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La clase media se consolida en América Latina

América Latina está convirtiéndose en una región de clase media: cuatro de cada 10 personas mejoraron su calidad de vida, al pasar de 100 millones de personas en 2000 a unos 150 millones en 2010. Esto significa que 50 millones de habitantes salieron de la pobreza a lo largo del decenio, según un reciente informe del Banco Mundial (BM).

Para el organismo multilateral, los ingresos más altos y menos desigualdad fueron los factores que contribuyeron a la reducción de la pobreza y expansión de la clase media en la región. Sin embargo, el segmento poblacional más extendido es el de la clase vulnerable, aunque no pobre y con riesgo de retroceder, porque no tiene las suficientes garantías económicas. Ecuador ha ganado peldaños y se ubica entre los mejores países de América Latina.

La nación “sigue la tendencia regional, está trabajando fuerte para consolidar un contrato social inclusivo, en donde todas las clases se beneficien y contribuyan para tener servicios de calidad en educación, salud, infraestructura, entre otros”, afirmó Jamele Rigolini, uno de los autores del estudio.

El documento, titulado “La movilidad económica y el crecimiento de la clase media en América Latina”, fue elaborado por los consultores del BM, Francisco Ferreira, Julián Messina, Jamele Rigolini, Luis Felipe López-Calva, María Ana Lugo y Renos Vakis, quienes identifican a la clase media de acuerdo a los ingresos económicos.

La clase media y rica
En efecto, la investigación define a los integrantes de la clase media como aquellos que perciben un ingreso entre 10 y 50 dólares diarios y per cápita, valor que proporciona una mayor capacidad de recuperación ante eventos inesperados y refleja menos probabilidades de volver a caer en la pobreza. Según estos umbrales, una familia de cuatro personas se clasificaría como perteneciente a la clase media, si sus ingresos anuales oscilarían entre 14.600 y 73.000 dólares. Así, el 68% de la población de América Latina y el Caribe, que representa más de las dos terceras partes, vivía en 2009 por debajo de los estándares de ingreso de la clase media. Ahora, en cambio, el 30% de la población pertenece al nivel medio y, aproximadamente un 2%, corresponde a los ricos.

La clase vulnerable
El informe también describe una cuarta clase no pobre, pero todavía vulnerable, que representa el 38% de la población que aún carece de la seguridad económica de la clase media y representa la división social más extensa en América Latina y el Caribe. “Atrapados entre los dos segmentos, los vulnerables tienen ingresos diarios de entre 4 y 10 dólares per cápita”, señala la investigación, al insistir en la necesidad de que los países deben continuar trabajando para que sus habitantes, sean más prósperos. Sin embargo, destaca lo alentador de la dinámica del proceso, “porque un continente en el que los vulnerables constituyen el grupo más amplio de la población es mucho menos atractivo que un continente de clase media, pero es mejor que un bloque donde predomina la pobreza”.

La transformación social en el bloque comenzó alrededor de 2003 y se refleja en el crecimiento económico y la disminución de la desigualdad. Según el estudio, el Producto Interno Bruto (PIB) per cápita creció a una tasa anual de 2,2% entre 2000 y 2010 y, a un ritmo más acelerado, a lo largo del crucial período de 2003-2009. En los años 80 el PIB era negativo con un crecimiento de apenas el 0,2%, y un 1,2% en la década de los 90. En términos estadísticos, el informe asegura que el crecimiento económico jugó un rol mucho más importante y a él se debe el 66% de la expansión de la reducción de la pobreza y el 74% de crecimiento de la clase media en los años 2000.

