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Entrevista

“Los archivos de Gabo representan la historia cultural y política de América Latina”

“Los archivos de Gabo representan la historia cultural y política de América Latina”
08 de diciembre de 2014 - 00:00 - Leonardo Boix, corresponsal en Londres- Inglaterra

El pasado 24 de noviembre el mundo se despertó con la noticia de que el archivo del fallecido Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, que contiene manuscritos, notas, fotos y correspondencia, quedó en manos de la Universidad de Texas (UT) en Austin, Estados Unidos.

 

El archivo, que incluye el manuscrito final de la célebre Cien años de soledad (1967) y una copia de En agosto nos vemos, novela inédita del colombiano, pasarán a formar parte de la colección del Centro Harry Ransom de UT, uno de los más importantes del país, junto a objetos de Jorge Luis Borges, James Joyce, Ernest Hemingway y William Faulkner, entre muchos otros escritores.

 

Dentro de la compra se encuentran los manuscritos de El otoño del patriarca y Crónica de una muerte anunciada, cada uno con las enmiendas y correcciones que el autor iba haciendo a medida que avanzaba su proceso creativo, así como los apuntes y notas que tomó García Márquez para la construcción de El general en su laberinto. También cuenta el archivo con 2000 cartas que el autor intercambió con los escritores Graham Greene, Milan Kundera, Julio Cortázar, Günter Grass y Carlos Fuentes.

 

También hay cerca de cuarenta álbumes de fotos y material relacionado con sus actividades políticas y su estrecha amistad con el líder cubano Fidel Castro.

 

Para el director del centro Harry Ransom, Stephen Enniss, quien se congratuló por la adquisición del archivo del colombiano, “es como si James Joyce se reuniera con Gabriel García Márquez”.

 

Gonzalo García Barcha, uno de los hijos del escritor, explicó que “el Gobierno colombiano nunca se hizo presente ni hizo ninguna oferta”, por lo que la familia “tomó la decisión de enviar los archivos a la Universidad de Texas”.

 

En una entrevista con EL TELÉGRAFO, el británico Gerald Martin, biógrafo oficial de Gabriel García Márquez y uno de los principales expertos mundiales sobre la obra del Nobel de Literatura, opinó que el archivo del escritor “debería haber terminado en América Latina”.

 

 

¿Qué piensa como historiador y biógrafo sobre el hecho de que los archivos de García Márquez hayan terminado en Estados Unidos, que ya tiene un monopolio importante de archivos de escritores e intelectuales?

 

Habría que decir que es un tema enorme, porque de alguna manera implica toda la historia, no solamente cultural sino política de América Latina. Es algo complicadísimo.

 

Yo siempre he sido una especie de chauvinista latinoamericano. Entonces, de alguna manera preferiría que estas cosas estuvieran en América Latina. Siempre. Ahora, en el caso de Gabo es especialmente complicado, porque primero vivió más tiempo en México que en Colombia y segundo, la misma Colombia es un país muy complicado y Gabo es parte de esas peleas regionalistas e históricas. Entonces, ya desde el comienzo es un problema complicado.

 

Yo conocí muy bien a Miguel Ángel Asturias. Cuando él dejó todos sus archivos, los legó a la Biblioteca Nacional de Francia. Era muy lógico, porque vivía en Francia, estuvo exiliado allí, prácticamente durante toda su vida. Francia había hecho mucho por él y, sin embargo, hubo una controversia enorme en Guatemala. Primero porque dejó sus cartas a Francia, y segundo, porque también fue enterrado en Francia, como Carlos Fuentes que también está enterrado en París. Todo esto es muy complicado, y más en el caso de América Latina, porque todos los países latinoamericanos son lo que son, México, Colombia, Cuba, etc., pero también son América Latina.

 

Casi todos los grandes escritores latinoamericanos son primero latinoamericanos y después colombianos, mexicanos, etcétera. Es parte de la historia cultural de la literatura latinoamericana. Todo eso para empezar. Después, en el caso de Gabo, sus hijos, por ejemplo, son mexicanos. Pero uno de ellos vive en Francia y otro, a pesar de haber pasado mucho tiempo en México, ahora vive en Estados Unidos, a unos 500 kilómetros de Austin. También complicado.

 

Hay que decir que aunque uno pensaría que estamos comenzando todo esto de cero, los archivos de casi todos los escritores importantes latinoamericanos están en Estados Unidos. Cada vez que un archivo literario de Inglaterra sale del país para ir a Estados Unidos me duele. No me gusta. Los ingleses tenemos esos mármoles (Elgin, del Partenón) de Grecia en el Museo Británico, y hay una controversia que va a seguir durante toda la historia, a no ser que los devolvamos.

