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Música

Su majestad, el bolero: un recorrido histórico

Su majestad, el bolero: un recorrido histórico
10 de agosto de 2015 - 00:00 - Freddy Russo, Musicólogo ecuatoriano

Orígenes del bolero

Todo origen de una música popular causa polémica. El caso del bolero no es único. Investigaciones últimas indican que el bolero tiene su origen en la romanza o décima sentimental que vino al Caribe desde las islas Canarias a principios del siglo XIX. Una de las décimas más renombradas era la Delgadina. De las Canarias pasó a Santiago de Cuba y sufrió una transculturación afectada por patrones rítmicos de la habanera, la danza y la guaracha, denominada “mulatez” por Cristóbal Díaz Ayala en su Historia del Bolero en Cuba(1), o “el trueque sonoro” por Natalio Galán en su libro Cuba y sus sones, en el que explica con brillantez académica este sincretismo musical(2).


Por un lado, la décima sentimental sufrió una modificación considerable por parte de la percusión afrocubana de ritmo sincopado en tiempo de 2/4. Y por otro, el sonido de la guitarra y el tiple le dieron una cierta languidez tropical. Estos elementos originaron ese género un poco italiano, siempre en la nota sentimental o melancólica, ligado a la canción mexicana y al bambuco colombiano.


Los primeros compositores fueron Manuel Delgado y Leopoldo Rubalcaba, creadores de boleros patrióticos, con textos sencillos y sin interés. Más tarde, José ‘Pepe’ Sánchez, nacido en Santiago de Cuba el 19 de marzo de 1856 y sastre de profesión, tuvo un intuitivo talento musical y como trovador. Fue el primero que en 1885 compuso el bolero ‘Tristezas’:

Tristezas me dan tus quejas mujer
Profundo dolor que dudes de mí.
No hay pena de amor que deje entrever...

Pepe Sánchez eleva la calidad de las letras dándole un refinamiento al bolero. Pero fue Rosendo Ruiz, autor de ‘Mares y arena’ y ‘De mi cubita es el mango’, el primero en alcanzar un premio internacional en la Feria Iberoamericana de Sevilla en 1929.

El bolero baile

En los suburbios habaneros se vino gestando una danza intimista, una coreografía popular de marcado acento tropical. El bolero canción se transformaba en bolero baile con sus elementos eróticos como el entrelazamiento sensual de los cuerpos en una performance lánguida y sentimental que tenía mucho de voluptuosidad y seducción, con una desenfrenada lujuria cargada de intención sexual. El bolero-baile era una suerte de ataque del guapo caribeño a la bella cubana, en una confrontación de deseos, con la polaridad del rechazo y la atracción; desenvuelta en un doble sentimiento de búsqueda y abandono, de amor y de odio; de coqueteos sin límites colmados de movimientos y cosquilleos, con estremecimientos y caricias incesantes que iban despertando los sentidos hacia un torbellino que ascendía hasta lo sublime para terminar en un beso intenso, una erección o un poema.

Compositores y cantantes: México DF

Fue creciendo el bolero, letra a letra, paso a paso, ritmo a ritmo; compositores y cantantes como César Portillo de la Luz, Pacho Alonso, Moisés Simons, Miguel Matamoros, Bartolomé ‘Benny’ Moré, Ignacio Villa ‘Bola de Nieve’ y Sindo Garay le fueron construyendo estructuras firmes y sólidas hasta llevarlo a un primer éxito, glamoroso y merecido, que llegó a tener una enorme influencia a escala internacional, como aquella que recibió el compositor francés de origen vasco Maurice Ravel, quien en 1928 compuso su inmortal Bolero.


