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Los BRICS y su acuerdo de reservas

Los BRICS y su acuerdo de reservas
14 de julio de 2014 - 00:00 - Juan Fernando Terán

Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica esperan alcanzar 3 grandes objetivos: crear un banco de desarrollo, realizar intercambios comerciales con sus monedas nacionales y conformar un Acuerdo Contingente de Reservas. Esta última iniciativa alterará el ejercicio de la hegemonía estadounidense.

Un fondo modesto pero significativo

El acuerdo generará un fondo común de divisas que apoyará a un país cuando enfrente una crisis. Dado que el mecanismo se activaría ante problemas coyunturales, el acuerdo no presupone mayores condiciones previas para entrar en funcionamiento. Y ello en razón de que la contribución de cada país a las reservas de uso colectivo permanecería almacenada como parte de los activos de su banco central.

El fondo iniciará con $ 100 billones aportados de la siguiente manera: China con $ 41 billones; Brasil, Rusia e India con $ 18 billones cada uno y Sudáfrica con $ 5 billones. Todavía no se han definido condicionalidades para el desembolso de los recursos. Por ello, en la práctica, solo se necesitaría que los socios mayoritarios autoricen la transferencia de reservas.

A primera impresión, ese acervo de divisas parece modesto si se lo compara con los $ 780 billones que tiene el Fondo Monetario Internacional (FMI). Su importancia, sin embargo, no proviene de su tamaño. El acuerdo es significativo porque ratificará una región económica que no se define por la cercanía espacial de sus miembros sino por la proximidad de sus objetivos nacionales.

Los efectos del dispositivo

El acuerdo demostrará toda su utilidad en una crisis de balanza de pagos. Este evento no siempre emana de la mala conducción económica. Además de que suele generarse por una caída de las exportaciones o por el pago de deuda, el deterioro de la balanza de pagos puede suscitarse por cuantiosas salidas de capitales en períodos relativamente cortos. Entonces una moneda nacional pierde su valor y se deprecia frente al dólar. Cuando sucede este ‘ataque especulativo’ a una moneda, se crean incluso las condiciones para una crisis bancaria en la cual el Estado puede verse obligado a impedir el retiro masivo de depósitos y a asegurar la conversión de su moneda a un determinado tipo de cambio.

Esta cadena de problemas sucesivos genera efectos cuyas implicaciones trascienden lo monetario. Además de desvalorizar los activos reales existentes en un país, la depreciación monetaria afecta al desempeño de todas las actividades económicas conforme encarecen las importaciones. La difusión interna de los efectos de la crisis puede suceder con rapidez. Por ello, cuando no tiene recursos para defender su tipo de cambio, un país solicita préstamos al FMI. Esas ‘asistencias de emergencia’, sin embargo, no se efectúan por razones altruistas. Las instituciones multilaterales exigen aplicar políticas de ‘ajuste’ que suelen deteriorar el bienestar de la población pues presuponen reducciones significativas al consumo y ahorro internos.

Un desequilibrio en la balanza de pagos no es un asunto formal de contabilidad. De ahí la importancia de alcanzar un mecanismo alternativo de emergencia entre los BRICS. Pero no es necesario esperar a la ocurrencia de eventos extremos para apreciar los beneficios de su acuerdo. Este podría desempeñar también otras tareas.

Las depreciaciones


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Años atrás, las monedas de Brasil, Rusia, India y Sudáfrica tienden a depreciarse frente al dólar (gráfico 1). Para reducir el precio de esta divisa, los bancos centrales de esos países han efectuado operaciones cuyo propósito es aumentar la oferta de la moneda estadounidense en los diversos mercados. Aunque sirvan para contener la depreciación de una moneda nacional, esas operaciones equivalen a una venta de los dólares poseídos por un banco central y, por tanto, a una reducción de las reservas. Esta merma no conviene y por ello incentiva aún más el interés de los BRICS por un fondo común que podría utilizarse también para aminorar las fluctuaciones del precio de sus monedas.

Por su parte, Rusia tiene un aliciente adicional. Dado que su visión geopolítica choca en ciertos aspectos con los proyectos de Estados Unidos y sus aliados europeos, ese país podría verse expuesto a importantes retaliaciones que disminuirían su capacidad de negociación financiera. La creación de un mecanismo de apoyo ante las emergencias de liquidez representa una opción para evadir ese escenario. Todo esto sin contar que Rusia aspira a consolidarse como un articulador de los intereses de los países ubicados en su región de influencia inmediata.

