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Entrevista

‘No es asunto solo de mujeres’

‘No es asunto solo de mujeres’
31 de marzo de 2014 - 00:00

Las tareas relacionadas con los cuidados en el hogar siguen siendo, casi exclusivamente, responsabilidad de las mujeres, pero ese trabajo esencial que sustenta de manera invisible la economía, no es remunerado y peor reconocido en términos económicos ni en el mercado laboral. Los problemas derivados de esta lógica, así como los avances que deben lograrse a través de políticas públicas son abordados por Alison Vásconez en su último libro Mujeres y protección social en Ecuador. En el texto también se analiza la seguridad social que, si bien ha experimentado un crecimiento de la cobertura a la población, todavía está estrictamente vinculada a las contribuciones relacionadas con el trabajo cuando —según la autora— debería ser un derecho ciudadano.

En el libro se alude al tema de la “crisis de los cuidados”, ¿qué significa y qué implicaciones tiene?
Según los datos de las encuestas del uso del tiempo (realizadas por el Instituto Nacional de Estadística y Censos, INEC, ndlr) las mujeres se encargan casi totalmente de los cuidados en la casa y, en general, son los hogares los que más horas dedican a los cuidados, frente al Estado y a los proveedores privados. La crisis de los cuidados existe por 2 razones: uno, por los cambios demográficos, por la mayor necesidad de cuidados directos de niños y niñas pequeños y población adulta mayor.
EN BREVE

Alison Vásconez es doctora en Economía del Desarrollo por la Flacso donde trabaja como docente de Economía Feminista, Macroeconomía y Política Económica. Ha investigado y publicado sobre economía laboral y teorías de la desigualdad y bienestar.

En el Ecuador todavía no tenemos una alta participación de la población adulta mayor, está creciendo aunque menos que en otros países, pero lo que sí tenemos es una alta población joven hasta 14 años. Entonces, tenemos una importante necesidad de cuidados. Otra razón es que las tareas de cuidado están socialmente asignadas a las mujeres. En un mundo equitativo e ideal, las necesidades de cuidados deben ser resueltas por la sociedad no por las mujeres. Si la cuidadora, la mujer, la madre, va a participar en el mercado laboral, la sociedad debería resolver el tema del cuidado, en términos de Estado, de (sector) privado o de los mismos hogares compartiendo la carga de cuidado entre hombre y mujer. No tiene por qué ser un problema de las mujeres ni el hecho de que las mujeres trabajen debería generar la crisis de los cuidados.


¿Y en la realidad qué ocurre?
El trabajo de cuidados representa una barrera para las mujeres, pero no es solo una barrera para las mujeres sino que representa también una situación altamente injusta en la economía porque la economía monetaria —la que se ve— está basada en una economía que no se ve y que es fundamentalmente un aporte de mujeres, a través del trabajo de cuidados. El valor que genera esa economía que no ve, ni siquiera va al trabajo porque no se paga en el salario sino que va al capital. Entonces, se produce una situación de desigualdad estructural basada en el trabajo de cuidados.

Si comparamos las encuestas de uso del tiempo encontramos que hay un par de puntos de mejora en la participación de los varones, especialmente en el cuidado de hijos e hijas, en algunos estratos sociales, en zonas urbanas, en parejas jóvenes, pero otras tareas, por ejemplo, limpieza, cocina, preparación de alimentos, son una carga que sigue pesando sobre las mujeres y cuando la mujer de la casa no está, lo asume generalmente otra mujer, sea contratada o sea de la familia.

El homo economicus va al trabajo planchado, lavado y comido, está sustentado por todo un trabajo que no es reconocido’

¿Es posible cambiar esa situación?
Por lo general cuando se habla de estos temas en las reuniones están presentes mujeres, se cree que son asuntos de mujeres, que el género es asunto de mujeres cuando es una relación entre hombres y mujeres. Las injusticias de género que ocurren con carácter económico en el ámbito privado también tienen que ver con la política pública. Es decir, lo privado es público en el sentido de que se generan desigualdades estructurales. Desde la política pública se pueden hacer muchas cosas. Primero, hay que pensar que este no es un asunto solo privado ni un asunto solamente de las mujeres, no es un asunto solamente del hogar, es algo que tiene que ver con la organización social del trabajo mismo. Ahí tiene que ver el Estado, quienes proveen trabajo y los empleadores.