La movilidad económica
El auge de la clase media en la región también refleja una considerable movilidad económica, tanto intrageneracional como intergeneracional. Hasan Tuluy, vicepresidente del Banco Mundial, sostiene que si bien la movilidad intergeneracional en la mayoría de los países de la región sigue siendo limitada, la educación y el nivel de ingresos de los padres todavía influyen considerablemente en los logros de los hijos. En el caso de Ecuador y Perú, la movilidad se produjo entre los que originalmente eran pobres; mientras que en Argentina y Uruguay -países que partían de un ingreso per cápita superior- la mayor parte estuvo protagonizada por el grupo de los vulnerables. También se destaca que en los países de la región se dio una clara relación entre el crecimiento acelerado del PIB y la mayor movilidad de los ingresos. Es por eso que entre 1995 y 2010, de cada 100 latinoamericanos, 43 cambiaron de nivel económico. Asimismo, de 43 personas que variaron sus ingresos, sólo dos experimentaron un empeoramiento de su standar hacia la pobreza o fuera de la clase media.10-3-13-movilidad0intrageneracional

El cuadro 1 grafica que más de uno de cada cinco latinoamericanos siguieron siendo crónicamente pobres a lo largo de todo el periodo (1995-2010), mientras que aproximadamente el mismo número permaneció en la clase media. Estas tendencias varían entre países. Por ejemplo, el 50% y hasta el 60% de la población de Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica y Ecuador, se desplazó a uno de los tres grupos económicos durante los 15 años. En cambio, la movilidad fue significativamente menor (20%) en Argentina, Guatemala, México, Nicaragua y Paraguay. Los países más afectados son República Dominicana , Paraguay y Venezuela.

En definitiva, la mayoría de los movimientos de clase fueron progresivos: casi todos los que ascendieron se desplazaron, ya sea de la pobreza a la vulnerabilidad o de la vulnerabilidad a la clase media. El documento aclara que quienes cayeron en la pobreza experimentaron una disminución promedio de sus ingresos de casi el 16%.

Nivel educativo
En la mayoría de los países de la región era más probable que los hogares que mejoraron los indicadores socioeconómicos iniciales, tuvieran mayores probabilidades de acabar en una clase socioeconómica más alta 15 años después. Por ejemplo, los hogares que hoy se encuentran en la clase media tenían, en promedio, un alto nivel educativo igual que de la clase vulnerable, quienes, a su vez, superaban a los pobres. En Ecuador, un típico cabeza de familia de clase media (actualmente) ya tenía 10 años de educación 15 años antes de 1995, comparado con solo seis años del líder de una familia pobre. En general, en todos los países de América Latina, los cabezas de familia de clase media tienen más años de escolarización que los de las clases pobres o vulnerables, pero menos años que los ricos. El indicador de los años de escolarización de los padres e hijos permite determinar que hay mucha menos movilidad en Brasil, Ecuador, Panamá y Perú, frente a la mayoría de los demás países de la región.

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No obstante, hay un aspecto crucial: el grueso de países muestra, no solo una movilidad intergeneracional más baja en logros educativos, sino también escalas deprimidas de aprendizaje de los alumnos. “Se trata, pues, de una combinación desafortunada que deja un amplio campo de acción para las intervenciones de las políticas en este ámbito”, agrega la investigación del Banco Mundial. También apunta que la educación secundaria o universitaria está asociada con mayores probabilidades de movilidad ascendente que la educación primaria. En Costa Rica, ocho de cada 10 personas originalmente pobres y con una educación más alta, salieron de la pobreza durante el periodo, comparado con solo seis de cada 10 para aquellos con educación primaria. Paralelamente, destaca que un título universitario es mucho más importante para dar un brinco a la clase media antes que para salir de la pobreza.

Honduras ilustra el tema: apenas el 20% de la población originalmente vulnerable con educación primaria ingresó a la clase media durante el periodo, frente al 40% de los que habían logrado educación secundaria y más del 60% entre quienes se respaldaban con un título universitario. En cuanto a la categorización de los centros educativos en latinoamérica, el estudio señala que los colegios a los que van los alumnos ricos son de mucha mejor calidad que aquellos en los que se educan los pobres, en términos de dirección, rendición de cuentas, infraestructura física y calidad de los docentes.

Mas allá de estos aspectos, el diagnóstico destaca que la situación socio económica de los padres es otro de los factores que influyen en los resultados cognitivos de los hijos a través de una mejor alimentación, la exposición a un vocabulario más rico y los recursos materiales en el hogar.