 

 

¿Cree que el envío de los archivos se trató primeramente de una decisión económica?

 

Estas cosas son complicadas, porque primero son cuestiones económicas, hay que decirlo, y hay que ser muy claros: Estados Unidos paga muchísimo más que cualquier otro país. Es por ello que tienen casi todos los tesoros de los últimos cincuenta años del mundo ahí. Estados Unidos tiene el dinero, pero al mismo tiempo, teniendo el dinero, también tiene las facilidades. Los archivos de Carlos Fuentes están en Princeton, como probablemente saben. También los de Mario Vargas Llosa, José Donoso y de veinte o treinta escritores latinoamericanos muy importantes. Y Austin tiene muchas cosas latinoamericanas, pero más cosas globales, como los archivos de James Joyce, Virginia Woolf, William Faulkner y Ernest Hemingway.

 

Entonces, en cierto sentido, en el caso de García Márquez, que es el más famoso de todos, que sus archivos terminen en Austin no me parece sorprendente. Me parece en ese sentido que está bien.

 

Uno de los problemas que siempre tuve con Gabo, no fue exactamente una pelea, porque comprendía perfectamente, es que a él estas cosas no le importaban mucho. Yo he trabajado mucho sobre ediciones críticas, por ejemplo hice en París esto con la Colección Archivos, he organizado allí ediciones críticas de grandes clásicos latinoamericanos. Y para hacer eso se necesitan todas las etapas de cada libro, todas las versiones, etc. A García Márquez, por el contrario, cuando le dije que quería ver todo su archivo de cartas, él me dijo que era como pedirle ver su ropa interior. A él, como escritor, no le gustaba eso. Y además, nosotros los académicos tampoco éramos unos santos de su devoción. Él no era un personaje académico, no tenía esa concepción. Escritores como Fuentes y Vargas Llosa también eran, de alguna manera, académicos, profesores, teóricos. Pero Gabo no lo era. A él le interesaban mucho más sus lectores comunes y corrientes que el futuro académico. Todo esto para decir que me parece una situación muy complicada.

 

Obviamente, conozco muy bien la familia de Gabo. Es gente muy seria. Rodrigo estudió en Harvard. Es más, estudió en Harvard cuando Gabo todavía no podía entrar a Estados Unidos. Todo había que hacerlo con visas especiales y temporales. Yo creo es para escribir un libro, un caso tan complejo y complicado. Y él es muy importante.

 

Obviamente, su legado es tan importante que de alguna manera probablemente todos habríamos querido pasar cinco o diez años, decidiendo, peleando, argumentando sobre dónde deberían haber terminado los archivos de Gabo. Y a lo mejor han querido hacer una cosa preventiva para evitar las peleas inevitables que iba a haber alrededor de este caso.

 

 

¿Qué piensa sobre el tema ideológico de esta venta de archivos? Si uno lo compara, por ejemplo, con autores latinoamericanos como el argentino Jorge Luis Borges, que sí visitó la Universidad de Austin y que tenía un vínculo más cercano con Estados Unidos, el caso de García Márquez es muy diferente, ya que representa en el colectivo imaginario de América Latina una mirada mucho más crítica de Estados Unidos. Y teniendo en cuenta que además se vendieron los manuscritos de Cien años de soledad, que es una obra icónica y simbólica para América Latina, ¿qué consideraciones hace al respecto? ¿Piensa que debió producirse un debate más profundo sobre el destino de estos documentos?

 

No puedo negar lo que dices. Mi primera reacción fue indudablemente una especie de golpe al estómago.

 

Pasé 20 años de mi vida estudiando sobre García Márquez, pero también tengo que confesar que he pasado por lo mismo. Yo que soy una persona infinitamente más latinoamericanista que norteamericanista, sin embargo, pasé 15 años de mi vida trabajando en Pittsburgh, donde tenían una biblioteca fabulosísima, donde me pagaban mucho mejor que en Inglaterra. Estas son cosas complejas porque tenía que pensar si iba a seguir trabajando en un país dominado por Margaret Thatcher o si iba a vivir en otro lugar.

 

Todos tenemos nuestras contradicciones, pero si vamos a pensar en la vida de Gabo, en la manera en que había sido gran aliado de Cuba durante una época muy importante de su vida, en que había tenido prohibida la entrada a Estados Unidos, lo menos que se puede decir es que es irónico. Es indudablemente irónico.