Una autora muy conocida, Antonella Picchio, dice que el homo economicus va al trabajo planchado, lavado y comido, está sustentado por todo un proceso de trabajo que no es reconocido y que es parte de la fuerza de trabajo, de la organización de trabajo. En ese sentido un cambio estructural, profundo, implica una reorganización social del trabajo. Por ejemplo, cambios en los horarios y en la planificación del trabajo en el año, de que la dedicación al trabajo esté en función del ciclo de vida de la familia y que se considere al cuidado como una inversión, como parte de lo que es generar talento humano y que se utiliza para el desarrollo del país. La reorganización social del trabajo implica un cambio de mentalidad en el sector empleador, incluso en el sector estatal que emplea.
Vásconez sostiene que existen desigualdades estructurales en el acceso de las mujeres a la seguridad social, y por ende, a la protección social. Un sistema de aseguramiento universal es necesario, dice.
Ese es un lado, el otro tiene más que ver con la protección social que es el sistema de cuidados. En algunos países como Uruguay se está construyendo esta noción de sistema de cuidados, que es toda una infraestructura estatal de servicios, con actores estatales que ayudan a sustentar las tareas de sostenimiento de la vida de las familias.

¿Cuál es la situación en Ecuador?
En el MIES (Ministerio de Inclusión Económica y Social) planteamos esta discusión sobre la construcción de un sistema de cuidados, basándonos en algo básico: los cuidados a las personas que necesitan mayor atención, considerando que solamente es una parte de este ámbito de cuidado que es más amplio, pero al menos enfocarse en lo más demandante de tiempo (el cuidado de niñas y niños, adultos mayores y con discapacidad).

En lo que se refiere a cuidado infantil, por ejemplo, el MIES es el encargado de la política de desarrollo infantil para niñas y niños de hasta 4 años, a través de los centros de desarrollo infantil. Hasta finales de 2013 había una cobertura (de ese servicio) para el 60% o 70% de la población en pobreza. Se ha planteado la meta de cubrir a toda la población en pobreza hasta 2017, pero no solo la población en pobreza requiere servicios de cuidado, es toda la población. La idea es que si bien por cuestiones fiscales y de financiamiento no se puede cubrir a toda la población, el MIES se encargue de que existan servicios privados de buena calidad y que, además, las empresas cumplan con su tarea de tener servicios de cuidado infantil. El nuevo Código del Trabajo se está debatiendo y ahí hay que meter esta discusión. Creo que la política laboral se ha quedado un poco atrás frente a políticas como la de protección social.

¿De otro lado, cómo aborda en el libro la seguridad social?
La seguridad social está planteada desde un mercado de trabajo que no es el que existe, con un mercado de trabajo formal, en relación de dependencia, con un modelo de familia que era del varón proveedor y la mujer ama de casa, eso inclusive continúa. Hoy la discusión es cómo cambiar la concepción de la seguridad social para que sea una seguridad social más ciudadana, no basada en la contribución sino basada en el derecho de ciudadanía de las personas porque, al menos las mujeres, tienen una historia de no contribución por no participar en el mercado laboral. Si bien las mujeres tienen una participación importantísima, clave en el sostenimiento de la vida a través del trabajo de cuidados, este trabajo no es reconocido ni remunerado, y las mujeres se han incorporado poco a poco al mercado de trabajo. Un ejemplo, las mujeres que ahora son de la tercera edad no tienen historial de contribución y se quedaron sin pertenecer a la seguridad social y, por ende, sin protección social. Entonces, se plantean cambios en la estructura misma del sistema de seguridad social en términos de incorporar un pilar no contributivo. Un sistema de aseguramiento universal es necesario, a eso deberíamos tender.

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