China tiene reservas en exceso

Hasta fines de marzo de 2014, las reservas internacionales de China alcanzaron $ 3,95 trillones, un monto que equivale a unas 27 veces las reservas mantenidas por EE.UU. Además de que China está captando dólares en cantidades cada vez mayores, su moneda exhibe una tendencia a la apreciación que podría mantenerse debido a políticas económicas explícitamente dirigidas en ese sentido (USDT, 2014). Si bien podrían ser favorables, ambas circunstancias tienen una arista digna de atención anticipada.

China busca aumentar el consumo de sus habitantes para garantizar la estabilidad del régimen político. Alcanzar este objetivo podría tornarse difícil por la presencia de una gran cantidad de divisas que fomenta la creación de liquidez y presiona al incremento de la inflación. Para paliar estas eventualidades, a largo plazo, la internacionalización del renminbi es una salida. Esa opción está manejándose paulatina y cautelosamente. No obstante, en los últimos años, además de negociar acuerdos con Alemania y el Reino Unido para utilizar su moneda en transacciones internacionales, China implementó unos 24 swaps o intercambios monetarios bilaterales con distintos países (Liao, 2013). Estas soluciones provisionales no son suficientes.

Hasta que el dólar sea sustituido como moneda de reserva utilizada por la mayoría de países, la consolidación del Acuerdo Contingente constituye una maniobra pragmática y estratégica. Gracias a esta, China encontraría otra forma de canalizar sus excedentes de dólares sin mayores alteraciones a sus condiciones macroeconómicas ni sin coartar sus expectativas de bienestar. Todo esto puede efectuarse sin incurrir en aquello que China desea evitar a corto plazo, a saber, asumir mayores responsabilidades directas en la gobernanza financiera global.

El FMI permanece sin cambios

El Acuerdo Contingente desafía a las labores del FMI. Al interior de las élites estadounidenses no existe consenso para una defensa incondicional de esa institución. Debido a su ineficiencia en la prevención y control de crisis, en 2010, se propuso otra vez su reestructuración admitiendo la posibilidad de un cambio del poder de voto entre sus miembros. Para proceder en ese sentido, se requeriría que los países aporten cuotas en correspondencia con el tamaño de sus economías. Si se implementa este criterio, la reestructuración ocasionaría un ligero desmedro al poder estadounidense.

Para los BRICS, tal fórmula no es atractiva pues su capacidad decisoria conjunta aumentaría al 14,3% mientras Estados Unidos retendría el 16,5% de los votos (Talley, 2014). Para evadir este resultado, este país podría aportar mayores cantidades a la cuenta del FMI. Pero los Republicanos bloquean las iniciativas en ese sentido pues no están dispuestos a conceder más capitales a cambio de menos poder.
Los condicionamientos del FMI han sido utilizados para inducir a los países hacia senderos de acción alineados con las visiones estadounidenses sobre cuál debería ser ‘el equilibrio de poder’ adecuado para las distintas regiones del planeta. Como puede inferirse a partir de lo acaecido en Ucrania, EE.UU requiere todavía de ese instrumento. Pero su función disciplinaria ya no es viable como antaño.

El FMI no puede perpetuar la ilusión de precautelar los intereses de todos sus miembros. Incluso si los conservadores estadounidenses decidieran capitalizar a la vieja herramienta para mantener el poder de su país, la legitimidad del Fondo está diluyéndose con cada día que se perpetúan y perciben los efectos de la crisis global en la vida cotidiana. En este contexto histórico, la sensación de su obsolescencia es atizada por el posible surgimiento de una institución competidora apoyada por China, el mayor acreedor de la deuda estadounidense.

La reunión en Fortaleza: un símbolo

Aunque todavía incide en los regímenes internacionales, Estados Unidos perdió hace tiempo la iniciativa para proponer instituciones que obtengan, o por lo menos simulen, resultados efectivos. Con la operación de su Acuerdo Contingente, los BRICS demostrarán que el FMI podría ser necesario solo ‘en última instancia… en el sentido más literal de la expresión. Si su iniciativa incluye a otros países beneficiarios, la consecuencia sería más contundente. El encanto del dólar desaparecería lenta pero irremisiblemente.

 

 

Referencias bibliográficas:
- Liao, S. & D. McDowell (2013). Redback rising: China’s bilateral swap agreements and RMB internationalization. 

- Talley, Ian (2014). Everything you ever wanted to know about Washington’s battle over the IMF.

- U.S. Department of the Treasury (USDT) (2014). Report to Congress on international economic and exchange rate policies.

 

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