El empleo formal
Entre tanto, el empleo formal parece ser un signo distintivo de la clase media en la región. Es más probable -dice el documento- que ese trababajador sea un empleado formal que un autoempleado, un desempleado o un empleador. Al contrario, “los pobres y vulnerables dependen del subempleo (o sufren el desempleo) más a menudo, mientras que los ricos son más frecuentemente empleadores y, en algunos países, autoempleados”. En Brasil, el 80% de los cabeza de familia que hoy pertenecen a la clase media ya laboraba en el sector formal en 1990, en relación al 40% de los pobres actuales.

La residencia marca el proceso
Entre tanto, los hogares de clase media tienen más probabilidades de haber residido en zonas urbanas anteriormente y contar con los servicios de agua y electricidad. En cambio, los hogares de las clases económicas más altas ya disfrutaban de ese confort 15 años atrás. Con respecto a la geografía y la movilidad a largo plazo, los resultados de la investigación son interesantes, pues, sostiene que residir en zonas urbanas se asocia con niveles más altos de movilidad fuera de la pobreza o hacia la clase media.

¿En dónde se emplea la clase media?
Sobre los sectores de actividad, se destaca que los trabajadores de la clase media ocupan, frecuentemente, el sector de los servicios, como la salud, la educación y los servicios públicos. Pero los empleos en la producción manufacturera son más habituales en la clase media (y entre los vulnerables), que entre los pobres o los ricos. En la mayoría de los países del bloque, el empleo en el sector público es más usual entre los ricos que en la clase media, aunque México y Perú son la excepción. El sector público emplea a más de una cuarta parte de los trabajadores de clase media en un solo país: Honduras.

De hecho, “parecería que la imagen popular de una clase media constituida por empresarios intrépidos (que crean sus propias pequeñas empresas y ascienden
por sus escasos medios) o por burócratas perezosos (que viven cómodamente de un salario del gobierno), es inexacta”. Normalmente, el trabajador de clase media en América Latina es un empleado de los servicios “razonalmente educado, contratado por una empresa privada con un contrato formal que le da derecho a prestaciones sociales, en una zona urbana”.

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Contrato social fragmentado
El informe es un tanto pesimista en cuanto al contrato social en la región, al que lo califica de fragmentado. Esto, pese a que la generalización de esquemas no contributivos de pensiones de jubilación y seguros de salud, así como el aumento de las transferencias condicionadas de efectivo, han posibilitado que los traspasos redistributivos del Estado, ahora, lleguen a los pobres en una medida que hace 20 años era desconocida en la mayor parte de la región. Al mismo tiempo, en la casi totalidad de las naciones latinoamericanas, la ampliación de beneficios en efectivo a los pobres no se ha visto acompañada de un retorno de la clase media a los servicios públicos de salud y educación.

Puede que el “estado de bienestar” en América Latina se haya vuelto menos “truncado”, pero su contrato social sigue fragmentado, insiste el informe. Sin embargo, destaca tres sectores donde las reformas de los gobiernos pueden contribuir a conseguir el apoyo de la clase media para un contrato social más justo y legítimo: Incorporar el objetivo de igualdad de oportunidades más explícitamente en las políticas públicas; embarcarse en una segunda generación de reformas del sistema de protección social, abarcando la ayuda social y la seguridad social; y, romper el círculo vicioso de los impuestos bajos y la mala calidad de los servicios públicos que lleva a las clases medias y altas a optar por desvincularse.

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Según el estudio en la mayor parte de los años 2000, la mejora en el marco de las políticas en el bloque permitió a muchos países de América Latina aprovechar un entorno externo benigno para iniciar una impresionante transición hacia una sociedad de clase media. Eso ha creado -añade- grandes expectativas que corren el riesgo de convertirse en frustración si dicha transición se detiene y los países no diseñan políticas que profundicen el proceso de movilidad ascendente y hacerlo más resistente a las potenciales perturbaciones adversas.

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