En Ciudad de México, el corrido, la ranchera y el folclor romántico campesino sirvieron de almácigo para la llegada del bolero. Compositores y cantantes que no habían logrado sobresalir obtuvieron sus primeros éxitos. Cientos y cientos de mexicanos se entusiasmaron con la música de Pepe Guizar, autor de ‘Sin ti’, y de Agustín Lara, quien comenzó de pianista en un burdel con sus boleros ‘Piensa en mí’ y ‘Noche de ronda’, hacía llorar a meretrices y cuantos desamorados y desilusionados pasaban por ahí.


Eran los años treinta y ya había aparecido la radio. La comunicación de masas sufrió un notable cambio en Latinoamérica. Las primeras grabaciones fueron impactantes, los compositores, intérpretes y cantantes más populares tuvieron la oportunidad de difundir sus éxitos por primera vez. El triunfo del bolero corre paralelo con la aparición de la radio. Los mexicanos Tata Nacho, Esparza Oteo, María Grever, Tito y Pepe Guizar, Gonzalo Curiel y Consuelo Velázquez habían encontrado en la radio el medio de expresión adecuado para difundir la música mexicana urbana denominada “bolero”.

La muerte de Gardel y el auge del bolero

Desde 1920, el tango, de la mano de Carlos Gardel, se había difundido como el género más escuchado. Diversas presentaciones en varios países de Latinoamérica y Estados Unidos habían difundido el tango por infinidad de ciudades y puertos. Incluso películas filmadas por Gardel como Cuesta abajo, El tango en Broadway, Tango bar y El día que me quieras difundieron el género con gran éxito. La muerte de Gardel en 1935 en Medellín hizo que decayera la fuerza del tango como género de mayor influencia. Entonces llegó el bolero que se había tomado el dial de numerosas emisoras de las capitales latinoamericanas, como el gran sustituto del tango.


Todo el material referente a Gardel había sido conectado desde 1932 hasta 1964 por el Departamento para América Latina de la RCA Víctor(3). El director artístico de esa casa discográfica, un empresario argentino llamado Terig Tucci, convenció al Trío Los Panchos (dos mexicanos y un portorriqueño) de que dejaran los corridos y las rancheras mexicanas para cantar y componer boleros. Grandes éxitos como ‘Rayito de Luna’, ‘Un siglo de ausencia’, y decenas de boleros más, conquistaron el corazón de los latinoamericanos. Inspirados en el Trío Los Panchos, que impulsaron el estilo de 3 voces y 2 guitarras, fueron apareciendo otros como Los Tres Reyes, Los Tres Ases, el Trío Los Antares y Los Tres Caballeros.


El bolero estaba predestinado a triunfar, entraba y salía de la pasión de los latinoamericanos. Los grupos, que interpretaban el género, despertaron en otros cantantes el gusto por el bolero, marcaron una etapa completa y coparon el dial de las radios, concursos, serenatas y todo evento de baile. La confrontación que tuvo el bolero durante su dominio fue con el vals criollo peruano, el pasodoble de España y el fox-trot de EE.UU.


El bolero canción

¿Pero qué decía el bolero-canción? ¿Por qué empezó a prenderse de las parejas? ¿Qué hechizo traía? Aparentemente, no tenía explicación. Sin embargo, trascendía los límites de lo inesperado. Sus letras estaban cargadas de sensibilidad y delirio, de sufrimiento y resignación, de orgullo y abandono, de triunfo y aflicción. El bolero interpretaba emociones de hombres y mujeres por igual, nacía como un himno al amor, al amor correspondido, al amor frustrado y empezó a formar parte del orgullo, de la soledad, del infortunio y la ansiedad, de la vida y de la muerte.


En palabras del novelista G. Cabrera Infante: “El bolero es la ilustración poética del conflicto; la célula básica del melodrama entre un hombre y una mujer, desarrollándose en algunos casos la dialéctica del predominio de uno sobre el otro”(4).