Si hay un escritor, y yo admiro a muchos escritores latinoamericanos, que de alguna manera representa la identidad continental e histórica latinoamericana de los últimos cincuenta o sesenta años, por lo menos desde que apareció Cien años de soledad, es García Márquez. Esto es indudable.

 

En México tienen a un Jorge Volpi que ha publicado un libro llamado El insomnio de Bolívar, que no sabemos si irónicamente o no, pero me temo que no, más o menos argumenta que México debería ser parte de Norteamérica en vez de América del Sur. Un debate muy fuerte de toda esta cuestión de la relación identitaria de América Latina, y específicamente de México con Estados Unidos.

 

Acabamos de ver que el presidente Barack Obama, con su decisión sobre la inmigración, ha asegurado probablemente que el próximo presidente también sea democrático. Todos sabemos que Estados Unidos va a ser un país más o menos latino. Austin está a unos 250 kilómetros de México, sin embargo, ese archivo de Gabo está del lado de Estados Unidos. Creo que de aquí a cincuenta años sabremos lo que se va a pensar de todo esto. Estados Unidos puede que sea muy diferente para entonces. Pero si estamos hablando de una decisión estética, obviamente sería más lógico pensar que el archivo de Gabo debería estar en un país latinoamericano. ¿Pero cuál?

 

Cuando murió Gabo se le hicieron dos homenajes. Uno extraordinario en México y al día siguiente otro en Colombia. Y en Colombia también se debatía si ese homenaje debía ser en Bogotá o si debió ser en Cartagena o Barranquilla. Estas cuestiones son mucho más difíciles en América Latina que en otros lugares, por lo que dije de la cuestión continental.

 

Los archivos de Gabo no podrían haber sido depositados en Francia, porque Europa no era tan importante en la concepción de García Márquez. Fue indudablemente un hombre del Nuevo Mundo. No se qué pasó entre las tres personas de la familia que habrán tomado esta decisión de entregar los archivos. Son personas muy bien educadas, con una concepción muy lúcida de lo que es la cultura, etc.

Me imagino que era más fácil de lo que nosotros podríamos pensar. Porque creo que decidir entre México —y los hijos son mexicanos, y Mercedes Barcha ha vivido cuarenta años en México— y Colombia, habría sido casi imposible. Incluso confesar que se estaba decidiendo entre México y Colombia habría sido dificilísmo. No es descabellado pensar que terminarían en Estados Unidos, donde primero pagan más para ser francos, pero al mismo tiempo, donde saben hacer estas cosas, donde no hay guerras culturales, donde nadie va a tratar de destruir el archivo de García Márquez porque García Márquez fue comunista, traidor a su patria, a América Latina, etc. Ninguna de esas cosas iba a pasar tampoco. Hay razones positivas y negativas para hacerlo.

 

Realmente, ahora que te estoy hablando, estoy procesando esto de otra manera. Y me parece que decidir entre Colombia y México hubiera sido casi imposible. Y, sin embargo, esos fueron los dos lugares más obvios.

 

Usted está trabajando en un nuevo libro sobre García Márquez con todos los materiales y archivos que le quedaron fuera en su biografíaGabriel García Márquez: Una vida. Teniendo en cuenta este segundo trabajo, ¿piensa que visitaría la Universidad de Austin para analizar en detalle esos archivos de Gabo?

 

Ahora tendría que ir a Austin porque evidentemente hay toda una serie de cosas que yo no he visto. Creo que probablemente en dos o tres días podría revisar los manuscritos, por qué no para hacer una edición crítica. Sería cuestión de procesar cuáles son las bases, sin entrar en detalles. Además, según entiendo, pero no sé, lo que hay sobre todo son cartas escritas a García Márquez, y me imagino que hay muy pocas cartas de García Márquez a otras personas. Allí habría cartas que pudo haber recibido de diferentes personas. Pero yo no sé si esas cartas serían para mí muy interesantes o no. Podrían ser fascinantes. Pero obviamente tendría que ir, porque en el próximo libro, si me he equivocado de alguna manera, entonces obviamente tendré que corregirlo. Espero que no, o por lo menos, si me equivocara, que no sea de manera muy grave.

 

Pero sí, Gerald Martin seguramente estará viajando a Austin como habría viajado a la Ciudad de México si los archivos estuvieran allá, o a Bogotá, si estuvieran en Colombia. Eso es indudable. Básicamente quiero saber si ese archivo es tan interesante e importante que merece dos o tres visitas.

Quién sabe.

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