Publicidad

Ecuador, 19 de Agosto de 2025
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
+593 98 777 7778
El Telégrafo
Ecuado TV
Pública FM
Ecuado TV
Pública FM

Publicidad

Comparte

La poética de la vejez no está en el bello haiku

La locación es una rural y sumamente alejada de la modernidad localidad perdida de Nara, Japón. Los protagonistas, un grupo de ancianos creyentes en las tradiciones, las costumbres, el honor y las bondades del trabajo duro y la gran familia o clan, pero aislados en su poblado dejado atrás por el tiempo y transformado por la constante migración campo-ciudad de sus jóvenes. Los planos, las secuencias y las escenas, para nada montadas ya que son parte de un documental, y más aun los cuadros, fotogramas o frames, son una muestra ejemplar de montajes sobretonal, tonal, poético e ideológico, ante todo de lo que estudia la estética, la belleza. Aunque fuera de digresiones metafísicas y discusiones metafísicas sobre la epistemología, hay que decir las cosas como son, en el documental japonés Inori del mexicano Pedro González-Rubio lo que importa es el retrato de la tercera edad, la ancianidad, la vejez, sin caer en la compasión o conmiseración, sino dándoles el valor que merecen las personas que han alcanzado esta avanzada etapa de la vida. Y mientras se cuentan las historias de al menos tres personajes de Nara, el espectador disfrutará de la mejor muestra de poesía visual con la que se podría acompañar un retrato sobre un grupo de ancianos.

“Yo soy de una raza de director que no tiene una postura del director que tiene ya perfectamente planeado todos los ángulos, la historia y el desenlace”.Si hay una historia es lo que menos importa en el documental de González-Rubio, lo que sí importa es la presencia de una fuerte trama y un sólido argumento, sustentados ambos elementos del guion audiovisual en unas exquisitas comunicación, composición y producción audiovisual. Al considerar que las comparaciones son odiosas, aun así es válido reconocer que ver, solo ver, Inori es como leer El viejo y el mar de Hemingway, la Rayuela de Cortázar, El Aleph de Borges o los poemas y la prosa de Benedetti o Paz. Es decir, el audiovisual, el documental japonés Inori que es dirigido por un realizador mexicano, se constituye en un relato coherente de la poesía que yace en vivir una vejez digna, a pesar de los bemoles de los achaques propios de la edad, la muerte de seres queridos o el alejamiento de los hijos que migraron en busca de mejores oportunidades laborales y educativas para sus propias familias. Ahora que, si en realidad observamos el documental, luego de darle esa primera mirada que encandila gracias a los personajes presentes en pantalla, la historia es otra.

Allí encontramos homenajes a la narrativa oral, escrita y visual propias de la cultura japonesa, además  a las artes plásticas, artes aplicadas, fotografías y cine de la nación nipona. Los primeros acercamientos de cualquier incauto a la cultura japonesa son casi siempre, las artes marciales, el kárate y el kung-fu (este último se practica más en China), luego las tecnologías audiovisuales, los videojuegos, el manga, el anime, la historia feudal con énfasis en los samuráis y los ninjas, por ello se suele reducir lo que representan y significan los japoneses y Japón para cultura y sociedad globales. Allí es donde yace el elemento sorpresa de Inori, ya que sin dejar de traer a colación los valores de la cultura oriental que se han diseminado por el mundo gracias a la práctica de las artes marciales y que se asocian al japonés promedio gracias al acercamiento que muchos tienen con la historia feudal de Japón, entre otros el honor, la templanza, el respeto a las tradiciones y el loable orgullo por el método de vida que se lleva, presenta nuevas, pero en realidad olvidadas y relegadas, facetas del Japón rural. Al redescubrir esa tierra donde al parecer el tiempo no pasa o se hace más lento, no tanto por la ancianidad de los protagonistas del documental, es que se abren los ojos y todos los demás sentidos a la poesía visual de la vida misma.