El bolero traía una fuerte dosis de hiperestesia y de catarsis, era una suerte de dialéctica de la pasión, se proyectaba como un serio competidor del psicoanálisis, aún incipiente por esos tiempos. El filósofo venezolano Rafael Castillo Zapata, en su libro Fenomenología del bolero, dice: “En el bolero están registrados, a lo largo de sus voluminosos despliegues discursivos, todas las instancias vividas o vivibles, imaginadas o imaginables, por el enamorado hispanoamericano en su itinerario amoroso. Transcurre entre los emisores que son los autores del poema; los transmisores, que son los cantantes y el grupo que los acompaña; y los receptores, quienes los recibimos con los sentidos”(5).

El bolero de José Antonio Méndez canta:

Me faltaba amor,
me faltaba paz, me faltabas tú.
Quién iba a pensar
que hoy pudiera amar
más hondo que ayer.

Esto es como una cadena de transmisión en la que un bolero nos remite a otro. Con este género, los estados anímicos varían constantemente y pasamos de la alegría a la sinrazón; del humor a la desazón; de la paz al conflicto, en una coincidencia eufónica.


Escribir boleros es uno de los ejercicios de síntesis más difíciles de lograr, pues la temática, que es inmensa, debe estar muy bien fundamentada para alcanzar -en unas líneas- la perfecta unidad. En palabras del poeta colombiano Juan Gustavo Cobo Borda: “El bolero es la fenomenología del amor o cómo decir ‘te quiero”.

La televisión y el triunfo del bolero

Durante los años cincuenta, surge la televisión, acaparando la mayoría de los compositores y músicos populares que tenía la radio. Cantantes como Toña La Negra, María Luisa Landín, Pedro Infante, Javier Solís y Jorge Negrete inauguraban el estrellato en la pantalla chica.


Prendió en Chile con las voces de Lucho Gatica, Antonio Prieto y Mona Bell, que interpretaban los boleros del mexicano Roberto Cantoral: ‘El reloj’, ‘La barca’ y ‘Noche no te vayas’. En tanto que en Argentina, Leo Marini cantaba ‘Dos almas que en el mundo’, y en Ecuador, las voces de Julio Jaramillo y Olimpo Cárdenas inmortalizaban el bolero ‘Nuestro juramento’ del boricua Benito de Jesús. En Brasil, Aldemar Dutra interpretaba en español ‘Qué quieres tú de mí’, mientras que en Cuba, Rolando La Serie sollozaba con ‘Hola... soledad’. Desde Puerto Rico, José Feliciano dramatizaba con ‘Toma este puñal, ábreme las venas’, y Daniel Santos pedía a su amada ‘Réntame un cuartito en el hotel de tu alma’.


Hasta Nat King Cole se contagió en Estados Unidos interpretando en spanglish ‘Aquellos ojos verdes’ de los cubanos Adolfo Utrera y Nilo Menéndez.


En fin, todo el continente estaba cautivado con el bolero porque todos los seres humanos tienen un momento de amor, de tristeza, de sufrimiento en la vida; tarde o temprano se atraviesa una suprema prueba y hay que cubrir de acero el corazón sangrante para poder atravesarla.

NOTAS

1. Díaz Ayala, Cristóbal (1994). Historia del Bolero en Cuba. San Juan de Puerto Rico: Editorial Kubanacán.

2. Galán, Natalio (1983). Cuba y sus sones. Editorial Pre-Textos Valencia. En este libro Galán explica con brillantez académica el “trueque sonoro”.

3. Jairo Grijalba Ruiz. Nano Rodrigo, El Zorzal del Pacífico. Investigación, Colombia. Terig Tucci, director de varios ensambles de estudio y orquestas típicas de tangos, lo grabó acompañándolo de los mejores músicos de la ciudad, dentro de un contexto parecido al que utilizó para grabar a Gardel entre 1934 y comienzos de 1935.

4. Cabrera Infante, Guillermo (1996). Ella cantaba boleros. Madrid: Alfaguara, p. 157.

5.Castillo Zapata, Rafael (1991). Fenomenología del bolero. Monteávila Editores.

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