permitan acceder al mercado de la Unión Europea (que representa un tercio del total de exportaciones no petroleras del país) pero -como he dicho-, ofreciéndole también un escenario aceptable a cambio.

Pero cualquiera de estos nuevos acuerdos comerciales que el Ecuador pretende ofrecer, deben ser analizados con mucho cuidado, priorizando a los sectores nacionales importantes que pueden ser destrozados, por ejemplo el agrícola, en el que competimos en total desventaja, porque, tanto los EE.UU. como la UE, tienen políticas de subsidios agresivos que les colocan en una posición competitiva con la que no podemos luchar, ¿eso es libre mercado, igualdad de oportunidades y competencia perfecta? Por supuesto que no; y es justamente este tipo de políticas hegemónicas, el que hace que firmar un TLC con ellos sea inviable.

Finalmente, veo con sorpresa y hasta vergüenza, que los sectores productivos
del país piden al Gobierno que ceda ante las presiones de estos países para “proteger nuestro comercio exterior”, cuando lo que deberían hacer es pensar en el futuro, arrimar el hombro y, más bien, exigir que se evite todo tipo de tratados comerciales débiles que venda nuestra soberanía, que pueda poner en riesgo a la producción nacional, y que comprometa a las próximas generaciones.

Pero como he señalado, que ofrezcamos también ventajas, beneficios, disminución
de barreras arancelarias y para-arancelarias (porque no podemos pretender que nos den “todo” a cambio de nada…) para, de esa manera, lograr acuerdos inquebrantables y no volver
a situaciones de preocupación e incertidumbre como la que vivimos en este momento.

 

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