26-05-13-cp-director-cineY es que el vocablo japonés Inori significa vida. La vida que capta el equipo que trabaja con el mexicano González-Rubio no es la de cualquiera ni la de todos, es la de los ancianos radicados en aquel pueblo castigado por la migración de la japonesa localidad de Nara. Ya pasando de lo particular-específico a lo global se comprende que en el microcosmos creado por la cámara a las órdenes de González-Rubio yace la semilla de la vida, la buena vida, el buen vivir, la vida plena o la existencia justificada que cualquier habitante de cualquier rincón del globo podría llevar hasta los últimos días de su vida terrenal. Lo bucólico está más que presente con una exquisita sucesión de planos generales, grandes planos generales y planos detalles de animales y plantas que ubican al espectador específicamente en esa localidad de Nara que el tiempo olvidó, y talvez dejó muy atrás, remitiendo a la escritura de pensadores y literatos como Rousseau, Henry David Thoreau, Miguel de Cervantes, Lope de Vega, Garcilaso de la Vega, Francesco Petrarca y Giovanni Boccaccio.

Dado que el filme fue rodado en un territorio que el realizador conoce muy poco —fue un premio porque su trabajo anterior, Alamar, ganó el Festival Internacional de Cine de Nara, organizado por la directora Naomi Kawase, quien invita al cineasta galardonado a rodar en la prefectura de Nara, su hogar, se percibe que para los cineastas y su cámara se trata del descubrimiento de la vida en Japón, siempre en compañía de quien ve el documental. Entonces como lo ha afirmado certeramente el bloguero conocido como “S.”, en su bitácora digital denominada Cineticamente, resulta lo más cercano a una contemplación íntima, cuando “la cámara es un testigo mudo, pero totalmente objetivo, que no se inclina ni por sentimentalismos pero tampoco por exotismos fáciles”.

Pero el tema recurrente y el que de hecho hace que este documental sea parte de la programación del décimo segundo Festival Internacional de Cine Documental Encuentros del Otro Cine (EDOC) es la vejez, ancianidad o tercera edad digna, significativa y significante, lo que permite que también haya sido agrupado en la sección Antes del fin con La última estación (Chile), de Cristian Soto y Catalina Vergara, Resistente (Paraguay-Finlandia-Dinamarca), de Renate Costa y Salla Sorri, Las flores de mi familia (Uruguay), de Juan Ignacio Fernández, El invierno de Pablo (España), de Chico Pereira, y Les invisibles (Francia), de Sébastien Lifshitz.

Quien busque mayor información de esa sección del EDOC 12 y de las películas la podrá encontrar en el artículo El tiempo acumulado corre más lento del teórico de cine Christian León que se publica en el diario que se elabora anualmente con cada edición del EDOC y en la página web del presente festival. De Inori se ocupan ahora, ya que es muy difícil poner en términos cotidianos lo que este documental ofrece al espectador. ¿Talvez Inori plantea la belleza de la vida que uno está muy ocupado para percibir en medio del ruido y el ajetreo de la modernidad y la cotidianidad en las metrópolis?

¿Quién sabe? Por ahora lo importante es ver aquel otro cine que tiene más de una interpretación y que a muchos, incluidos los cinéfilos adictos al otro cine, los habitúes de los EDOC y los seguidores de los audiovisuales indie, independientes o artísticos, no les gustará. Y es que 72 minutos sobre la vida de un grupo de ancianos en una localidad perdida de Nara, Japón, no es para cualquier gusto ni para todo espectador, así como no lo fue El gran silencio, del director Philip Gröning.

RECOMENDADOS DEL CARTÓN

My blueberry nights, Wong Kar-wai
El eje dramático de la historia se presenta a partir de la decisión de Lizzy de tratar de superar su pasado personal y afrontar su  presente, luego de un rompimiento amoroso, lo que la llevará a una reflexión individual y una etapa post-duelo en la búsqueda de su felicidad y tranquilidad. Durante dicha búsqueda y a través del haber trasegado por el país, se irá encontrando con personas que de uno u otro modo complementan su aprendizaje y le devuelven a la vida.

Rembrandts JAccusem, Peter Greenaway
El cineasta investiga y expone en detalle  la relación entre la historia pintada en el cuadro y el desenlace en la vida del reconocido pintor. A partir de la exposición de 34 puntos el director pretende resolver el crimen contenido en el cuadro, hipótesis que solo puede resolverse en un punto final.

Time, Kim Ki-duk
La dramática historia gira alrededor de una mujer que se somete a una cirugía plástica para refrescar su relación de pareja. Ella siente que su novio se está aburriendo de ella y por tanto cree que un cambio de rostro la ayudará. A diferencia de otras películas cercanas a esta, realizadas por el director, Time posee una gran cantidad de diálogo y suspenso.

 

Publicidad Externa

Ecuador TV

En vivo

El Telégrafo

Noticias relacionadas

Pública FM

Social media